El esperado sexto episodio de “American Horror Story: My Roanoke Nightmare” ha sido ese punto de giro que iba a suponer el lanzamiento de una explosiva bomba atómica dentro de una temporada que se ha amparado en el enfrentamiento de realidad y ficción. Los primeros cinco episodios pudiéramos considerarlos un choque de la dramatización (y los efectismos en los que se ve envuelta) frente al falso documental (y la veracidad que desprende todo historia). Ahora, llegamos al punto en el que la farsa ha quedado al descubierto y quiere seguir viviendo sobre tal representación encontrando, por el contrario, al ‘verdadero’ terror surgiendo de entre las sombras de la rechazada realidad. “Chapter 6” es una vuelta de tuerca que se intuía desde que vimos el avance en el que el manipulador hombre detrás de la cortina (Sidney / Cheyenne Jackson) orquestando una combinación de secuela y reality de ese exitoso programa de televisión que previamente hemos disfrutado. A partir de este momento, los personajes se enfrentan a sus doppelgangers de la ficción y éstos a una realidad que les ha vuelto a arrastrar a una espiral sin retorno. ¿Hay salvación dentro de una serie de televisión dentro de otra serie de televisión y, a su vez, dentro de otra serie de televisión? En cierta medida la gran capacidad de “American Horror Story: My Roanoke Nightmare” es conjugar tanto el efectismo como ese plano netamente visual y silencioso que nos va revelando, poco a poco, el terror en estado puro de esa leyenda oscura alrededor del lugar que se ha convertido en el escenario supuestamente verídico de la farsa. Sidney, por lo tanto, representa esa arrogancia que rodea a la televisión actual, preocupada de ratings y los tuits que generan sus shows sin importarle en absoluto nada más allá que su propia estupidez y autodestrucción. ¿O cómo podemos explicar que este tipo no crea ninguna de las historias de ese lugar maldito que precisamente compró de cara a confeccionar una secuela sin importarle la seguridad de todos los implicados (incluida la suya)? Sí, se trata de otro de esos clichés en los que se ampara la propuesta para este año de la antología de Ryan Murphy y Brad Falchuk y de los que se está sirviendo y rodeando para formar una estructura que admite varias gratificantes lecturas. Repasemos “Chapter 6”.
“Chapter 6” confirma de nuevo la tónica de que vamos directos a una temporada que va ir de menos a más, rompiendo esa maldición de años anteriores en la que las premisas y arranques finalmente se materializaban en irregularidad y decepción. “American Horror Story: My Roanoke Nightmare” quiere ser directa y primitiva pero, al mismo tiempo, se recrea en sus distintos condiciones y variaciones para confeccionar piezas internas netamente brillantes. ¿O no ha sido la boda que protagonizan Sarah Paulson y Evan Peters uno de los momentos más hilarantes del cosmos de AHS? En realidad, la dirección de Angela Bassett intensifica el concepto de que todos los actores allí presentes reproducen a otros y viceversa, como si acabaran siendo réplicas representativas del propio género del terror. Y ahí aparece un monstruo de la interpretación como Kathy Bates, a la que ahora veremos haciendo de esa actriz que interpretó a La Carnicera (Agnes Mary Winstead) y que vive atrapada en su propio personaje. Tal alegoría se traslada tanto al resto de protagonistas como a la sensación de macabro reality show (en el que no falta confesionario) que se viste de found-footage mientras que, reiteradamente, ese otro espectáculo televisivo que conforma la secuela de ‘My Roanoke Nightmare’ va añadiendo información que genera más suspense y expectación. ¿Quién será el único superviviente a La Carnicera (e infinidad de espectros) durante la Luna de la Hierba Moribunda?
2015 no fue el año ni de “Empire” ni de “The Walking Dead” o la noche de fútbol de los domingos sino que ‘My Roanoke Nightmare’ se convirtió en un fenómeno de masas. Y todo éxito siempre se encuentra bajo la sombra de la continuación… reiterando nuevamente esa enfermedad mental que se confunde con la genialidad y adicción a la autodestrucción que representa Sidney. Si después de lo que hemos visto podemos pensar que todos los implicados iban a pasar tres nuevos días en el infierno… o están locos o muertos antes de ser los protagonistas de una pesadilla. Aunque existe una lectura en “Chapter 6” en la que todo pudiera ser incluso un gran farsa por parte de Sidney, rápidamente nos damos cuenta que esos sustos fabricados se van a enfrentar a la otra realidad que, poco a poco, se hace con el lugar… Mientras que veremos cómo Sidney y su equipo van contactando con todos los implicados para que se unan a su tour del horror, los accidentes fatales en la mansión plagada de cámaras comienzan a surgir. Dentro de ese choque de elementos comprobaremos el estado de los protagonistas, actores o no, después de la ficción televisiva. Matt y Shelby se separaron mientras que ésta tuvo un romance con Dominic Banks (Cuba Gooding Jr.) rentabilizando ese juego de conexiones entre los personajes reales y sus doppelgangers. Lee, además, sigue bajo la sombra de la sospecha por el asesinato de su esposo, habiéndose convertido en un personaje de la prensa rosa, espacios sensacionalistas y bestsellers a la carta. Su regreso a esa secuela de Roanoke obedece a un intento desesperado de limpiar su nombre definitivamente… si no se dedica a limpiar la sangre de todos sus compañeros, claro. Aquí no importa utilizar los smartphones como posibilidad telefónica para pedir ayuda sino como simples y limitadas cámaras a esos oscuros intereses del propio programa televisivo y en todo ese choque de farsas que allí se reúnen. Precisamente la locura de Agnes Mary Winstead y una orden de alejamiento pudieran ser simples excusas para que comprobáramos que existe una conexión entre el personaje ficticio y ese real que todavía no conocemos… Con secuencias efectivas, como la huida en coche de la productora (siendo su sensatez su sentencia de muerte), y la aparición de los primeros fantasmas dentro de la mansión, “Chapter 6” juega a la perfección todas sus piezas para plasmar un sobresaliente episodio. Y, como colofón final, llegamos a la primera víctima de los residentes de la casa de Gran Roanoke que no es otro que Rory Monahan (Evan Peters), tratando de encontrar esa farsa que allí pudiera haber introducido Sidney y topándose con el horror frente a frente. Las enfermeras psicópatas van a poner la última letra a su sangrienta obra de arte. La ‘R’ de Rory es clave para entender todo ese juego en el que todavía nos siguen faltando más letras de ese escenario plagado de conexiones y enfrentamientos antes de que todos sean víctimas de muertes horribles por parte de ese horror que todos ellos se negaron a aceptar. Ahora ya es demasiado tarde. Al fin y al cabo, qué mejor que la (falsa) realidad para superar y aniquilar a la (falsa) ficción.
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Saludos , Seños M.B. !!
ResponderEliminarMe ha divertido mucho el giro que representa este capítulo
( siempre he tenido un morbosa afición
por los shows "Gran Hermano"
donde a los nominados se les elimina mortalmente ...
Lo cual ya es un cliché de la ciencia-ficción y el terror )
Aunque , como punto negativo ,
debo decir que las muertes de este capítulo me resultaron enormemente predecibles .
Aunque se off-topic ,
no puedo resistirme a comentar
que espero impaciente
las reviews de "Westworld"
y de la nueva temporada de "Black Mirror" ,
en caso de tenga vuesa merced previsto
llevarlas a cabo .
En todo caso , gracias de nuevo por su página ,
que siempre me resulta extremadamente amena
( a menudo , incluso más que las propias series y películas
que aquí se comentan )