miércoles, 31 de agosto de 2016

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The Night Of: La verdad está ahí afuera

Miniserie de TV
“The Night Of”
EEUU
2016

Sinopsis (Página Oficial):

De los creadores Steven Zaillian y Richard Price, “The Night Of” es una serie limitada de ocho episodios que se adentra en la intrincada historia de un caso de asesinato ficticio en la ciudad de Nueva York. La serie sigue la investigación policial y los procedimientos legales, a la vez que examina el sistema de justicia criminal y la prisión de Rikers Island, donde el acusado espera su juicio. “The Night Of” está protagonizada por John Turturro y Riz Ahmed y fue dirigida por Steven Zaillian y James Marsh. Rodada en y alrededor de Manhattan, la serie de HBO se basa en el espectáculo de BBC “Presunto culpable (Criminal Justice)”, creado por Peter Moffat.

Crítica Bastarda:

Vivimos atrapados en una gran rueda y farsa, rodando y rodando sin darnos cuenta de que fuera de tal sistema y dispuesto artefacto habita una realidad y verdad que nos negamos a conocer. Hemos decidido mirar al frente para girar y girar, con la mentalidad puesta en la propia supervivencia en cada vuelta realizada ya por pura inercia. En cierto modo y a nivel televisivo, los espectadores también hemos quedado aferrados a otra clase de circuito y pieza que gira sobre su eje: la parrilla y alimento del televidente se conforma muchas veces con sobredosis de procedimentales, tendiendo últimamente hacia la ciencia ficción, siendo sustento del buen gourmet esos policiales escandinavos que han generado un poderoso halo de culto y las antologías de criminales que han marcado los tiempos como True Detective,Fargoo American Crime. Precisamente “The Night Of” llega para aprovecharse de la estela de American Crime Story: The People v. O.J. Simpson e impulsarse a través de un planteamiento de mirar fuera del propio e interminable círculo para revelar otro tipo de análisis autoconsciente sobre el género, apresando con sus tentáculos todo tipo de frentes dramáticos y puntos de vista de la historia. Steven Zaillian y Richard Price se han valido del espectáculo creado por Peter Moffat para realizar un planteamiento que enfoque el género policial sobre un espectro crítico, facilitando una lectura sobre una sociedad que ha dejado de buscar la verdad y aceptando una imposición general. La verdad no ayuda tampoco al acusado, siendo un aparente buen chico atrapado en una cadena surrealista y kafkiana de acontecimientos y coincidencias que incluso él mismo ha llegado por un instante a creerse. Y las apariencias siempre engañan… Incluso tanto el investigador como el propio abogado de ese presunto culpable reniegan de la verdad, padeciendo una farsa burocrática en la que cada vez cuesta más identificar las imperfecciones de las víctimas a las de sus verdugos o de esos representantes gubernamentales encargados de desenterrar la certeza. Todos podemos cometer errores, graves errores y, en los márgenes de tal proposición, todo el compendio queda sintetizado por ese reiterado «sin preguntas» de la fiscal experimentada interpretada por Jeannie Berlin. ¿Y podemos preguntar si la verdad está ahí fuera o hemos quedado condenados a girar sobre esa gran rueda y farsa que nos propone el sistema en el que habitamos? 


En realidad, aquello que nos propone “The Night Of” es que la verdad poco o nada importa a una sociedad que dictamina quiénes son los culpables antes de que un juicio analice con detenimiento unas pruebas que van destapado otra clase de veracidad oculta. Tal evidencia no importa en el sistema penitenciario, al resto de presos, a los medios de comunicación e incluso a los propios policías e investigadores… Cuando la sociedad designa, por lo tanto, a un culpable no existe la presunción de inocencia. La oveja quedó marcada por el negror y así quedará señalada por el resto de sus días. Recuerden, todos podemos cometer errores, graves errores, pero casi nadie los reconocerá, perpetuando así la farsa sobre la que se sostiene el sistema y sus vidas. En la nueva propuesta de HBO el relato detectivesco lo aporta inicialmente aquel abogado desdeñado por apartarse de la verdad, alcanzando una catarsis y redención tanto física (la alegoría de la enfermedad que afecta a sus pies) como emocional con aquello que defiende. “The Night Of” interesa por sus cuantiosas lecturas valiéndose de sus personajes principales, articulando la narración sobre muchos elementos descriptivos que aporten no solamente veracidad sino una representación humana de todos los implicados sin que podamos concretar si son héroes o villanos. Al fin y al cabo, la justicia está ligada a una estrecha función laboral de personas que tratan de hacer su trabajo y de una burocracia amparada en tratos que exonere al sistema de costosos procesos. Sobre tal capa se instaura otra sociopolítica sobre la sombra del 11-S también establecida por la elección del escenario (Nueva York), que amplifica el discurso de la propuesta hasta otra clase de focos dramáticos e icónicos. En el caso de Naz (Riz Ahmed) nos encontramos con una evolución de una persona que ha de sobrevivir en un peligroso contexto, desencadenando una exploración de esa violencia interior encapsulada que emerge ante esa noche a la que quedará aferrado el resto de sus días. Ciertamente la incursión de Steven Zaillian y Richard Price es circular, planteando un relato de supervivencia y que el ser humano reniega de su naturaleza hasta que se refleja en la misma y ha de lidiar con las consecuencias. El conflicto de Naz viene marcado por la penumbra que habita en su alma, sin que sea capaz de poder confirmar si realmente él mató a esa joven que conoció y con la que tuvo relaciones sexuales tras unos juegos un tanto macabros e ingerir diversas drogas. Ese vacío va creciendo en el protagonista, alentando por el sistema carcelario y la protección que le ofrece Freddy (Michael Kenneth Williams) para también introducirlo en sus numerosos y turbios negocios y maquinaciones dentro de la prisión. Nada es gratuito en este mundo. La transformación de Naz nos revela que dentro de los muros de una penitenciaría nadie encuentra la redención o el purgatorio necesario para redimirse ante la sociedad sino que conforma una fábrica de/para/por criminales en las que las dos únicas opciones son unirse al rebaño de delincuentes o sufrir las nefastas y fatídicas secuelas de mantenerse al margen. Naz da la impresión de tomar el relevo de Andrea Cornish, atrapado en esa noche que ambos compartieron y que desencadenó su oscuridad interior, como si las drogas ya fueran la única respuesta a rechazar enfrentarse con la dura realidad que rodea a ambos. La única salida es la autodestrucción… o esperar a que esa violencia enraizada alrededor explote y acabe contigo. Naz será un apestado para la sociedad e incluso para su propia madre, utilizado por todos aquellos que se acercaron anteriormente a él para labrarse tanto una carrera como para sacar rédito de ese foco mediático y sensacionalista que lo rodeaba temporalmente. Ahora, ya sólo queda penumbras y esos leves resplandores que representan esa metafórica playa compuesta de ligeros destellos y la mascarada que recubre la naturaleza que allí residía. Todo, al fin y al cabo, acaba siendo pasado… y Naz seguramente viva aferrado a esa noche sobre la girará el resto de su vida.


La serie limitada de HBO no pretende ni ser adoctrinadora ni mucho menos conjugar un final abierto y satisfactorio para todos los personajes y protagonistas (o el propio espectador). ¿Desde cuándo vivir en este inhóspito mundo resultaba cómodo? Ni siquiera Price y Zaillian desean revelarnos imágenes de cómo Andrea Cornish fue brutalmente apuñalada, amplificando las dudas al otro lado de la pantalla ya que, recuerden, la verdad está ahí afuera y nosotros también debemos hallarla. La estructura del procedimental, por lo tanto, ha quedado rota, quebrada. Imaginémonos que ese juego de sospechosos resulta inexistente, que las fuerzas policiales hallan al culpable de un crimen caído (literalmente del cielo) y que investigar la verdad ha sido una idea rechazada y concluida, determinada por circunstancias y no hechos probados. “The Night Of” no es perfecta e incluso existen ciertos elementos un tanto discordantes y chirriantes como ver la cuenta de Facebook del sospechoso sigue abierta, completamente pública y bastante tiempo después del crimen. Pero interesa, por el contrario, su vocación de dejar para su conclusión [“The Call of the Wild” (1x08)] ese despertar de todos sus personajes, recomponiendo esas piezas del género judicial/policial dentro del espectro de ese mundo donde todos parecen tener una solución definida, donde todos conocen a alguien, donde todo el mundo ha determinado una verdad que comienza a resquebrajarse y revelar su ineficacia. También existen ciertos toques de humor negro sobre lugares donde se atreve a mirar generalmente el género, como ese primer plano de un pene en “The Season of the Witch” (1x05) sobre la mesa de autopsia mientras la fiscal y el forense discuten sobre el caso del asesinato de Andrea Cornish. Esa suma de elementos contradictorios forma parte de un juego conformado por gatas y ovillos de lana a ambos lados de la pantalla, donde “The Night Of” evidentemente desea radiografiar tanto un conflicto racial y policial, como todos los procedimientos del sistema judicial estadounidense. Esa concepción es clara y está dispuesta desde los créditos iniciales, utilizando ciertas capas visuales para conectar con otras ficciones en ese ejercicio de reconstrucción como “True Detective”, “Twin Peaks”, “Ley y orden” o Better Call Saul. Y, en ese choque entre la vida y la muerte y la realidad y la ficción, la sombra de Gandolfini sigue presente en un proyecto que iba a protagonizar aparte de producir, como un sello que inclusive pule y lima el discurso de la serie. La idea es que ese virus de no buscar la verdad se propague en el actual reino en el que vivimos, un mundo de cámaras… pero donde la realidad no está a la vista salvo que indaguemos lo suficiente para descubrirla. La única percepción optimista es que todos y cada uno de los personajes principales van despertando de su vírico letargo y tratan de hallar esa revelación que habían ignorado. Nunca es tarde. 


Esa enfermedad que padece la sociedad para no buscar la verdad se extiende como una peligrosa toxina: la propia población no cuestiona aquellos que otros designan como única e indiscutible verdad. Incluso el propio presunto culpable da la impresión de encontrarse infectado, dudando de su propia inocencia, sumándose a esa memoria ya borrada y con una única idea de la población que ha dejado de plantearse otras posibles soluciones a cualquier enigma planteado. Y la cuestión es que nosotros quedemos también expuestos al contagio, que contemplemos las secuelas de esa enfermedad en los dos personajes que definen la propuesta. Si bien Naz es la oveja negra, Jack Stone (John Turturro) es otro apestado de la sociedad por sus visibles eccemas que conforman una brillante alegoría sobre los males que afectan al mundo y la incansable (y habitualmente fallida) búsqueda por alcanzar una respuesta y solución a todos ellos. Existen espejismos y fases en las que todo parece estabilizarse hasta que surgen las dudas y esos nuevos brotes más virulentos ante la gran frustración que acaba por dominar y subyugar todo. Tal vez el encadenado de ese anuncio final para dar una oportunidad a los animales y salvarlos de las profundidades de la desesperación y de una vida de dolor sea una eficaz representación de por qué debemos seguir luchando. Y no va a resultar una tarea fácil e incluso pudiera engendrar cierta autodestrucción (como mantenerse cerca de un gato al que se es alérgico). Y si “The Night Of” plantea una trasferencia física y emocional de la víctima (la adicción para Naz, su gato para Jack) desea trasladar al otro lado de la pantalla la necesidad de indagar y explorar, conectarnos al pasado televisivo en una clara referencia al cuerpo de Laura Palmer respecto al de aquella que fue asesinada en la serie limitada. Ese sentimiento circular queda ratificado en las conexiones que habitan entre “The Beach” (1x01) y “The Call of the Wild” (1x08) y las visibles referencias a la novela de aventuras de Jack London junto a ese pasear minino que cierra sendos episodios. Me atrevería a confirmar que se trata de un elemento y pista para determinar que el único testigo del autor del crimen es irónicamente aquel que no puede revelarlo. Posiblemente cada uno deba hallar la verdad por sí mismo, enfrentarse a su propia naturaleza como esa dermatitis atópica con la que debe vivir el personaje que interpreta prodigiosamente Turturro. Y pese a que la vida sea un caótico e ingrato desastre debemos aceptar tal condición y rueda, explorando aquello que se encuentra tanto dentro como en su exterior. No hay respuestas hechas ni dadas, la verdad está ahí esperándonos.

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