martes, 16 de agosto de 2016

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The Get Down: «Donde hay ruinas hay la esperanza de un tesoro».

Serie de TV
“The Get Down”
EEUU
2016

Sinopsis (Página Oficial):

Nueva York, 1977. Los jóvenes del South Bronx, llenos de ilusión y talento, persiguen sus sueños y ritmos vertiginosos para transformar la historia de la música.

Crítica Bastarda:

Los últimos movimientos de Netflix están tratando de devolver la esperanza en sus novedades y, tras el éxito de Stranger Things, “The Get Down” quiere despedir un verano por todo lo alto. Es cierto que las intenciones del gigante del streaming y el entretenimiento son confeccionar una completa parrilla donde podamos tener series de Marvel, cuantiosos fetiches para los seriéfilos, aplaudidas resurrecciones, discutibles ‘revivals’ y comedias como Madres forzosas o The Ranch y, por supuesto, clásicos populares como Narcos o House of Cards. Es complicado encajar directamente el proyecto de Baz Luhrmann en alguna de las mencionadas categorías salvo su llegada tras de esa joya de la que todo el mundo habla, creada por Matt Duffer y Ross Duffer, y también reciclar la nostalgia hacia nuevos horizontes contemporáneos. Y es que ese verano de finales de los 70 en el Bronx es una idónea coartada para articular un espectáculo musical que nos remita a la influencia de la música disco y el nacimiento del hip hop a través de la pareja protagonista. “The Get Down” es una historia de crecimiento personal y sonoro entre complicadas elecciones un tanto directas y superficiales: o bien sigues trabajando muy duro para alcanzar tus sueños o los dilapidas aceptando la dura realidad. En la serie de Netflix están todos los ingredientes que se podía esperar de un acercamiento a una era desde un prisma de superproducción cinematográfica aunque fragmentada, correctamente, en un formato episódico. Desde el despertar sexual, el contraste entre el caos que habita en el Bronx (con incendios, droga, violencia y pobreza) con el resurgir musical de la cultura DJ y las consecuentes emergentes estrellas de la música disco. Un grupo de adolescentes son, por lo tanto, los encargados de tomar el bastión y relevo del real Grandmaster Flash y algunos acercamientos ficticios como Misty Holloway para lidiar con esas dicotomías que pudieran arruinar sus aspiraciones y esperanzas. ¿Lo conseguirán o la introducción al comienzo de sus primeros capítulos arruina el propio suspense salvo el precio que todos ellos pagarán?


“The Get Down” bebe de toda la estética que se podría esperar de un acercamiento al Bronx y a la ciudad de Nueva York, retratando a leyendas urbanas entre grafitis, bandas callejeras, mafiosos y políticos. Tal acercamiento se realiza desde la religión y las artes marciales con envoltura que conecte con la audiencia y la estética pretendida por Luhrmann, a veces más cercana a un producto de Luc Besson con un libreto de Lee Daniels en las manos. Más allá de esa pretensión de alternar entre el blaxploitation y el pulso cinematográfico de Martin Scorsese y Bob Fosse, el director de “El gran Gatsby” se ampara en el contraste para seducirnos con estilos cercanos a “54 (Studio 54)” y “Los amos de la noche (The Warriors)”. Pero, por el contrario, su serie no va a sorprender a nadie por sus mecánicas familiares, estructuras trilladas basadas en estereotipos o lecciones históricas integradas en la narración. La idea es que la imagen y la música alcancen una comunión hilvanando bloques y secuencias para conseguir potenciar un discurso sobre el enfrentamiento entre el pasado y el futuro, entre los sueños y la realidad. Ese recital de emociones primitivas divaga entre el hedonismo, las risas o las lágrimas para potenciar un vuelo directo al disfrute. O eso dice la teoría, aunque en la práctica “The Get Down” esté afectada por el foco de lo previsible, pivotando sobre una telenovela la épica musical y esa metáfora respecto a las artes marciales con especial mención a su implicación con la cultura popular. Desde Michael Jackson, Gloria Gaynor, Diana Ross o Donna Summer pasando por The Sugarhill Gang, Grandmaster Flash & The Furious Five o Funky 4 + 1, hay de todo y para todos los gustos musicales (salvo la omisión del punk). Los personajes que se mueven entre conflictos básicos y dicotomías simples, caminando entre dos mundos separados, sumando ese concepto de libertad que propone la persecución social y política del grafiti y la homosexualidad. 


La cita de Rumi («Donde hay ruinas hay la esperanza de un tesoro») establece una catarsis enfocada a que esas palabras impresas en los trenes a golpe de grafiti ejerzan el brillo de esa cultura popular de la que se viste la serie. Aquí están los colores de “Moulin Rouge” y parte de los encantos formales de Luhrmann, acercándose desde el desde el presente y los focos de un escenario a un camino recorrido por numerosos recuerdos. Esa pulpa muchas veces se acerca más a la superficialidad visual, como si tuviera en mente los problemas que tuvo Vinyl para atraer a la audiencia y articular otro tipo de espectáculo más accesible y directo. Aunque trata de ganar algo de veracidad a través del material de archivo y sucesos históricos de la ciudad de Nueva York, no hay mucho más allá de ruido que propone una fantasía y fábula que nos traslada a un espacio y lugar donde explotó lo creativo y artístico en las más nocivas y preocupantes condiciones sociopolíticas. Mylene Cruz y Ezekiel son esas gemas surgidas de un mundo en ruinas, condenadas a brillar en la oscuridad predominante. No obstante, no hay demasiada complejidad sino definición en unos personajes que nos presentan un enorme lienzo. Tampoco estamos ante unaThe Wire en su faceta musical con una sobada historia de amor en los márgenes de un presupuesto millonario donde pudiera destacar que un dramaturgo y Premio Pulitzer, Stephen Adly Guirgis, haya escrito las rimas del protagonista y uno de los más potentes materiales emocionales y dramáticos. Pero si algo funciona en la imperfecta “The Get Down” son sus secuencias musicales y esa modulación cultural sobre una época que estamos seguros va a funcionar mejor en Netflix por su brillante carcasa que por un inexistente y decepcionante fondo. 

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