sábado, 6 de agosto de 2016

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Batman. La broma asesina: ¿Del ‘hype’ al ‘bluff’? ¿De la locura al odio absoluto?

“Batman: La broma asesina”
Título original: “Batman: The Killing Joke”
Director: Sam Liu
EEUU
2016

Sinopsis (Oficial):

Una noche lluviosa Batman llega al Asilo Arkham para hablar con Joker. Pero cuando llega a su celda, se da cuenta de que el que está ahí es un impostor, y que el real ha escapado y anda suelto por Gotham. Adaptación animada del cómic homónimo, uno de los más laureados de la historia del medio.

Crítica Bastarda:

Recordar es peligroso. El pasado es un lugar que solo nos da preocupaciones y ansiedad. Sí, la memoria es tan traicionera. Un momento estás perdido en un circo de delicias, aromas de la niñez, neón destellante de la pubertad, todo ese sentimental algodón de azúcar. Después, lo llevan a un lugar en donde no quisiera estar. A un lugar oscuro y frío, lleno de humedad y sombras ambiguas que preferiría olvidar. Los recuerdos pueden ser viles, repulsivos y brutales. Como los niños, ¿no? Pero ¿podemos vivir sin ellos? Los recuerdos son nuestra razón de ser. Si los negamos, negamos a la misma razón. Sin embargo, ¿qué hay de malo en eso? No hemos firmado un contrato perenne con la racionalidad. No hay una cláusula de cordura. Así que cuando se vea encerrado en un desagradable tren de pensamientos, paseándose por lugares en su pasado donde gritar no está disponible… Recuerde esto: Siempre habrá locura.
Bienvenidos al universo de “Batman: La broma asesina” en su reverso de ‘animación-cinematográfica’ para el mercado doméstico y revelarnos un sentimiento contradictorio en el propio espectador. Hemos pasado de la expectación y locura a una decepción en cierta (o gran) medida. Y es que Sam Liu no ha cumplido con toda esa aureola de ‘hype’ que ha envuelto a su producto antes de su lanzamiento para dotar de una esencia perpetua a la novela gráfica de culto escrita por Alan Moore donde se revelaban reflejos entre Joker y Batman y un discurso metafísico sobre la cruzada personal de ambos. Aquella que era una historia de dos actos ha sido manipulada y segada para añadir un tercero, un prólogo para explicarnos por qué Barbara Gordon dejó de ser Batgirl y sostener una alocución sobre la implicación emocional del (super)héroe en su batalla contra el mal. ¿Dónde se encuentran las líneas y límites? ¿A qué sostén aferrarse cuando uno se asoma al abismo? ¿Se es capaz de regresar a la cordura o quedará atrapado en la oscuridad eternamente? Posiblemente ese primer acto desea amoldarse a la historia central, ese núcleo en el que el enfrentamiento entre Batman y el Joker llega a un clímax absoluto existiendo un punto de giro definitorio. La cuestión planteada por la adaptación de Brian Azzarello trata de dotar a ese arco argumental introductorio de un sentido emocional a Barbara Gordon (Batgirl) para que la agonía que sienten los personajes sea mucho más impactante y, así, unirnos al dolor en impotencia de su padre ante ese brutal disparo con unas intenciones enfermizas para destruir la vida futura de esa joven. En realidad, el Joker revela que no desea asesinar como un acto de simpleza sino que su finalidad es desenmascarar una extraña maquinación y venganza para conducir a todos sus enemigos a una espiral de locura, un lugar caótico donde él también se encuentra atrapado. De este modo, la cinta de Sam Liu trata de amoldar en esa alargada introducción el conflicto de Batgirl en la propia historia generando la lucha interna del personaje por dar sentido a ese abismo al que se tiene que asomar y la atracción intrínseca entre un villano y su perseguidor. Se trata de una historia funcional aunque débil y que no acaba de encajar completamente el conjunto al apartar al espectador de ese núcleo de la historia que es la propia adaptación del material original. 


Desconozco si la propia película de Sam Liu desea atraparnos en su propio discurso y sensación de locura, alejándonos de esa esperada historia central tras más de media hora de prólogo (?) para dar un trasfondo a la historia de Batgirl y presentación de Barbara Gordon. Llegamos al plan del Joker para revelar ese punto que desea establecer en su lucha eterna frente a su enemigo. Previamente Batman revelaba su desconocimiento por ese odio absoluto sobre él si su antagonista ni siquiera le conocía… Y sobre tal premisa aterriza el material fundamental tanto de la novela gráfica escrita por Alan Moore como de la propia adaptación. Esa materia que trata de demostrar el Joker es que cualquier ser humano puede ser conducido a la locura, que él no es una excepción sino que todos podemos convertimos en un monstruo si tenemos un mal día. Pero obviamente surge ese enfrentamiento en la propia historia sobre la transformación de los personajes en seres desquiciados y perturbados que atravesarán esas líneas rojas que les introducirán en el abismo. En realidad, Joker trata de replicar su propia mutación en villano a través de un tour de la locura al que somete a James Gordon, introduciendo una gran tragedia en su vida y desatando el horror sobre su propia hija para torturarlo. Incluso en ese punto, toda persona (incluido) Gordon establece un baluarte moral que el personaje ha fortificado y establecido y es afín a ese plan ético sobre el que se sostiene la cruzada de Batman. Es obvio que el libreto de Brian Azzarello desea articular la dicotomía interna en los personajes, fusionando principalmente el conflicto de héroe y villano. Ambos han abrazado en cierto modo la locura aunque establecieron sus propios mecanismos para lidiar con la demencia interior que alberga su alma. He ahí, además, la lucha del bien y el mal, del enfrentamiento absoluto que ya nos avecinaba un dialogo del propio Batman en Arkham que su contienda nunca deberá acabar en la muerte del otro ya que en cierto modo ambos se necesitan. 


El interés de “Batman: La broma asesina” siempre ha sido más metafísico al atreverse a posicionar a ambos míticos personajes en un círculo que ellos mismos forman, sosteniéndose mutuamente de caer en ese abismo absoluto. Incluso la locura de Joker necesita un asentamiento para aferrarse, para no desplomarse definitivamente en esa oscuridad del abismo que ha abrazado y que lo condenaría a la autodestrucción. Batman es consciente de tener un pilar para mantenerse a flote y esa gran jugada de Alan Moore no queda del todo bien representada en la cinta, como si tal potente material nunca estuviera a la altura deseada. Tal vez ese primer y alargado primer acto haga que los espectadores pierdan cierto interés en la historia, alejándolos del foco principal por introducir uno nuevo. El film trata, no obstante, de ser fiel a su propia coherencia interna revelando en los post-créditos que el camino de Barbara Gordon fue transformarse en Overwatch y no en Batgirl, como si el destino fuera un efecto de acción/reacción entre héroes y villanos. Esos elementos acaban divagando y no encajando los unos con los otros, perdieron el sentido y esencia del material primigenio. En realidad, la citada broma asesina es una burla para revelar un discurso de una relación absoluta y muta entre héroe y villano, teniendo en cuenta que su propia narración respecto a los orígenes del mítico archienemigo no es fiable debido en gran parte a que el propio Joker reconoce que su relato pudiera ser distinto o ciertos elementos hayan sido alterados. He ahí, por el contrario, la tragedia de un pobre hombre que acabó en el momento y lugar equivocado, siendo su propio creador el némesis de que dotará de sentido su pugna personal. Tal formula es habitual en el universo comiquero (el héroe crea a su villano o viceversa) pero Alan Moore supo dotar de una condición y naturaleza abstracta y sobresaliente la condición que define el bien y el mal y, sobre todo, la demencia desatada en tal condición en ambos bandos. Lamentablemente “Batman: La broma asesina” no ha captado todo ese brillante discurso y matices ambiguos, quedando más preocupado Sam Liu de tapar la ‘hendidura interglútea’ de James Gordon que de ofrecer una historia auténtica para nada contenida que finaliza con un chiste para mostrar una transferencia entre esos dos personajes condenados a enfrentarse por toda la eternidad.

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