Misery is the River of the World
Bienvenidos al reino de la polémica y controversia. “Babylon”, quinto episodio de la décima temporada de “Expediente X”, va a convertirse en uno de sus capítulos más cuestionados y odiados de la resurrección de los X-Files. Y no sólo en Texas… La entrega, escrita y dirigida por el propio Chris Carter, va a englobar muchas jugosas cuestiones respecto a la propia actualidad sociopolítica y televisiva, hablando de religión, terrorismo, ciencia y, sobre todo, respecto al poder de las palabras y del odio que pueden generar desatando el fundamentalismo. Creo que hay una secuencia que define perfectamente todo ese entramado y concepto, en la que vemos un debate televisivo creciendo en su tono hostil a rebufo de unos atentados yihadistas. Y en ese mismo plano aparece la figura del terrorista preparando la bomba del siguiente atentado, alejado de esa discusión surgida de la caja tonta, como un autómata y dummie al servicio de un poder que le ha anulado como persona y ser. Ese debate ya no va a arreglar nada ni cambiar un ápice su posicionamiento: la decisión ya está tomada. ¿Hay algo en el mundo que pueda cambiar tal grotesca predisposición? Carter evidentemente ‘humaniza’ a ese otro terrorista superviviente que ha quedado prácticamente como un vegetal, pero lo hace desde un concepto básico. Le vemos comer, beber, conducir, sentir cierto racismo por el color de su piel… sin diferenciar demasiado si es un simple robot cuyo cerebro fue extraído previamente por esa «guerra santa de los musulmanes». La religión es una de las lecturas del capítulo y se enfrenta el concepto católico de la «revelación», bajo esos sonidos de unas trompetas celestiales, y los problemas que engendra la lectura «literal» de esos escritos sagrados; que obviamente no pueden sobrevivir en la sociedad biempensante si no se «entienden» algunos de sus textos como simples metáforas y alegorías. Tampoco Carter tiene espacio para hablar de la incoherencia y/o hipocresía, de esos motivos que transforman «literalmente» al Corán o la Biblia para dirigir el odio frente a la homosexualidad cuando conviene, por ejemplo. Todo ese material va ser dejado al otro lado de la pantalla, ya que a Carter le interesa ver el poder de una idea en otro ser humano. Al creador del show le concierne conectar al hombre que perdió su raciocinio bajo el poder de la sugestión, siendo la religión un placebo capaz de articular un ‘Magical Mystery Tour’ o convertir al sujeto en parte de una maquinaria sádica y asesina. Y ahí, solamente un concepto primordial como el amor de una madre (por blando y naif que parezca) puede ser la conexión con esa humanidad perdida. Pero en “Babylon” hay más, aunque se abuse sobremanera del soundtrack para establecer ese variopinto discurso.
Hasta llegar al tema de Tom Waits para finalizar el ‘Magical Mystery Tour’ de Fox Mulder, “Babylon” interesa también por plasmar esos reflejos de la pareja protagonista en esos clones interpretados por Lauren Ambrose y Robbie Amell. Einstein y Miller son ese guiño a las necesidades de la industria por engendrar placebos y réplicas, por alargar el éxito de las propuestas a base de spin-offs y reboots. Carter presenta a esa pareja de agentes también para que Ambrosia Scully y Mulder interaccionen con ellos ofreciendo mecánicas que favorezcan el cambio de roles. Pero también “Babylon” arriesga al mostrar en su discurso el problema del lenguaje en el mundo actual, donde los seres humanos son incapaces de comunicarse satisfactoriamente y que deben buscar una vía para hablar un mismo idioma de nuevo que les conecte. Seguramente Carter será acusado de islamofobia por muchos que probablemente serán antisemitas o que ignorarán contrariamente el discurso de entendimiento que plantea Carter entre el misticismo, la propia ciencia y el mundo real. Vivimos en un planeta en el que las palabras tienen un peso atómico, en el que internet y/o los medios de comunicación son capaces de sugestionar al individuo manipulándolo. Y aquí no entra solamente la religión sino la devoción desproporcionada por artistas musicales, directores de cine, series de televisión o el propio Estado o ciertas ideologías y movimientos sociales, creando sectas de fanáticos que obedecen como buenos dummies aborregados las instrucciones y mandatos de odiar a toda persona que no opine lo mismo que ellos. La libertad de expresión ya no tiene cabida en este mundo, parece decirnos el episodio. “Babylon” desea hablar de ese odio y ofrecer un debate al espectador aunque le pierdan ciertos estereotipos, lugares comunes y una apuesta visual desequilibrada con el tono.
“Babylon” comienza con el atentando de dos suicidas musulmanes en una galería de arte en el suroeste de Texas pero no vamos a tener un caso asignado a Ambrosia Scully y Mulder sino a esa pareja de agentes interpretados por Robbie Amell y Lauren Ambrose, replicantes de ellos mismos que buscan alguna clase de consejo (de Fox a ‘Fox’) para poder ‘hablar’ con un terrorista superviviente, mutilado y en estado de coma. Con evocaciones al piloto de la serie, la intención es tratar de evitar otro nuevo atentado que se va producir en breve y el libreto va a planificar un intercambio de parejas para que veamos a Mulder y Ambrosia Scully establecer ciertas mecánicas con sus opuestos. Dana tuvo recientemente una experiencia de comunicación con su madre en condiciones similares y considera que puede ayudar a Miller (Amell) a establecer un enlace con ese terrorista al que todo el mundo quiere muerto… pero cuyas últimas palabras podrían salvar a otros inocentes. Dentro de esa contracción, entre víctimas que se convierten en verdugos y verdugos que se convierten en víctimas, interesa que Carter quiere también articular un tratado sobre la fe en el corazón de los espectadores bajo el prisma de la ciencia y la religión. Einstein (Ambrose) recibirá la llamada de Mulder para que ésta le ayude gracias a un ‘hongo mágico’ (Psilocybe Tampenensis) a conectar con ese terrorista, debido los estudios sobre los efectos que provocaba en todos aquellos que lo tomaban: experiencias que trascendían al espacio y el tiempo, teniendo confrontaciones con los muertos e incluso tocando al rostro mismo de Dios. “Babylon” juega con el suspense de tener al hospital donde se encuentran los protagonistas bajo una amenaza terrorista, con enfermeras que tratan de ejecutar la justicia por su propia mano (y dedo) y, por supuesto, con visitas inesperadas de «hombres de negro» que quieren hacerse con el caso.
El punto de giro obviamente lo marca el Magical Mystery Tour del Agente Mulder, en el que no va a faltar todo tipo de experiencias desatadas y cameos como el del «hombre del cigarro» y los pistoleros solitarios (The Lone Gunmen). Amén de ese delirio country o instantáneas del «woo-woo» que unen a “Cincuenta sombras de Grey” con “Ben-Hur” o descamisamientos gratuitos para que se note que David Duchovny sigue yendo al gimnasio. Importa el concepto místico bajo el mandato de la banda sonora con el tema de Tom Waits estableciendo una conexión maternal. La visión de Mulder fue provocada curiosamente por un placebo que le dio Einstein, aunque todo cobra sentido cuando la madre del terrorista aparece en las puertas del hospital. Ese asesino finalmente vuelve a recobrar su humanidad (raciocinio y cerebro) por esas únicas palabras nacidas del amor de una madre que pueden volverle a su ser. Pero tampoco aquí habrá paz para los malvados, expirando ante su misma redención pese a que su madre sepa (en sus plegarias y sueños) que su hijo no pudo activar su bomba en el último momento (explicando así su 'supervivencia'). Y allí Mulder recuerda y rememora esas palabras en otro idioma que marcaban su confesión final: Babil al funduq, el Hotel Babilonia donde se encuentra la célula terrorista. No esperen demasiadas explicaciones ni muchas más dosis de los doppelgangers en ese místico discurso final, donde se bascula entre ese Dios colérico de la Biblia de la Torre de Babel y Babilonia, dispersando a las arrogantes personas con un acto violento para que no volvieran a hablar en una lengua común. O ese Dios colérico del Corán que ordena la muerte de todos los infieles… Aquello que nos quiere dejar claro el capítulo es que los crímenes que cometen los seres humanos en nombre de Dios son pronósticos fallidos de la fatalidad, profecías malogradas de su dependencia sobre esa sugestión de las palabras. “Babylon” desea ofrecer esperanza en ese amor maternal, como la única arma para combatir el odio y también que el hombre debe buscar de nuevo el lenguaje común y perder su arrogancia para poder escuchar una invisible verdad… y las trompetas que todavía muchos son incapaces de escuchar. Nosotros, como espectadores, las escuchamos y vemos la grandeza de ese mundo completamente dividido. Nosotros somos la propia moraleja y paradoja. Que la audiencia odie este capítulo lo considero un tremendo éxito de Carter porque el simple hecho de que le da la absoluta razón en su discurso.
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Muy buena review. El capitulo empieza muy serio y pese a Mulder "desatado" nunca terminas de relajarte. En USA han dicho barbaridades sobre el capitulo y me esperaba lo peor, pero cuando acabe de verlo, pensé q todo cuadraba y, sin ser de mis favoritos, CC lo redondeó. Enhorabuena x el blog!
ResponderEliminarNo fue un Placebo, la agente Einstein mintió ante Skinner para evitar sanciones, los agentes del FBI (los de la vida real) se exponen a expulsión del cuerpo si consumen drogas
ResponderEliminarPienso lo mismo que tu, pero me queda la duda, porque hasta el mismo agente Mulder se cree que se tomó un placebo cuando la agente Scully se lo comenta al final y se echa el discursote sobre la sugestión
EliminarA mi me gustó. Leí las criticas y esperaba un capi basura y sin embargo terminó gustandome mucho... lo de las trompetas lo asocié más con las trompetas del apocalipsis... o sea... se viene...
ResponderEliminarquien sabe de los temas, la musica qye escychaba el agente Miller ?
ResponderEliminarHola!
EliminarYo solamente escuché un tema al final de episodio en sus cascos: "Secret Heart" de Ron Sexsmith. No sé si el Agente Especial tiene Spotify para que te pase su playlist... :D
Saludos bastardos.
Hola
EliminarUno fue:
Ho Hey (The Lumineers)
Saludos
Mabel