“Todo el mundo es
bueno” es la nueva producción de Telecinco
que parece ‘Gran Hermano’ de “Tú sí que vales”… aunque
recuerda a un cruce-plagio de “El semáforo” y la obra “La
catarsis del tomatazo”. El objetivo y pemio son 15.000 € para muchos concursantes
que tienen que impresionar al público con la mejor actuación de su vida y
evitar votos negativos durante dos minutos… Si su indicador llega al 50% recibirán un
castigo divino. Sólo uno puede ganar mientras nos narran la evolución de la
actuación con comentarios jocosos… Consiste, como
elemento común de la cadena, en ridiculizar a gente en un plató. Presentado
por José Corbacho y Pilar Rubio el programa se emitió la pasada
noche del lunes en primetime compitiendo con el capítulo final de “Hispania”.
Los resultados de ambas cadenas fueron discretos aunque la ficción de Antena 3 era una despedida…
mientras que el nuevo talent show de Telecinco… era
un estreno y un 11% de share en primetime equivale a suicidio. ¿Ha
vuelto a fracasar Pilar Rubio… de nuevo? Las críticas inundaron las
redes sociales y recordaron al acoso y derribo que sufrió recientemente Sara
Carbonero con el célebre trending topic Gracias Sara. ¿Machismo,
envidia o simplemente critiqueo made in Spain?
Pilar Rubio, al igual que Sara Carbonero, han sido TT en Twitter durante 24
horas. Algo que nos recuerda a esa Caza de Brujas que denunció la
periodista deportiva que se encuentra cubriendo la Eurocopa. Con #todoelmundoesbueno y Gracias Sara el ‘anonimato’, visibilidad e inmediatez que propone
la red social más rápida y concurrida de Internet se han convertido en armas
afiladas contra el ego de las estrellas. Alejandro Sanz, que fue
entrevistado esa misma noche TVE por Julia Otero, recibió brutales
críticas por llamar ladrones a los internautas pero sin confesar el lugar donde
tributa y si, por lo tanto, evade impuestos. Que si Sara va de low-cost o denota
pocas luces en sus obvios comentarios a pie de campo parece instaurarse como
debate nacional junto a las mentiras del gobierno actual, herencia del pasado,
rescates, prima de riesgo, recortes y subidas de impuestos. España, recordemos,
es el país del critiqueo… aunque no soportamos que nos critiquen. Véase, el
reciente caso de los guiñoles… que llegó a implicar desde altos cargos
políticos hasta al propio Rey.
En “Todo el mundo es bueno” se defenestran a los participantes por interacción del público. ¿No es injusto criticar a las redes sociales cuando están trasladando ese componente metaficcional a su realidad? ¿Es injusto aplicar el mismo sistema que define el talent de Telecinco? ¿Podemos defenestrar, como espectadores, a un programa que nos parece malo? ¿O todo el mundo es malo? No es que hayan salido voces a criticar a los criticones (salvo un borrado de comentarios en la página de facebook del programa) pero ya el propio Corbacho en una entrevista previa a la emisión defendía a su compañera bajo el patrón de criticar sin conocer a la persona que esconde el personaje. Es cierto que si en vez de Sara Carbonero o Pilar Rubio fueran el objeto de críticas nuestras madres, hermanas, novias o amigas (con y sin derecho a roce) saldríamos como perros rabiosos a defender el honor y claudicar tal mancilla. Pero tanto nuestra familia como nosotros mismos no somos famosos ni populares, no salimos en televisión y parece que Telecinco nos circunscribe, como mucho, a ejercer de bufones y frikis en sus programas. ¿Por qué no se puede ridiculizar los programas de una cadena que basa sus programas en ridiculizar a otros?
Sara Carbonero comparaba las críticas que recibió con las prácticas de la Inquisición y a juzgar por sus declaraciones se considera una inocente acusada injustamente de ser una vulgar, vieja y fea bruja… La verdad es que Santiago Segura le dejó claro a Antonio Banderas en su inolvidable monólogo de los Goya el motivo por el que nunca ganaría uno: «Es uno de los tíos más majos del cine español, es embajador de nuestro cine, ¡¿cómo es posible que no tenga ni un Goya?! Pero, tiene un chalé que te cagas en Marbella, una mansión en Los Ángeles, está casado con Melanie Griffith, y cobra por película más que todos nosotros… que le jodan». La envidia es el mayor de los pecados y, seamos sinceros también, ¿tendrían trabajo Sara Carbonero y Pilar Rubio si fueran gordas y feas? ¿Es eso machismo o las cadenas que imponen ciertos cánones de belleza son machistas? ¿Y si no podemos llamarlas feas (aunque a Sara le persigue la percepción de cara de asco) ni gordas tenemos derecho a tildarlas de fracasadas y/o estúpidas? ¿Consentiríamos eso en nuestros trabajos? ¿Seríamos capaces de soportar que millones de personas criticasen aquello con lo que nos ganamos la vida indicando lo mal que lo hacemos? Tal vez haya que diferenciar ese peligroso margen que marca la crítica del respeto.
El momento más triste de “Todo el mundo es bueno” no fueron los despropósitos de actuaciones entre gallos y dobles frikis de Julio Iglesias sino que a la pobre Pilar Rubio le ‘robó’ temporalmente el puesto Paz Padilla delante de sus narices y delantera. “Todo el mundo es bueno” es, en mi bastada opinión, un mal programa que nos hace recordar esos veranos salvadores con “El Grand Prix del verano”. Lo mejor fue la aparición de un artista brillante que ya conocíamos de las selecciones eurovisivas: Pichichi Musical. Fue injustamente humillado por el público del plató pero nadie hablará de él… Le colgarán la etiqueta de friki y le defenestraran en el olvido pero nadie le defenderá: porque, al contrario de Sara Carbonero y Pilar Rubio, Pichichi Musical sigue siendo un ser anónimo cuya voz y talento se perderá en la distancia y el tiempo.
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