Ha pasado medianoche y tiene que comenzar la cuenta atrás hacía el amanecer… Comienza el camino de equilibrista en un circo de monstruos y relicarios en “Hitting the Ground”. Golpes al suelo en momentos difíciles. Algunos espectáculos tiene que acabar para que comiencen otros y los protagonistas y secundarios del mayor espectáculo nocturno tiene que… ¿evaporarse? “True Blood” no conoce de horarios ni cierres: el espectáculo tiene y debe continuar.
Sookie está muy buenorra… demasiado… y Lorena acaba de descubrirlo. Ahora entiende toda la atracción que sentía Bill por una camarera pueblerina con poderes mentales del tres al cuarto. Bueno, la telepatía sería un poder de cuatro cuartos sobre diez. Está visto para sentencia que la saturación de personajes sólo tiene una solución narrativa: liquidarlos. Lorena es víctima de una encerrona y de la buena puntería con la estaca de Sookie… Poco o nada le valen sus trucos de vampirina enamorada y llorona porque no se lo cree ni la paleta de pueblo. Y esa es Sookie. Empalamiento certero y geiser de sangre y vísceras (o eso viscoso supongo que será sus diluidos corazón y entrañas). Bill, pese a elevar a Lorena para su finiquito, queda pringado hasta las cejas y, sin fuerzas, queda completamente out. Más economía narrativa y nuevos muertos secundarios. Cott, el hombre lobo idiota y líder de la perversa manada, es ejecutado por Alcide ante la indignación de Arlene Fowler. Está chica sacada de un clip de los ochenta parece que va dar más juego esta temporada… pero de momento se queda con la puerta cerrada y en sus morros de loba.
«¿Qué eres?» parece que se va a convertir en la pregunta más recurrente de la serie respecto a Sookie. Como si fuera la chica nueva del pueblo y todo cristo quisiera saber quién es con este también recurrente «¿Y tú de quién eres?». Sabemos que sirve bien los muslos y las pechugas en el restaurante de Sam, que sabe limpiar eficientemente la casa de su abuela cada vez que se la destrozan (un par de veces por temporada) y que pude leer la mente no muy allá ya que se pierde por su chico vampiro. También que estaba siendo investigada por el CESID vampírico y que su árbol genealógico le delata. Su abuelo parece responsable y, como si en cuento de hadas estuviera sumergida “True Blood”, nos revela que de hadas* seguramente trate todo. Sookie no es mortal aunque tenga su apariencia… pero Bill, hambriento y vacío como un dentífrico, se la papea enterita. ¿Lo ven? El amor no existe cuando uno tiene hambre. Ante la cólera de Tara, Bill es expulsado a la luz del sol con una patada voladora a la Chuck Norris, pero parece que la sangre de una camarera con superpoderes y oscuro pasado fantástico y fantasioso tiene poderes increíbles para un vampiro. Sin sangre y sin novio Sookie entra en coma y conoce a sus parientes. Los seguidores y defraudados por la mitología de “Lost” saldrán al baño directos a vomitar aunque en territorio “True Blood” todo vale. Sobre todo porque Alan Ball sabe cómo no tomarse en serie el género y el formato. El cuento de hadas que nos propone pasa por el hospital, la anti-donación de sangre, la amnesia, el drama familiar (¿qué mató a los padres de Sookie?) y un chillido final. Hay crisis en una relación que parecía irrompible. Ella es la luz y Él es la oscuridad. Ambos son antagónicos y de mundos opuestos… La sangre de Bill es lo único que puede devolverle al mundo de los mortales aunque ¡devuélveme lo que me has robado, canalla! Lo que se da, a veces se quita y si es mediante una improvisada infusión y sondeo mejor que mejor. Aunque todavía nos tienen que explicar eso de «Te robará la luz. No dejes que te la quite. Prométemelo». No sale una cueva pero sí un manantial. ¿Tendrá tapón? Bueno, de momento tampón... sí y varios. A menos que esas hadas / ninfas bailonas no tengan el periodo o todo se quede en el fondo... Esperemos que lleguen al fondo y pronto. Aunque lo no se entiende en absoluto es Sookie perdone una infidelidad a Bill, que le restriegue la cornamenta por telephone... pero no le puede perdonar que casi le chupe entera... ¡Pero si era un halago tía! ¡Qué estás muy buena!
Sam Merlotte es cambiaformas pero no sabe infiltrarse como humano. Cazado y expulsado tiene que recurrir al nudismo y a los pelos. Está claro que “True Blood” se dirige directamente hacía los patrones de la parodia del redneck-ismo americano. Las peleas de chuchos se hacen en parajes sacados de paletada-nui. Los Mickens parecen sacados directamente de ese way of life pero, al parecer, Tommy quiere ser más cosmopolita y verse las temporadas de “Sexo en Nueva York” mientras toma Cosmopolitans.
Jason Stackhouse sigue encoñado hasta las trancas de Crystal. Sobre todo si su vida se resume con el del culebrón homónimo. ¿Quién es Crystal? Hoyt, que al menos parece utilizar mejor su par de neuronas, le una idea: sacar la información al tipo que ayudó a arrestar cuando conoció a su amor platónico. Pero Hoyt recibe la visita de Summer. Como recordarán ella es Melissa Rauch. Vale, ya sabía que no la conocerían. Es Bernadette, la que fue la novia de Howard y compañera de trabajo de Penny en algunos episodios de la tercera temporada de “The Big Bang Theory”. Aquí sabemos que quiere echar el guante a Hoyt y, de momento, saber hacer unos bizcochos rellenos de mermelada de frese excelentes…y algo muy importante en una relación redneck: limpiar el polvo de la casa y que tenga un aspecto decente. Esta chica está en los créditos del resto de temporada así que entendemos que hará más recetas, por lo menos.
Jason descubre que el preso es primo de Crystal pero tendrá que sobornarle con metanfetaminas. Como siempre al chico no le toman en serio en ninguna parte y menos el camello del pueblo.
Eric Northman descubre el mayor secreto de la serie: la prima de Sookie se lo chiva antes de que el vikingo dentudo le devore enterita. La Reina Sophie Anne también lo sabía… pero se desconocen sus intenciones y por qué Bill fue enviado a su misión. Todo queda en un chimorreo aunque, como en todos los sitios, acaba siendo público. Russell Edgington también nos descubre que es un excelente sumiller y que sabe más idiomas que Hans Landa. Parece que es requisito obligado del buen y moderno villano estar integrado con todos las expresiones idiomáticas aunque su castellano es más mejicano que otra cosa. La cosecha es de Andalucía, de finales del siglo IX y el propietario es El Magistrado, un auténtico Inquisidor y torturador, aunque con mucha clase y buen gusto, que conste. Debe y tiene que tener cuidado porque uno puede perder la cabeza si no oficia bien un matrimonio. Decid Hoooooola a la verdadera muerte porque “True Blood” acaba de volver a arrancar.
*:No queda claro si son ninfas o hadas y por qué en sus fiestas no ponen a Lady Gaga.
Según la RAE:
ninfa.
(Del lat. nympha, y este del gr. νύμφη).
1. f. Mit. Cada una de las fabulosas deidades de las aguas, bosques, selvas, etc., llamadas con varios nombres, como dríada, nereida, etc.
hada.
(Del lat. fata, f. vulg. de fatum, hado).
1. f. Ser fantástico que se representaba bajo la forma de mujer, a quien se atribuía poder mágico y el don de adivinar el futuro.
*:No queda claro si son ninfas o hadas y por qué en sus fiestas no ponen a Lady Gaga.
Según la RAE:
ninfa.
(Del lat. nympha, y este del gr. νύμφη).
1. f. Mit. Cada una de las fabulosas deidades de las aguas, bosques, selvas, etc., llamadas con varios nombres, como dríada, nereida, etc.
hada.
(Del lat. fata, f. vulg. de fatum, hado).
1. f. Ser fantástico que se representaba bajo la forma de mujer, a quien se atribuía poder mágico y el don de adivinar el futuro.
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