lunes, 9 de enero de 2017

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Sherlock (4x02) The Lying Detective: Secretos oscuros al descubierto


No soy tierno, voy colocado. 

Los primeros compases de “The Lying Detective”, segundo episodio de la cuarta temporada de “Sherlock”, sirven para ubicar las necesidades emocionales del Dr. John Watson y revelar un conflicto dramático y psicológico: sigue viendo a su esposa recientemente fallecida. Irónicamente el recuerdo de mujer persiste y Mary Morstan (Amanda Abbington) va a estar de cuerpo presente retorciendo su cordura para apuntalar los conceptos del capítulo alrededor de la muerte y la presencia en las vidas de aquellos que nos dejaron (y los secretos que todavía residen). Evidentemente “The Lying Detective” también se centra en la memoria y aquí surge Culverton Smith (Toby Jones) como maestro del olvido. Ojos que no ven… corazón que no siente. La cuestión es sencilla: ¿qué innombrable crimen tiene que ser olvidado tras la confesión? ¿O es que acaso la propia palabra encuentra la muerte si es dispuesta en el sepulcro del abandono? Un alto mando de la policía, otro magistrado, otro ejecutivo de un grupo importante de comunicaciones e incluso sus subordinados y ser más cercano escucharán algo que pronto será borrado pero que la memoria del espectador retendrá: Culverton Smith tiene que matar a alguien… ¿A quién quería matar su padre? Holmes puede resolver ese misterio aunque nos encontramos ante una de esas entregas con muchos giros de guion y sorpresas que también remarcan algunos guiños a elementos previos de “Sherlock”. Tal vez a la serie le guste provocar la caída libre de sus protagonistas y que éstos vivan sus propias crisis personales para incentivar ese regreso y ascenso hacia un tiempo anterior. Sabíamos que ruptura entre Holmes y Watson tenía a Mary Morstan como pieza intermedia para facilitar el encuentro y el mensaje póstumo de aquella que fue la esposa de John va a ser clave para entender las acciones de Sherlock. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el detective más famoso del mundo para recuperar y proteger a aquel que fue su compañero y mejor amigo? Repasemos “The Lying Detective”

¿Existe implicación emocional entre los personajes o todos, por el contrario, actúan por interés o bajo efecto de las drogas? Sherlock trastornado es un problema de seguridad y el seguimiento de su hermano forma parte de ese entramado de los guionistas para seguir manteniendo la llama de Mycroft Holmes sobre los arcos argumentales del espectáculo. La visita de Faith, la hija de Culverton Smith, detonará la necesidad del protagonista por dar caza al poderoso Culverton Smith… si es que nuestro detective no es víctima de su alto consumo de drogas. “The Lying Detective” desea recrearse en un juego de verdades y mentiras donde no falta un asesino en serie que se atreve a evocar a Henry Howard Holmes, que recientemente fue utilizado para inspirar a James March de American Horror Story: Hotel. Culverton es un hombre tan poderoso que podría matar y salir impune en el proceso y algunos de sus muchos detalles de relacionarse con los demás se va destapando esa vena sádica de sociópata con una vocación claramente morbosa. Cada vez que este señor pregunta a uno de sus subordinas cuánto tiempo lleva trabajando para él puede echarse a temblar… El episodio quiere deleitarse en la comedia negra sin olvidarse de espacios dramáticos y esos mecanismos de tensión necesarios para confeccionar un entretenimiento a la altura de las expectativas. Si bien The Six Thatchers” (4x01) pudo dejar ciertas dudas en algunos seguidores, “The Lying Detective” despliega las virtudes de “Sherlock” gracias a ciertas proposiciones no lineales de su montaje y centrándose hábilmente tanto en ese tono de humor ácido e incisivo tan ‘british’ como en los recovecos dramáticos de los conflictos de los personajes y sus heridas abiertas. El espectáculo de BBC es conocedor que si un gran villano no puede llegar demasiado lejos y Toby Jones se recrea en la maldad de su personaje y su secreto acerca de su condición asesina y posición intocable para la ley… hasta que Holmes lo desenmascara públicamente con resultados un tanto inesperados. Al fin al cabo el conflicto del antagonista del episodio es reconocer ante el mundo que es un asesino en serie (y que lo tomen en serio).


“The Lying Detective” incluso no quiere olvidarse de Mrs. Hudson y posiblemente su personaje defina esa comunión entre humor un tanto loco (véase la genial secuencia del maletero) como de una concepción claramente dramática apuntalando tramas emocionales. La presencia ‘fantasmal’ de Mary también facilita a propiciar una lectura sobre esas heridas y conflictos anteriormente mencionados, sirviendo a Steven Moffat de un recurso de guion para buscar la catarsis. La idea es que Sherlock se sienta culpable (y responsable) por la muerte de Mary y que, al mismo tiempo, Watson confiese ese conato de infidelidad antes de la muerte de su esposa. Ambos dan la impresión de vivir atrapados en los encuentros de dos mujeres y la jugada maestra del episodio se desarrolla en su conclusivo cliffhanger para atar todos los cabos sueltos. Pensemos en que la idea es que tengamos todo tipo de cuotas en la presente entrega y el desarrollo de los personajes no es opcional, recordándonos que las vivencias de Watson pueden servir de ejemplo a Sherlock para corregir sus muchos problemas para tratar de ser humano. En los márgenes de la locura en la que se mueve el episodio y los delirios de los estupefacientes, el punto de vista de la historia viene marcado por esa decadencia de Holmes y uno de los peores momentos a los que se ha enfrentado junto a esa batalla (ideológica) perdida con Charles Magnussen. Sherlock nos desveló una oscura vuelta de tuerca cuando se encuentra en un laberinto sin salida lógica y esta vez va a toparse con otra encerrona… que revela un punto de giro. Y es que Sherlock descubrirá que una pieza del puzle carece de sentido cuando Feith, la hija del pérfido Culverton Smith que compartió con él el oscuro secreto de su padre, aparece para revelar que no es la misma persona. ¿Está loco Sherlock? ¿Es víctima de los efectos de las drogas o, por el contrario, alguien está jugando con él? Smith es una extraña revisión de un asesino en serie que siguió el ejemplo de H. H. Holmes para disponer de un lugar en el que acabar con la vida de personas sin que nada ni nadie pudiera percatarse. ¿O no era una idea brillante la de un hospital en la que los moribundos pudieran desparecer sin dejar rastro dejando claro que Smith podía matar a cualquiera y disfrutar de sus cuerpos sin vida cual objetos y trofeos en la morgue? Holmes tiene una agenda en sus acciones que descubriremos pasaba por seguir el consejo de Mary para recuperar a Watson y que éste tuviera que socorrerlo en el momento más complicado de un caso. Precisamente tal moneda esconde dos caras: la primera cuando Watson detiene a golpes a Sherlock, de un modo un tanto sadomasoquista y catalizador de sus emociones y odio, para que éste no repita otro asesinato a sangre fría como realizó con Magnussen tras perder la batalla y, evidentemente, en el instante en el que se da cuenta que su amigo está en peligro y ha de ayudarlo. 


Ese juego de Holmes para ponerse voluntariamente en peligro y provocar que Watson lo salvara forma parte de las esencias de un episodio que juega constantemente entre el clímax y el anticlímax, provocando que Sherlock tenga la gran e indudable capacidad de pronosticar los movimientos y acciones de todos sus amigos y enemigos para dar el golpe maestro y jaque mate. Tal vez aquí la idea es que los personajes obtengan aquello que necesitaban para continuar. Watson encontrará en esta terapia de choque la posibilidad de sacar a relucir su culpabilidad interior para lidiar con la muerte de su esposa mientras que Holmes alcanzará la reconciliación con su amigo. También tal acto nos posicionará en el recuerdo de que Irene Adler y de aquello que se pudiera estar perdiendo el protagonista de la serie por apartarse de su humanidad. Aparte de conocer la fecha de cumpleaños de Sherlock, “The Lying Detective” aporta otro tipo de lectura al revelar que Holmes utiliza el poder del mismo modo que Culverton Smith para salir impune de sus actos más oscuros aunque la pregunta pudiera sea otra: ¿utiliza Mycroft a su hermano o viceversa? Sea como fuera los sentimientos surgen en esas líneas de intereses y tampoco nos extraña que Mycroft acabe con Lady Smallwood tomando una copa… de lo que sea o que, por el contrario, Sherlock cede a sus instintos para contestar esos mensajes que recibe por parte de Irene. O, tal vez, ya lo hizo… “The Lying Detective” esconde una poderosa vuelta de tuerca final al correr la cortina respecto a la identidad de esa mujer que se ha ido cruzando en anteriores episodios (y en el presente) en la vida de Sherlock y Watson. Y es que la terapeuta de John, así como esa joven con la que se encontró en el autobús o aquella mujer parecida a Faith, resulta ser Eurus, la hermana secreta de Sherlock. Ese viento del este viene con instintos homicidas (acabó con la auténtica terapeuta) y ahora luce una pistola que no va a dudar en utilizar frente a Watson. Tal confesión pudiera sumarse a aquella que practican todos los personajes, héroes y villanos, como si la mentira ya no tuviera sentido y fuera le momento de revelar al mundo entero los secretos oscuros que albergaban. Es posible que ese soniquete (miss me?) entable también una extraña conexión entre Eurus y Moriarty, como si la hermana secreta de Sherlock fuera la jugada para vengar al gran villano de la función… o ser una excusa que está utilizando este nuevo intérprete de la historia en su propio beneficio. Lo descubriremos en “The Final Problem” (4x03)

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1 comentario:

  1. Let's see what the last episode will bring to us... Quizas el 'desviarse' de sus dos primeras temporadas ha creado un Sherlock alternativo. Me gusta lo que veo, me has gustado estos dos capitulos.
    Lo unico que me chirria es la dentadura postiza de Toby Jones. No la dentadura en si, si no el horrible ceceo al hablar. No entiendo porque sacrifican el potencial del actor en estas nimiedades que, a mi parecer, solo entorpecen y hacen que te fijes en algo que ni deberias.

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