lunes, 12 de mayo de 2014

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Mad Men (7x05) The Runaways: La Caja

Es normal que tras The Monolith” (7x04) estemos ante una (r)evolución interna de “Mad Men” sin que la serie haya perdido todas sus credenciales. La reducción de capítulos dentro de esa despedida dividida entre 2014 y 2015 por dos partes de siete entregas cada una, no obstante, ha potenciado que los arcos argumentales se agilicen para posicionar los elementos que dotarán de sentido el final de Don Draper en nuestros televisores. En la serie que sus haters afirman que no pasa nada, internamente está en constante transformación. Matthew Weiner es demasiado listo y cualquier seriéfilo o profesional del guión simplemente puede aplaudir sus cuidados recursos y engranajes que componen una de las series condenadas a marca la era dorada catódica. El año pasado AMC despedía a Breaking Bady ahora se prepara para el adiós de otra de sus más reconocidas creaciones. Llegamos a “The Runaways”, quinto capítulo y antepenúltimo de la primera parte de su séptima y última temporada de “Mad Men”, para seguir los pasos de ese nuevo Don Draper en un mundo de locos… ¿dónde él es el Rey?

Con la llegada de ese ‘monolito’ y computadora, “Mad Men” entra en una nueva era donde los hippies y los burgueses rebullían en la revolución de un país que daba la entrada a la tecnología. No vamos a llegar a “Garganta profunda” pero sí a los suficientes cambios sociopolíticos que, en realidad, siempre han estado presentes en una serie que cuida (y mucho) todos sus detalles. “The Runaways” es otro gran episodio que nos remite a A Field Trip” (7x03) tanto por su estructura Don/Betty como esa conexión que establecía la prostituta con la que Wells Rich Greene trató de seducir a Don. Sus parecidos con Caity Lotz (ahora muy conocida por ser El Canario de Arrow) que interpreta a Stephanie, la sobrina de Anna Draper, no fueron coincidencias. También disponemos de esa evolución emocional de Don y Betty. Ambos están hechos el uno para el otro o posiblemente Betty (la eterna niña mujer) haya aprendido a conseguir todo aquello que desea, ya sea con un sándwich o por un acto de pura envidia o reivindicación personal. ¿De verdad que se considera tan inteligente para ser un ama de casa y florero sin voz propia por el mero hecho de saber italiano? El contraste del american-way-of-life de los 50 y principios de los 60 después de “2001: Una odisea del espacio” y a punto de llegar a los 70, le ha propiciado a Matthew Weiner la posibilidad de recapitular y añadir un nuevo personaje: un IBM S/360. No un es HAL 9000 pero sí la revolución para el sector y ese cambio en las oficinas que llegarían a nuestros días. También de las amas de casas y de la propia mujer y sus motivaciones personales. De momento, disponemos de ‘monolito’ plantado en la antigua sala de los creativos que va a ser el quebradero de cabeza de alguno de ellos… e incluso motivo para que esa cabeza gire tanto que acaba perdida. 


La estructura de los libretos de “Mad Men” suele funcionar como una perfecta caída de piezas de dominó, esta vez introduciendo la locura (y desenfreno) a ciertos niveles y tonos. Nada es gratuito pero se puede respirar ese disparate donde a veces podemos excitarnos, reírnos o aterrarnos… Desde unas caricaturas que dibuja Lou y que caerán en manos de Stan hasta la llamada de Stephanie que está en Los Ángeles y con un embarazado bastante avanzando. Don quiere verla y partirá esa misma noche haciendo que Stephanie sea alojada por Megan… que tiene una fiesta y no para la ocasión. Las bromas de los creativos y sobre todo de Stan y Mathis referentes a las caricaturas de Lou provocará que el afectado no se tome demasiado bien el tono jocoso que han despertado. Que Lou apriete las tuercas y obligue a quedarse a los creativos hasta tarde provocando que Don aplace su viaje… y que Stephanie y Megan se conozcan forma parte del avance narrativo. Otra cuestión es Stan esté ‘on fire’ en sus diálogos inconscientes. Stephanie va a funcionar en el capítulo como un personaje espejo tanto para Megan como para Don. La primera sentirá celos de cualquier conexión emocional que pueda tener su esposo, aunque simplemente sea afecto familiar, y el segundo desea aferrarse a Dick Whitman como posibilidad de evolucionar. Ciertamente Stephanie es la única ‘familia’ de su pasado y no puede perderla bajo ningún concepto. Cuando escuchamos a Stephanie decir «Conozco todos sus secretos de Don» sabemos que tiene su bombo en la calle y Megan con un cheque en mano lanza la indirecta que esa hippie de Stephanie que no comía carne en bastante tiempo (ni finalmente va a probarla, ¿como una referencia sexual?) la coge rápido y nos dice adiós. El levantamiento del castigo por parte de Lou provoca que tengamos a Don en Los Ángeles sin Stephanie pero con esa amiga de Megan que no sabemos si realmente está enamorada de ella o es una fangirl. Con los preparativos para la fiesta va a llegar la locura donde Ginsberg es la punta (o pezón) del iceberg. Con ese ruido de fondo que genera el ordenador y que acaba con Ginsberg saliendo a tomar un café con sus oídos tapados por dos kleenex tendremos un homenaje a “2001: Una odisea del espacio” con Lou y Cutler hablando (silenciados) en la sala de ordenadores. 



Que Ginsberg se persone en el apartamento de Peggy para hablarle de su teoría conspiratoria sobre la reunión secreta de Lou y Cutler (‘HAL 9000’ les ha vuelto homosexuales y que todos están en peligro) no deja de ser un punto de locura algo habitual en el personaje que no sabemos si se burla del mundo o realmente está loco. Siempre ha sido así pero la llegada de ese ‘monolíto’ no le ha hecho evolucionar como al resto de empleados… Un beso un tanto violento a Peggy para quebrar los planes de homosexualización de la raza humana nos congela la sonrisa tanto como a desafortunada que acaba echando a Ginsberg de su apartamento. Es momento de cambiar de besos y caricias porque realmente la reunión que mantienen Lou y Cutler va por otros derroteros y es en la fiesta de Megan donde aparecerá alguien que dé sentido a todo el asunto. Por allí se persona Harry acompañado de su amante para que tanto él como Don acaben en un bar y salga información jugosa para el futuro del paria de SC&P. Lou y Cutler desean conseguir Cigarrillos Commander de Philip Morris y forzar así la salida de Draper. También Harry, en cierta deuda para que Don no revele a su mujer su infidelidad (la última salió bastante mal parado…), le comenta que Ted Chaough es un inútil y que él debería estar en Los Ángeles. Después de los negocios llega el placer aunque Don no tenga ganas y Megan y su amiga Amy formen un trío dentro del desenfrene que las drogas han producido a las mujeres. Don encantado o tal vez no, porque esa secuencia nos remite a esos conflictos de los personajes y recordamos a Dick Whitman siendo ‘acosado’ por una prostituta cuando era un crío y también a esa Megan enloquecida dentro de esta temporada, agarrándose desesperadamente a Don para complacerle y conectar con él. ¿No les están saliendo las cosas como pensaba en Hollywood y está al borde del ataque de nervios y protagonizando ella misma un culebrón? A la mañana siguiente recibirá una llamada de Stephanie, que está en Oakland, y Don insiste en cuidar tanto de ella como del bebé y que le avise cuando nazca. ¿Un futuro ramal y vía de escape? Don ahora es un animal sincero y le cuenta a Megan que Harry le dijo cosas que no debería conocer y debe partir de vuelta al trabajo. Del mismo modo que Don nos guarda una evolución, los cambios en la vida de Betty llegan por vías un tanto forzadas por ella misma, sacando de quicio a todos aquellos que le rodean para que finalmente tenga la solución a sus necesidades. Que en una fiesta exprese su opinión sobre Vietnam y sea corregida por su esposo generará una tormenta y escenas de matrimonio en su dormitorio. Bobby escucha todo… que hay que aprender de la gente mayor y loca. Con la llegada de Sally de nuevo a casa, tras darse un fuerte golpe en la nariz por hacer una locura y jugar con palos de golf como si fueran espadas, Betty explotará también y tiene razón: ella le dio esa perfecta nariz, ¡castigada! Bobby cree que Betty y Henry se van a divorciar pero Sally conoce perfectamente a su madre y todo de la impresión de formar parte de ese juego de avanzar y reivindicarse como una mujer inteligente. ¿Abandonará el delantal y dejando de ser un florero a los intereses políticos de su marido para trabajar en una oficina? No, no digan que la pondrían a fregar escaleras… Piensen como Bobby e imagínese que le deja a mamá una solicitud de empleo del Subway más cercano…


La estrategia de Don pasa por interrumpir la reunión de Lou y Cutler con los ejecutivos de Phillip Morris y es normal que surja inmediatamente la famosa carta del New York Times. Como buen publicista, Don sabe venderse y convierte su debilidad en la mayor de sus armas. Ha trabajado para otras compañías de tabaco y es el único que tiene experiencia con los opositores de la industria. Aquello que hizo fue para salvar su negocio y ahora es el hombre perfecto para llevar Philip Morris. Que Lou acabe diciendo que Don es increíble y éste les ceda su taxi no deja de constatar que Don Draper ha vuelto para quedarse en nuestros televisores… aunque le tengamos que despedir a la vuelta de la esquina. ¿Qué Nixon aprobara un año después una ley en contra las compañías tabacaleras forma parte de tal estrategia del guión? Con tanto movimiento loco llegamos a la auténtica locura y es que algo aterrador va a suceder en SD&P. ¿Qué será? Tienen la descripción gráfica más arriba y se están en este punto deberían haber visto el capítulo, ¿no? No es otro suceso que la reconciliación de Ginsberg a Peggy dándole una caja de regalo… ¿Qué hay dentro? Ningún seguidor de la serie pudo imaginarse aquello que Peggy reveló en su interior… porque dentro de esa caja estaba el pezón que el propio Ginsberg se había cortado para declarar su amor. Se ha vuelto loco, completamente loco. Peggy tiene la fuerza para mantener las composturas, salir y hacer una llamada. Ginsberg será llevado en una camilla al hospital y Stan seguirá ganando puntos en este episodio, mientras continuamos odiando al pérfido y villano de Lou Avery. Ginsberg siempre tuvo un punto de locura y los síntomas de la enfermedad mental que pudiera padecer (¿esquizofrenia o psicosis?) quedó tapada entre su sensibilidad y vertiente creativa. La mirada de Peggy lo dice todo, como si aquí hubiera acabado tanto una historia de amor como todo aquello que representaba Ginsberg, todo aquello que quedó en una caja que nunca debió abrir. ¿O tanto Peggy como los espectadores estábamos condenados a abrirla como esa referencia que el propio Ginsberg hace de Casandra al principio del capítulo?

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Historias Bastardas Extraordinarias by Maldito Bastardo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.

3 comentarios:

  1. muy buen articulo...
    AHHH! Yo sabia que Don iba regresar ... excelente secuencia final en la reunion con phillips morris (la tabacalera mas grande del mundo)
    ... lo mejor del capitulo... el momento de locura de uno de los creativos de la agencia... que pierde la cordura ante EL COmputador que hoy ocupa el lugar de la sala creativa!!!! excelente escena :) "los computadores estan volviendo homosexuales a la gente... tenemos que reproducirnos antes que nos pase algo" ...jajajaj!

    http://www.trejoscomics.blogspot.com/
    “Es mejor tener honor y dignidad que vivir como un parasito del éxito de otros”. Luis Gabriel Trejos Duque.

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  3. Gran análisis. Mi teoría respecto al trío es que Megan da un paso más en su desafección del modo de vida de su aún marido. Son personajes coetáneos, pero pertenecen a mundos distintos y esta inesperada escena es otra muestra más de que Don se está quedando atrás, aunque siempre haya sentido curiosidad (como buen creativo) por el mundo que viene (hippies, drogas, etc.) pero siempre desde su posición dominante WASP. Megan está experimentando (ella sí está en la edad) y le cuesta recordar que tiene un marido al otro lado del país. ¿Sentimientos encontrados? Claro. Es humano y define bien la posición de la canadiense, pero la distancia se agranda. Algo que se veía venir y además era inevitable.

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