El titular tiene pelos y estética drag: Conchita Wurst (o Conchita Salchicha para los amigos de Spain), representando a Austria (Ostria en Parla y los alrededores a 900 kilómetros a la redonda), ha sido la rotunda ganadora del Festival de Eurovisión 2014. Desde este humilde y bastardo blog no queremos apuntarnos un tanto pero ‘Rise like a phoenix’ ya fue divinizada en el post del 25 de marzo dedicado a revisar las favoritas de aquel entonces, donde figuraba la mujer barbuda y esa nueva reformulación de Dana International que anteriores años se ha buscado sin pasar más allá del apunte freak. Para explicar el fenómeno Conchita, a la que las casas de apuestas inicialmente ignoraron, podemos ir a ese directo y puesta en escena de diva sacada de una de James Bond o la respuesta y consecución del eurofan a esos silbidos, pitos y abucheos constantes sobre Rusia. La primera imagen de Conchita Salchicha es impactante para el mundo y prueba de ello han sido los comentarios que han reventado las redes sociales ante una señora o señor sin identificar parcialmente con una barba, que le convertía en Jesús o un cruce imposible de Mario Vaquerizo y José Manuel Parada. Mientras que Conchita Wurst alzaba triunfadora ese micrófono —que Emmelie de Forest había insinuado que era un pollón intergaláctico— y entonaba un discurso sobre el amor y la libertad, España se dedicaba a lo suyo, a trollear. Las redes sociales exigieron la vuelta de Chikilicuatre… porque si ha ganado Conchita Wurst no se puede explicar (sí, no se puede) que el personaje interpretado por David Fernández no ganara en 2008. Nadie entendía nada con semejante razonamiento: «Esta va con barba y gana, nosotros llevamos al ‘chiquilicuatre’ y lógicamente perdemos, cosas que nunca tendrán explicación» o «¿Por qué gana una mujer con barba y ‘Chiquilicuatre’ no?» fueron los lloros del público troll spanish por excremencia. ¿Pero qué más ocurrió en uno de los más tróspidos festivales eurovisivos que se recuerdan?
Si Conchita Wurst rememoró en el subconsciente de esta aldea llamada España a Rodolfo Chikilicuatre, Carolina Casado hizo lo propio con Ana Botella y su «Relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor». Después de quedarse bloqueada al dar los ocho puntos soltó la bomba: «Oit point». Sin comentarios dentro de una final perfecta para la maquinaria viral. Una gran porción de los espectadores normalmente ajenos a Eurovisión se fijan en las actuaciones como un reverso alternativo del mainstream y evidentemente por el escenario de Copenhague pasaron ‘caras B’ de Mumford & Sons, Bruno Mars, P!nk, The Killers o The Band Perry, aunque sean artistas que a su vez son ‘caras B’ de otros amparados en el consumismo actual de la instruía musical. Posiblemente dentro de esa necesidad se pueda entender los triunfos de Conchita Wurst y The Common Linnets y sus propuestas arriesgadas en los márgenes del Festival de la Canción de Eurovisión. La teoría pudiera estar a la orden del día ya que si “Nashville”, renovada recientemente para una tercera temporada, fuera una serie más popular apuesto personalmente a que la canción de Países Bajos hubiera estado mucho más cerca del triunfo. Pero Conchita es mucha Conchita ya que formula esa respuesta sobre la intolerancia y los derechos LGTB y esos actos de incluso violencia engendrados por las leyes homófobas de Rusia. Era su festival, una declaración de intenciones y el fénix que se necesitaba que se levantara en Europa.
Precisamente esa aldea llamada España pecó de falta de tolerancia (por no decir absoluto racismo e inculura) y eludir a ‘Run’ de Breguette con ese top 5 al que aspiraba según expertos y casas de apuestas que aquí, como hemos visto incluso con la posición final de España, NO se equivocan y si lo hacen suele ser por muy poco. Ruth Lorenzo es más artista y nadie lo niega pero su canción no hacía presagiar que se pudiera llegar a la sexta posición David Civera en 2001 y muchos menos alcanzar a la generación triunfituo encabezada por la séptima plaza de Rosa en 2002 y la octava de Beth en 2003. Pastora Soler y su décimo puesto en 2012 en cierto modo eran la gran barrera de ‘Dancing in the rain’ que finalmente sólo logró empatar con el propio muro con el chocaba frontalmente por calidad y voz. Desde la (desafortunada) elección de de la cantante murciana, conocida por sus virales en ‘The X Factor’, la maquinaria tanto de la artista como de RTVE fue intentar maquillar las tremendas irregularidades y normas (¿no se suponía que el jurado fue colocado por la cadena pública para evitar un nuevo trolleo del público?) remodelando todo. Se mejoró, como se pudo, el tema seleccionado con una nueva producción, dando mayor importancia y fuerza al inglés que al español y que Ruth fuera mucho más cercana al público y a las redes sociales que la criticaban. Tanto la puesta en escena como el cambio de vestido o ese look (de Amaral con el pelo mojado) obedecían más a contentar a los eurotalifans que la encumbraron. Quiso agradar a todo el mundo posible y reconciliarse con esa Europa a la España previamente había escupido a la cara con una decisión que no entendía nadie con dos dedos europeos de frente. Su décimo puesto pudiera ser tomado por muchos como un triunfo pero pocos recordarán que con Breguette (y corrigiendo sus muchos fallos en la actuación en directo y teniendo el mismo lavado de cara que la actuación y canción de Ruth) hubiéramos optado al top 5. Muchos se preguntan por qué Portugal no dio ningún punto a España. Bien, Portugal eran fans de Breguette.
Eurovisión es Trospidvisión y el campo de cultivo friki y freak generó grandes momentos. Conchita ‘Jesús’ Wurst, la enviada divina para combatir con su espada y barba a la intolerancia de Vladímir Putin, fue un la punta de un iceberg profundo y carnal. Las tetonas polacas, los islandenses Pollapönk y la extraña composición coreográfica de uno de sus miembros o gracias a la propia Conchita disponemos de un material insólito para el MEME y la imaginación. Otra cuestión es que el concurso como tal nos dejara la enésima confirmación de que las casas de apuestas no se suelen desviar mucho de sus predicciones y desde las semifinales confirmaron el efecto ‘Salchichita Wurst’ o del country pop de ese dúo llamado The Common Linnets y compuesto por esta única ocasión por Ilse DeLange y Waylon. De esta manera Suecia, Armenia, Hungría, Noruega, Dinamarca o Ucrania cumplieron con el guión mientras que Rusia confirmó aquello que otros habíamos indicado previamente: no nos creíamos el castigo que le asignaban las casas de apuestas. Un castigo que, no obstante, llegó para Reino Unido y Molly y cuya explicación pudiera encontrarse en la posición de participación. El año pasado Irlanda quedó la última actuando la última… Los griegos ibicencos también sufrieron otro descalabro junto a la ‘pirómana’ de Azerbaiyán, país acusado el año pasado de comprar votos y pasar misteriosamente esta edición (en el que se informó que se investigarían y castigarían duramente las irregularidades) del 2º puesto al 22º. Se esperaba más de los fumadores (de alguna clase de hierba) de Malta o de la patinadora de Montenegro. Las tetonas polacas quedaron finalmente las decimocuartas mientras que los bielorrusos, imitación cutre de Backstreet Gays, se atrevieron (con una indudable capacidad testicular) a llevar una canción que se llamaba ‘Tarta de Queso’. Los islandeses Pollapönk, spin-off de Parchís y precuela de los Teletubbies, únicamente consiguieron quedar decimoquintos pese a las desesperada postura indicativa de Gudni Finnsson y las posibilidades que plantea:
La alegoría del consumo de tripis de Francia y su canto al mustacho gabacho cerró la clasificación mientras que esperemos que esos talifans que nos colaron doblada a Ruth Lorenzo y que ahora tratan de vender el ridículo como un noveno puesto (cuando es décimo por las normas de las que se valieron ellos para ahora romperlas) pidan disculpas. Su único mérito, como el de Ruth Lorenzo o RTVE, ha sido maquillar con cientos de cambios la vergüenza y falta de interés europea por ‘Dancing in the rain’. Han alcanzado el décimo puesto y es un FRACASO. UN ABSOLUTO FRACASO. Ruth Lorenzo si quería callar bocas como esos talifans, que ya han quedado DESACREDITADOS PARA SIEMPRE, debería hacer el top 5 que se vaticinaba para Breguette. Dirán que es un TRIUNFO y muchos nosotros diremos que es un FRACASO porque han quedado como unos incultos musicales, unos racistas, unos nazis, unos hipócritas y su gusto eurovisivo NO ES EUROPEO. ELLOS NO SON EUROFANS, son ÁFRICAFANS. Portugal lo ha entendió perfectamente y nos ha dado CERO PUNTOS porque Portugal quiere ser Europa y España una aldea racista e inculta. ¡PEDID DISCULPAS EUROTALIFANS! ¡PEDID DISCULPAS! Mientras otros cantaremos ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! Que conste que yo no te digo nada, es el eco que llega desde Europa. ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! Que yo no te digo nada ni insulto que conste, debe ser el eco. ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! ¡TONTOS! Pues eso, que perdonad por el eco. Y, ahora, ¡PEDID DISCULPAS! Porque los mismos que ahora gritan tolerancia y se alegran del triunfo de Conchita Wurst, meses atrás echaron a una negra para colocar y reinsertar a una blanquita emigrante españolita. ¡VERGÜENZA! A otros, siempre les quedará una fiesta puti-eurovisiva lynchana en Alcorcón como enlace especial de una cadena pública de televisión. Cosas de Eurovisión, festival de OIT POINTS.
Un Festival de Oit Points |
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