Un San Valentín de muerte

He esperado hasta el último instante para ver si alguien me mandaba flores y demostraba su amor mediante el pago y tributo a la economía no sumergida. Quiero y necesito olvidar pero no hay nada con forma de corazón cerca salvo la taza del váter. ¡Patético! He bajado a los chinos para ver si les quedaba Ballantines pero sólo tienen Dyc y J&B. ¡Mierda! El mundo vuelva a conspirar en contra de un ser que sólo necesita amor y dejar de lado su roto corazón. ¡Roto! Queda apenas media hora para que acabe el día más dramático para un bastardo… y el alcohol es el reclamo perfecto para sumergirse en el olvido.

He metido mi cabeza entera en un tarro de azúcar,  he contemplado embelesado todas las fotos de gatitos en campos de flores, he visto pasar las nubes en ese campo virtual de Windows y me he metido en la página oficial de “El diario de Noa”. ¡Nada! No hay nada que pueda apartar el trauma y el dolor del recuerdo en mí.

Necesito urgentemente olvidar el dolor. He visto que programan esta noche cine romántico como “Los intocables de Eliot Ness” (para los amantes de los bates de béisbol), “Después de la boda” (para los amantes de las frías cuchillas en las muñecas), “La Odisea” (para los antifans de Ulises), “Desde el Infierno” (para los amantes del chorizo y un tal Jack) y “El ladrón de cadáveres” (para los amantes de la ciencia). ¡Imposible! Así, imposible. Abro el periódico con un clic y leo que a una le han regalado un riñón por San Valentín y pienso… hay algo que no funciona en este mundo. Pongo “Dusty In Memphis” de Dusty Springfield para tirarme con un vaso de vino a mi alfombra llena de ácaros y colocar mi enorme trasero culo en pompa mientras lloro y me rio como una tal Bridget. ¡Ni de coña! Es irrealizable que nada funcione en el día de hoy. ¡Nada!

DESENAMORADO DE POR VIDA

¡Nada! Y un millón de pulsaciones en el corazón y un tembleque post-etíllico no podrán cambiar ni poner una tirita en mi destartalado ser. San Valentín siempre me recordará a “Un San Valentín de muerte” de Jamie Blanks. ¡Siempre! Película incluida en mi lista de peores bodrios de todos los tiempos… y, créanme, créanme si les digo que todavía sufro pesadillas nocturnas y me levanto sudoroso en mi cama entre tinieblas pensando en las interpretaciones de Denise Richards y Katherine Heigl. Nunca un slasher fue tan trumático y tan dañino para la imagen de San Valentín. Siempre fue un enigma el pasado del santo y mártir. Se dice que hubo hasta tres y que El Vaticano renegó de un santo con ánimo de lucro que colocaban en las estanterías de El Corte Inglés. Toda una leyenda urbana como la que dirigió el director de una de las más terroríficas postales terroristas y cinematográficas de la historia del cine. Nada podrá cambiar ni hacerme olvidar esa clavada que atravesó mi corazón y empaló neuronalmente mi ser hasta el abismo del desamor. 

LA RESPONSABLE DE QUE NO PUEDE AMAR EN SAN VALENTÍN