Cuando la obviedad y lo previsible marca cierta tendencia uno intenta destramar tanta linealidad con otro tipo de lectura. Eso es que si uno piensa como espectador del futuro (ese que irá a la filmoteca a disfrutar de “Show girls” y la filmografía de Uwe Boll) intenta revisitar las películas, comerciales o no del pasado, dentro de un contexto social-político que deje entrever el comportamiento de sus productores, guionistas y directores. “Cómo entrenar a tu dragón” se ha convertido, por méritos propios, en una exitosa cinta de animación en 3D que da entender el comportamiento de su propia productora, DreamWorks. Eso es que en el concepto animado había quedado ‘anexorada’ a la sombra de Pixar y sus producciones parecían al rebufo de apuestas pasadas revividas por el iconoclasta concepto de lo ‘políticamente incorrecto’. Cuentos revisados desde el lado ‘verde’ del chiste, películas de superhéroes y fórmulas vistas para sentencia han sido parte de superfluas respuestas condenadas a la visión de la taquilla como futurible franquicia.
“Cómo entrenar tu dragón” no sobrepasa ese concepto, es una película que argumentalmente se ha visto hasta la saciedad: conflicto paterno-filial de la imposibilidad de seguir con la estirpe, enfrentamiento frente a las costumbres milenarias de la tribu y, finalmente, amistad (¿y romance?) incondicional con una ‘especie’ de la ‘tribu’ enemiga. Incluso visualmente alguno de sus pasajes aéreos parecen sacados de la reciente “Avatar”, copia azulada también de “Pocahontas”, “Bailando con lobos”… entre otras numerosas referencias. Es, por lo tanto una nueva ración del mismo plato, con adornos de guión más suculentos que de costumbre. La misma comida mejor hecha, mejor comida es, al fin al cabo.
PELIGRO EXPLOSIVO |
Yo, para empezar, esperaba que el niño que pesca en la luna (logo de la productora de Spielberg) fuera asediado por las llamas de un dragón y tuviera que saltar al vació… teniendo en cuenta que donde pesca, por los años que lleva allí esperando que pique algo, no debe haber nada. Pero la ‘dragonización’ de una trama simple con diálogos más apañados que de costumbre podría tener una vertiente política, pensado como aquel espectador de futuro que estará exento de una historia de la que es participe. Aquí hay un gran dragón oscuro y desconocido como las entrañas del abismo pero al mismo tiempo pone los ojos del gatito con botas de “Shrek”. Visto hasta la sentencia flamígera queda el conflicto filio-paternal y las consecuencias del enfrentamiento a las viejas costumbres de la tribu. Lo importante es evolucionar en un mundo de involución y poco diálogo. El enemigo tiene que ser aniquilado sin importar sus auténticas intenciones y sin saber qué es realmente quién maneja los hilos.
El bicho o ‘Desdentao pa’ los amigos’ exige continuas disculpas para desvelar la verdad. No se sabe quién es el perro o el amo en un mundo de hachas y dientes, de llamas y pocas disculpas por actos atroces. ‘Todo lo que sabemos de vosotros es mentira’, parece ser la frase que enlazarán con wikileaks dentro de 50 años aunque realmente si los dragones fueran con palestinas sería mucho más creíble. Para empezar, existe un entorno adverso con una población, que vive en una tierra que ha adoptado como suya (aunque suyo era todo el mar), y que es asediada por unos violentos dragones palestinos explosivos… capaz de asesinar a niños y mujeres para satisfacer sus intereses. El pueblo, por lo tanto, es belicoso por necesidad de supervivencia. Los vikingos (israelíes) tienen recursos pero los dragones palestinos hambre y, al parecer, mucha mala hostia. Les faltan armas de destrucción masiva pero tiene mandíbulas, garras y lanzallamas incorporado. La guerra de sus padres pronto pasará a ser de las futuras generaciones que no la ven clara, pese a tener que escoger bandos.
DRAGÓN PALESTINO |
Y es que detrás de todo se encuentra un gran cerebro y peligrosísimo dragón (Hamás) que maneja los hilos y tiene atemorizados a todos los dragones palestinos, bajo la política del terror gástrico. Eliminando a Hamás… los dragones palestinos serán inofensivos, amigos y, finalmente,… ¡útiles mascotas sin molestos puertos USB! Efectivamente, las nuevas generaciones pueden cambiar el futuro.
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