Miniserie de TV
“El reino”
(Riget / The Kingdom)
Dinamarca
1994/1997
Sinopsis (Oficial):
El hospital de ‘El Reino’ es la sede de gran variedad de extraños e inexplicables sucesos. En particular el Doctor Moesgaard, jefe del departamento de Neurocirujía, que ocupa casi todo su tiempo detrás de su fichaje sueco, el famoso neurocirujano Stig Helmer, responsable de una operación de cerebro poco exitosa con una pequeña niña y empeñado en destruir el informe de la anestesista Rigmor, que está enamorada de Helmer y fascinada por Haitia y la magia Vudú. La investigación contra el cáncer lleva al Doctor Bondo a tomar las medidas más extremas mientras el joven doctor Krogshøj está alarmado por la gran rapidez con que evoluciona el embarazo del amor de su vida, producto de una anterior relación. Pero la acción se centra principalmente en la señora Drusse, paciente que intenta resolver el misterio del fantasma de Mary, una pequeña niña que habita en el hueco del ascensor y que murió a manos de su padre en 1919.
El hospital de ‘El Reino’ está ubicado sobre un viejo pantano en el que antiguamente se encontraban las blanquerías. Hasta aquí acudían los blanqueadores con sus grandes fardos de ropa para ponerla en remojo. El vapor mantenía el lugar inmerso en una niebla permanente. Cuando construyeron el hospital de ‘El Reino’ los blanqueadores fueron sustituidos por médicos, investigadores, los mejores cerebros del país y la tecnología más moderna. Como colofón bautizaron el lugar como ‘El Reino’. Se trataba de definir la vida para que la ignorancia y las supersticiones no volvieran a poner en peligro los cimientos de la ciencia. Quizás abusaron de su arrogancia y del consiguiente rechazado a lo espiritual porque parece que el frio y la humedad están regresando. Ya han apareciendo los primeros signos de cansancio en esos edificios tan sólidos y modernos. Nadie lo sabe pero la puerta hacia El Reino ha vuelto a abrirse de nuevo.
Cada uno de los ocho capítulos (divididos en dos partes) de la miniserie perpetrada por Lars Von Trier y Morten Arnfred comenzaba de la misma manera: con otro tipo de sintonía que se solapaba a sus títulos de crédito y que pretendía conjugar misticismo y ciencia. “El reino” rápidamente acababa monopolizada por el director de “Rompiendo las olas”, desde esos tonos sepias en su postproducción a un espacio propio para tantear a su propia audiencia. Esa sobreimpresión ya nos dejaba su interpretación como maestro de ceremonias, al que poco le importaba si su proyecto era de encargo o predestinado a marcar un culto. Von Trier ya nos ha demostrado (y confirmado por enésima vez) en las dos partes que compone “Nymphomaniac” que la burla es un elemento para transgredir el género, teatralizarlo y exponerlo, someterlo plenamente a una disección para rearmarlo a conciencia y convicción. El proceso autoral siempre ha sido exactamente el mismo a través de toda su filmografía sobre esas innumerables máscaras autorales revividas por polémica. De este modo, “Riget” y su ejecución final sopesaba la sátira al terror y sus articulaciones pero, al mismo, tiempo se valía de un homenaje —un tanto juguetón y pernicioso— por encima de cualquier burla al terror como un irrespetuoso ejercicio revisionista. Von Trier era demasiado pernicioso y consecuente en “El reino”, dotándola de vida propia en ese inimitable laberinto de sucesos paranormales y misterio. Que Stephen King fracasara al llevar la fórmula al serial estadounidense (“Hospital Kingdom”) no deja de reafirmar la esencia imprimida por el director danés a todos sus proyectos.
“Riget” puede ser comparada por “Twin Peaks” por utilizar la atmósfera como otro personaje por encima de un simple fondo y credencial. El humor un tanto absurdo que eleva a la comedia de terror la miniserie de Von Trier planteaba un espacio junto a esa pareja de discapacitados mentales (¿los dioses y narradores de la serie?), alejados del mundanal ruido, como partes de una gran interconexión lynchana a tal fin. No obstante, las intenciones del director de “Melancolía” pasan por ofrecer un recital de terror psicológico y un rompecabezas para ese mago que nos explica todo y nos revela pistas en los márgenes de un juego en el que se desencadenan las soluciones finales más memorables y tremendistas. “El reino” también se ocupa de sus personajes en esos niveles en los que cado un ‘negocia’ con el entorno que le define. Así, tenemos una superficie espiritual con la señora ‘liberadora’, la ya mencionada lynchana con esos fregaplatos discapacitados o la de la ciencia gracias a todo el escenario hospitalario. Von Trier posiblemente al trabajar sin presión y gestar algo por el mero placer de producirlo, confeccionó una de sus cumbres artísticas. La miniserie funcionaba mucho mejor como comedia ácida y surreal que como parte del género sobre el que pivotaba, pese a que sus propuestas fueron un remolino de elementos sobrenaturales que se convirtieron en un gran tornado capaz de dejar todo tipo de cabos sueltos. Poco importaba si estábamos en el ojo del huracán, en ese reino tempestivo de Lars Von Trier.
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