“Brácula: Condemor II”
Director: Álvaro Sáenz de Heredia
España
1997
Sinopsis (Movistar+):
Condemor y su criado Lucas parten desde Estados Unidos hacia París con un gran saco de pepitas de oro que, supuestamente, está maldito. Cuando el barco en el que viajan naufraga, Condemor y Lucas consiguen alcanzar la costa y llegar a un castillo, donde son confundidos con el Conde Drácula y su criado. Secuela de “Aquí llega Condemor (el pecador de la pradera)” donde su director, Álvaro Sáenz de Heredia, construye un nuevo vehículo de lucimiento para el humorista Chiquito de la Calzada, cambiando ahora la parodia del 'western' por el cine de vampiros. La película supuso el debut en la gran pantalla de la presentadora y modelo Carla Hidalgo y recuperó —si bien de forma bastante efímera— a Nadiuska, estrella del cine español de la década de 1970 que llevaba tiempo sin trabajar en el cine y que realizó aquí su última interpretación.
Considerada por muchos pecadores de la pradera como una de las peores películas de la historia del cine español, “Brácula: Condemor II” es todo un desafío para el espectador. Lo normal es que cualquier persona que espere ver la versión Made in Spain de “Drácula, un muerto muy contento y feliz” —de Mel Brooks— acabe con un ‘amatoma’ en el cerebro y quede en estado vegetal desde los conductos vocales al ‘diodeno’ vaginal. El shock no es opcional, en definitiva… Es innegable que el tufo y la pestilencia cinematográfica de Álvaro Sáenz de Heredia están presentes pero, sin embargo, la presencia del ‘fistro’ de Chiquito de la Calzada convierte el filme en una anomalía y mutación del cine cutre patrio. ¿O aquellos que consideran esta película una ‘obra maestra’ qué nota le hubieran puesto sin la presencia de Chiquito? Viajemos en el tiempo. Es cierto que posiblemente el primero bodrio en tomar consciencia de sí mismo fuera “El ataque de los tomates asesinos” allá por 1978 y la saga de John De Bello ayudase a conectar “Mystery Science Theater 3000” con la franquicia establecida de “Sharknado” en SyFy Channel. O, lo que es lo mismo, transformar el error o la vergüenza ajena en una entidad de culto para la posteridad. Pero “Brácula: Condemor II” es algo totalmente distinto y diferente. En el filme de Sáenz de Heredia se establecen las credenciales del autor para construir una auténtica deposición cinematográfica a la altura de “Una chica entre un millón”, “Corazón de bombón” o “Policía”. Recordemos que el propio cineasta era capaz de utilizar a actores o personajes de moda para someterlos a sus designios de caspa y perdición argumental. El propio Chiquito ya fue una víctima de sus malas artes tiempo atrás y ese supuesto oro que mueve a los personajes está tan maldito como su filmografía. ¿Puede salir algo bueno de un bodrio condenado a ser bodrio por toda la eternidad? No obstante, el humorista da la impresión de haberse declarado claramente rebeldía (?) tras la decepción que supuso “Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera”; una de las películas españolas más taquilleras de 1996 pero detestada por gran parte de la audiencia por sus chistes forzados e inenarrables arrebatos musicales. De tal contradicción, el artista malagueño decidió hacer suya la propia secuela que tenía que habitar y podemos entender la obra que nos ocupa como los intentos desesperados de la estrella por escapar de la (nueva) pesadilla de película que había construido Álvaro Sáenz de Heredia para él.
Huir de ese infernal castillo lleno de cine cutre no iba ser misión fácil, desde luego… pero, no obstante, Chiquito es mucho Chiquito. Ni siquiera Abed Nadir de “Community” podría inventar un término lo suficientemente «meta» para definir una inclasificable propuesta al grito de «no puedorrrl». “Brácula: Condemor II”, de este modo, se inicia sobre los ecos del final de su antecesora y Álvaro Sáenz de Heredia desea conducir a su quijotesco héroe (y su inseparable e insoportable escudero) hacia ese castillo de los horrores cinematográficos. El director desea arrebatar cualquier tesoro conseguido a sus protagonistas y perpetra un naufragio que le sirva para presentar su premisa: un vampiro que parece el primo de King Kong, conatos humorísticos clásicos como el camarote de los Hermanos Marx y, por supuesto, el recital de vocabulario surgido del savoir faire de Chiquito de la Calzada como «pínplanos». Tras los prolegómenos, comprobaremos que la esencia del filme se base en la confusión: tiburones/canelones, féretro/‘feroqué’, Conde/Codemor, Drácula/Brácula (con B de Barbate), leones/melones, minueto/pasodoble, etc. Precisamente la película basa sus encantos en toda esa equivocación que supone ver cómo un grupo de vampiros, que habita en Valpurgis (el Pinto de Walpurgis), pueda creerse que un pecador de la pradera de la talla de Condemor puede ser el mismísimo Conde Drácula. Sobre tal funesta premisa, Chiquito de la Calzada desea hacer suya la película tratando de evadirse del bodrio en el que se ha visto confinado por Álvaro Sáenz de Heredia. Sus intentos son tan desesperados y graciosos que, poco a poco, se va ganando al resto de personajes mortales (y, por supuesto, a la audiencia) para lanzar un «¡Hasta luego, Lucas!» al director que los tenía apresados en un pestilente argumento y guion surgido de lodazal creativo.
El tour de los hedores/horrores/errores no tiene límite y fecha infecta de caducidad: pezones y escotes gratuitos como guiño a la caspa patria, estereotipos tan rancios como los decorados, ratas muertas por pelucas, los sudores del ‘diodeno’ vaginal de Javivi, discordantes momentos musicales entre fistros de vampiros con un acento gabacho pasado por el chicle duro y caducado o, evidentemente, el cutre vuelo de Brácula más cutre de la historia del cine cutre… ¿He dicho ya cutre? Chiquito de la Calzada entona su personal «I Will Survive» para transformar el engendro en una versión bastarda y flamenca de “The Rocky Horror Picture Show”: ♪ Soy el más malo del lugar… ♫ / ♫ Te voy a morder la yugular. JARL! ♪ No hay nada peor que un vampiro de la realeza cabreado y prueba de ello es un ignominioso ‘torpedo’ de clímax que sirva a la estrella para pirárselas del infernal bodrio propuesto por el director. Álvaro Sáenz de Heredia, que convierte a Jigsaw en una monja de clausura en esta película en cada una de sus pruebas humorísticas, utiliza todas sus armas para retener a Chiquito de la Calzada en su monumento al cine cutre pero, sin embargo, nuestro héroe y pecador de la pradera escapa y rema por ese Goya que tanto se merecía por el sufrimiento ocasionado. Y da lo mismo que le fuera negada la recompensa o la historia decidiera ubicar este filme entre los peores del cine español ya que, por fin, nuestro fistro hecho Quijote pudo escapar del infierno. La duda es saber si Condemor, tras padecer y sobrevivir a una revisión tróspida de “El baile de los vampiros” de Polanski, acabó en París o en Barvate que, para el caso en este carismático bodrio, es lo mismo.
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Te recuerdo que le pusiste un 1 en Filmaffinity.. pecador!
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