En “The Queen's Justice (La justicia de la reina)” (7x03) el veneno se convertía en un catalizador de los arcos argumentales: ofrecía respuestas y soluciones pero también —y al mismo tiempo— se transformaba en una arma arrojadiza condenada a regresar sobre aquel que la empleó. De este modo, Ellaria Sand fue víctima de una reacción a su propia acción previa y algo similar vivió en sus propias carnes Jaime Lannister, por parte de las últimas palabras de la Reina de las Espinas. “The Spoils of War (Botines de guerra)”, cuarto episodio de la séptima temporada de “Juego de Tronos”, desea elevar el enfoque establecido al veneno como marco retórico y dialéctico de un conflicto y enfrentamiento. La venganza o el poder tal vez puedan resolverse y establecerse con el uso de una pócima y brebaje pero si, por el contrario, la acción debe ser mayor a la diplomacia o un asesinato aislado (o multitudinario) surge un conflicto condenado a transformarse en una guerra. Recordemos que Arya Stark utilizó el veneno para borrar de la faz de Poniente a todos los Frey dando sentido de irónico cierre a esa acción/reacción de La Boda Roja pero, no obstante, no es la respuesta a otro tipo de enfrentamientos mucho más amplios. Es evidentemente que el marco de la actual entrega del espectáculo de HBO viene determinado sobre dos grandes guerras que se están desarrollando en paralelo y que se están entrecruzando. Ambas estaban presente desde aquel piloto que se estrenó allá por 2011 y que vienen determinadas tanto por una fuerza brutal e incontrolable, que asiste rodeada de mitos y leyendas más allá del Muro, como por las latentes consecuencias de la Rebelión de Robert. Los ecos de la Guerra del Usurpador dan la impresión de encontrar su espacio en el actual contexto sociopolítico de los Siete Reinos y, al mismo tiempo, establecer un fondo acústico y argumental sobre esa amenaza que supone el Rey de la Noche. Daenerys Targaryen ya desea gobernar los Siete Reinos estableciendo en Rocadragón su centro de operaciones mientras que, al mismo tiempo, sus tres dragones (y el vidriagón que se encuentra bajo la montaña de su actual asentamiento) pueden ser determinantes para derrotar a esa amenaza que ha declarado la guerra a todo aquel ser que esté vivo. “The Spoils of War (Botines de guerra)” va a centrarse en lo primero sin olvidar esa segunda premisa no menos importante y que debería, por motivos obvios, convertirse en el eje del clímax final de la serie. Tras la pérdida de sus aliados, es hora de volver enfrentarse a ese debate interno sobre cómo tomar aquello que le pertenece sin transmutar en algo similar a los mismos monstruos que combate. Repasemos el extraordinario capítulo.
El episodio desea plantear por qué las personas luchan y, por extensión, por qué hay guerras. Es obvio que existen distintos planos y realidades como la propia Arya comprobó al encontrarse con esos soldados de la Casa Lannister. Siempre hay intereses mayores que mueven todo y la Rebelión de Robert sigue planteando quién ha de ser el dueño (por derecho propio o sobre los demás) del Trono de Hierro. La actual reina desea permanecer en ese asiento que le da un desmedido poder utilizando alianzas para aplastar a todos sus enemigos. Cersei se encuentra atrapada en una espiral de sentimientos básicos como la venganza y su ilimitado vacío interior aunque, por el contrario, las noticias de Jaime Lannister respecto a la autoría del asesinato de su hijo Joffrey puedan desviar su odio de Sansa Stark y de su hermano Tyrion. Esos sentimientos también pudieran ser parte del legado impuesto y derecho al trono en un sentido monárquico aunque la codicia y, en última instancia, la supervivencia suelen ser los ejes y motores de muchos conflictos bélicos.
Las secuencias iniciales de “The Spoils of War (Botines de guerra)” sirven para marcar los prolegómenos tanto de los ecos de los tambores de guerra previos como de aquellos que están por venir. Jaime Lannister está molesto seguramente tras descubrir que Olenna Tyrell le derrotara con unas palabras tan afiladas y mortales como mil espadas clavándose en su corazón. El pago prometido a Bronn revela el oro con el que los Lannister planean pagar sus deudas al Banco de Hierro como que éste pueda leer el interior de su compañero de aventuras. Ser Bronn de Aguasnegras quiere algo más que un saco de monedas, aunque un castillo bien pudiera ser un quebradero de cabeza o una posesión pasajera en un mundo en el que Daenerys Targaryen pueda tomarlo todo con suma facilidad. La guerra de ese par de reinas tendrá que finalizar para establecer una base de prosperidad aunque, no obstante, Bronn es conocedor de que el reinado que les espera con Cersei no será en absoluto pacífico. Al fin y al cabo, se ha construido sobre el terror y la destrucción completa de cualquier enemigo y no existen excepciones en un monstruo como la líder de la Casa Lannister. Ese posicionamiento respecto a las intenciones y acciones de la khaleesi suponen un contraste de ambas postulantes al Trono de Hierro. Mientras que Cersei desea establecer un férreo control en el continente y sobre cada persona, Daenerys desea seguir la fórmula con la que consiguió ejercer como Mhysa de su pueblo. El problema quizás resida en que no existe esclavitud en Poniente aunque la idea de estado de Cersei es lo más parecido a ese concepto. La actual ocupante del Trono de Hierro ha transformado la puesta en escena de la Fortaleza Roja en el mapa que desea conquistar y todos los engranajes de la operación estamos seguros que excitarán los matemáticos interiores de Tycho Nestoris. Cersei quiere ir más lejos ya que sus intenciones son hacerse con los servicios de la Compañía Dorada de Essos como parte de su gran plan para expandir su imperio. La Mano de la Reina, Qyburn, está en conversaciones ya con ese importante y valioso ejército que también pudiera dar soluciones a su conflicto con Daenerys Targaryen. Tycho deja claro que es un simple instrumento de una institución cuya riqueza yace y reside en algo tan insensible como las matemáticas. La impresión de toda esa secuencia con el representante del Banco de Hierro de Braavos y la reina Cersei es que su química se basa en la propia indolencia y desafecto por los sentimientos que representan ambos. Es de entender, de este modo, que ese ‘instrumento’ sea útil a los intereses de la Lannister aunque, sin embargo, todo tenga un precio. Y ese precio es el oro de los Tyrell para dar sentido a algo que Cersei también desea recobrar en el proceso. El invierno ya está llegando al sur de Poniente y las cosechas de los granjeros en el Reino de los Tyrell son otro botín más como resultado de la victoria. Los Tarly están presentes y Jaime decide quitarse a Bronn del medio obligándolo a ayudar a sus aliados en las tareas de presionar a los granjeros. Seguramente el Lannister siga atrapado en esa contradicción que ya vimos presente en su relación con Brienne of Tarth: desea desquitarse de ese pasado que le encumbró con la etiqueta del Matarreyes pero el trasfondo de su aventura existencial está enmarcado por lo trágico y lo épico. ¿Es el héroe o el gran villano de la historia? Tal vez que su monstruosa hermana se haya convertido en su kryptonita y Lady Olenna sacara un espejo para reflejarle en el mismo.
En Invernalia Meñique va a seguir maquinando y labrando todo tipo de conspiraciones. Su objetivo inmediato, aparte de convertirse en la sombra de Lady Sansa, parece ser ganarse la confianza de Bran Stark. Sabemos, no obstante, que el Cuervo de Tres Ojos ve más allá de sus palabras y artimañas. Meñique desea convertirse en el protector de los hijos de la mujer a la que amó e irónicamente Bran va a pedir saber quién es el propietario del puñal. Tengamos en cuenta que fue Meñique el intérprete principal que originó la Guerra de los Cinco Reyes ya que fue él aquel que conspiró junto a Lysa Tully tanto para envenenar a Jon Arryn como atentar contra la vida de Bran, traicionando a Ned Stark en el proceso una vez que éste se convirtiera en Mano del Rey al servicio de Robert Baratheon. Su idea siempre fue engendrar el caos para escalarlo como si fuera una escalera… Es otra forma por la que los hombres desatan conflictos bélicos a su alrededor: enriquecerse con bienes o poder en el proceso de ese desconcierto desatado. Es cierto que Meñique es un hábil jugador y sabe camuflar la mentira como verdad. En realidad, Bran no se hubiera convertido en lo que es si no llega a ser por ese puñal aunque, sin embargo, su transformación en el Cuervo de Tres Ojos revelará algo que apostilla la despedida de Meera Reed: Bran murió en esa cueva. Es posible que el arrebato e impotencia de Meera sea también parte de la audiencia ya que Bran se comporta como un androide carente de sentimientos y poco o nada parece importarle los sacrificios de aquellos que fueron sus amigos para salvar su vida. Bran se ha ido y los escritores desean dejarnos claro que ya no volverá, como si aquel niño haya mudado su piel en otro ser más adulto y con una responsabilidad mayor que la vida de otras personas a su alrededor. En las tramas de Invernalia todo se va a eclipsar con el regreso de Arya Stark a su hogar aunque, por el contrario, no va a ser recibida apropiadamente. Considerada muerta, poco o nada va a poder hacer para que los guardas del lugar entren en razón y más si Maestre Luwin o Ser Rodrick pasaron a mejor vida. La ausencia de Jon Nieve propicia que la Lady de Invernalia, Lady Stark, se haga cargo de la situación y la idea es que veamos cómo Arya se reencuentra consigo misma en esa espera en el patio del que solía ser su hogar. Ese nuevo reflejo, como en el que vimos al mirarse la joven en Nymeria, forma parte de su gran viaje vital y existencial y ambas hermanas se reencontrarán en la cripta en la que yacen los sepulcros de los Stark. En cierto modo, la muerte de su padre Eddard fue aquello que desató su camino de supervivencia y, tal recorrido mirado en perspectiva, servirá para que amabas se planteen que siguen vivas y que sus historias todavía no han finalizado.
Es inevitable que la existencia de la larga lista de Arya surja en los diálogos y lo que parecía una simple broma se convertirá en un secreto compartido ante el reencuentro familiar con Bran. Sus visiones dejan de nuevo claro ambas hermanas que sus poderes son una realidad y seguramente sea el elemento de los escritores para que florezcan los secretos de las hermanas. Que Arya, por ejemplo, devuelve el abrazó a Sansa refleja el distanciamiento de ambas respecto su hermano. En cierto modo, que Arya optara por regresar a su hogar es una hábil analogía respecto a lo que se hubiera convertido de llegar a Desembarco del Rey para matar a Cersei: una insensible e inhumana asesina. Da la impresión, de que el recorrido de Arya y de sus hermanos es fortalecerse a través de sus sentimientos familiares como única vía de reencontrarse con ese lejano pasado. Ninguno de ellos ya es un niño pero, sin embargo, quizás puedan cicatrizar sus muchas heridas interiores juntos. Aquí la ineludible cuestión es Meñique: ninguno confía en él pero es un aliado de la Casa Stark. La entrega del puñal de acero valyrio a Bran va a desatar una serie de sucesos, ya que los jóvenes saben que Lord Baelish no daría nada a nadie a menos que reciba algo a cambio. Seguramente pretenda inculcar la semilla de las dudas en esos hermanos que han encontrado estabilidad pero, por el contrario, Meñique desea que cedan nuevamente al caos y, por lo tanto, al distanciamiento. Bran dará a Arya el puñal y el regreso de los hermanos a Invernalia supondrá también un acto de redención y conclusión de un capítulo personal para Brienne of Tarth: al final pudo mantener su promesa a Catelyn Stark. En “The Spoils of War (Botines de guerra)” veremos cómo Meñique se erige como antagonista al estar rodeado del sonido de los cuervos como reflejo de esas conspiraciones y mensajes velados que mueve el aire a su alrededor. Arya desea establecer también su propia declaración de intenciones y dudo que sea casualidad que forzara a Brienne a un entrenamiento en el mismo instante en el que Sansa y Meñique aparecían en las alturas del mismo. Arya desea entrenar con la persona que venció al Perro y su entretenido e igualado combate refleja a Petyr Baelish que una rival le está desafiando sin miedo ninguno a las consecuencias. Las máscaras están cayendo y el auténtico rostro de Meñique va a ser revelado. En realidad, ¿quién mejor sabe de máscaras que una joven asesina forjada por las enseñanzas del Dios de Muchos Rostros?
En Rocadragón vamos a vivir tanto un descubrimiento como una crisis. Los Inmaculados regresarán pronto de su misión y las conversaciones de khalessi y su consejera pretender rebajar el tono dramático por otro más ligero y cómico. Jon, por su parte, quiere enseñar a Daenerys su hallazgo antes de hacerlo pedazos y veremos unas bellas y enigmáticas imágenes en esa cueva repleta de vidriagón que extraer. Pero hay algo más… Unos murales y pinturas que hicieron los Hijos del Bosque hace muchísimo tiempo sirven a la pareja para evocar un pasado antes del que existieran los Targaryen, los Stark o los Lannister… En esos tiempos esas criaturas místicas luchaban junto con los primeros hombres frente a un enemigo común y Jon desea instaurar tal sentimiento de supervivencia en Daenerys Targaryen. El enemigo es real y siempre lo ha sido. Madre de Dragones cada vez está más cerca de un entendimiento para respaldar al Norte frente a su cruzada pero todo está supeditado a postrarse ante la reina algo que, contrariamente, Jon no desea que sea el precio a pagar. La excusa parece más el orgullo que la supervivencia de su pueblo y las secuencias de Jon y Daenerys pretenden instaurar una mezcla de tensión sexual y de poder entre ambos. En el exterior todo van a ser malas noticias. La toma de Roca Casterly ha supuesto que los aliados de la Targaryen hayan sido destruidos y Cersei se haya hecho con los suministros necesarios. La estrategia de Tyrion ha fallado y tanto Dorne, las Islas del Hierro y Altojardín han sido perdidos. Es evidente que Daenerys va a cuestionar la lealtad de su Mano debido a las implicaciones familiares con los Lannister. Jon aquí se erige como consejero y gobernante que retrata la imposibilidad del regreso de los dragones como parte de una reina que ayude a su pueblo a creer en otras cosas imposibles. El problema es que ese mundo imposible no podrá establecerse sobre ciudades quemadas o castillos derretidos por el fulgor de sus dragones. No sería diferente a esos antiguos soberanos de los Siete Reinos. El problema es cómo conseguirlo y es obvio que el frente de ataque va a ser ese ejército Lannister que retorna Desembarco del Rey. Antes de la batalla espectacular, que cierra “The Spoils of War (Botines de guerra)”, ocurren más sucesos en Rocadragón. De nuevo, los escritores desean rebajar el tono dramático Missandei y el descubrimiento por parte de Ser Davos y Jon Nieve que en Naath no existen los bastardos al no constar el matrimonio. Más allá de ese nuevo acercamiento al tono ligero, considero que los productores y guionistas nos dan una pista sobre el futuro del Rey del Norte. Sabemos que Jon es hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark pero seguirá siendo un bastardo a menos que se revele que la pareja se casó y consumó el matrimonio. Reiteradamente, los ecos de la Rebelión de Robert se encuentran presentes dentro de los márgenes de los motivos que engendran las guerras. También esa secuencia servirá para que Jon y Davos vean por qué los aliados de Daenerys creen en ella y se convirtió en la reina que eligió el propio pueblo, aquella que es idolatrada como una diosa. Para consumar el trazado de los arcos argumentales, la aparición de un buque Greyjoy conduce el encuentro de Theon y Jon. Obviamente hay asuntos pendientes y el Rey del Norte revela que lo que hizo por Sansa es la única razón por la que sigue con vida. Por parte de Theon, veremos que está tratando de rescatar a su hermana y lidiar con su cobardía. Hediondo sigue habitando en su interior pero su redención con los suyos tendrá que esperar hasta que la reina regrese. De hecho, ¿adónde fue la reina?
Más allá de la recapitulación me interesa desgranar las emociones y detalles que sugiere la espectacular e inalcanzable batalla que cierra “The Spoils of War (Botines de guerra)”. “Juego de Tronos” ha construido mucho de sus mejores episodios con grandes batallas pero, en esta ocasión, existe una completa declaración de intenciones en los que producción (televisiva o no) se refiere. Quitemos de la ecuación la parte informativa: el oro robado a los Tyrell ha pasado las puertas de Desembarco del Rey y está a salvo. Aquí lo que interesa es que veamos cómo ese olor a heces, representativo de la guerra y la implícita muerte que desate, se torne en otro concepto mucho más oscuro. Y es que el fuego de los dragones de Daenerys Targaryen va a cambiar el concepto de la guerra que conocían los hombres que habitan Poniente. Ahora el fuego, las cenizas y las llamas son la nueva simbiosis de la expiración en combate y también se desea formalizar una proyección del western sobre esos paisajes desérticos y montañosos, amplificando los ecos de los nativos americanos en la llegada de las hordas Dothraki. Sus chillidos y terremoto son parte de la cronología de un viejo conocido para la audiencia que, sin embargo, va a quedar quebrado con la llegada de Drogon con Daenerys cabalgando a su lomo. Sobre esta proposición, considero que el espectáculo de HBO proyecta su jugada escénica al combinar todo tipo de géneros en el mismo plano asombrando a la audiencia. Al fin y al cabo, Jon Nieve animaba a Daenerys a que su pueblo creyera gracias a ella en lo imposible. Y nosotros ya somos parte de sus feligreses tras esta poderosa y espectacular secuencia y declaración de intenciones. Y no hay escorpión de Qyburn que valga: no hay nada que el hombre pueda hacer para frenar a esa bestia que representa un arma de destrucción masiva. Desconozco hasta qué punto ha sido casualidad que coincidan en el tiempo la conmemoración de los 72 años del primer bombardeo atómico de la historia y el estreno de este capítulo. Los ecos de Hiroshima tal vez estén presentes en algunas imágenes del horror que puede desatar Drogon.
El clímax del episodio también desea revelarnos que Bronn no solamente lucha por dinero sino que su propia vida es el elemento total para entender sus acciones e incluso será capaz de salvar a compañero de aventuras del fuego de un voraz dragón… sin que sepamos si habitaba un interés egoísta en todo este asunto. La cuestión es que Tyrion y Jaime se reencuentren la distancia sin que éste último perciba la presencia de su hermano. En cierto modo, la idea es que Jaime se rinda a esa épica de la que quiere hacer gala, enfrentando a sus demonios frente a frente para desquitarse de esa etiqueta impuesta de Matarreyes. Su carga frente a una Daenerys, que intenta quitar en tierra el aguijón clavado por Bronn a su hijo, es un acto tan suicida como heroico pero, a pesar de su gesto, Drogon y la Targaryen siguen manteniendo las riendas de su destino. Jaime, finalmente, es un ser insignificante para la llama de un dragón que protege a su ‘madre’ y la intromisión salvadora de Bronn supone un cliffhanger emocional para ver cómo el Lannister se hunde nuevamente en las profundidades del olvido. No pudo aprovechar el momento, tal vez ningún ser humano pueda hacerlo cuando la oscuridad y muerte son lo único que te rodea. Continuará…
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Ayyy como se nota que estas "crónicas" están patrocinadas, de repente mi crítico favorito se ha tragado a Winny de Pooh, vomita arcoiris y se pregunta a que huelen las nubes cada vez que vé "juego de truños", que es en lo que están convirtiendo esta serie. Debí suponer que todo el mundo tiene un precio, en fin...
ResponderEliminarCapitulazo! Brutal escena final llena de mucho significado como los has descrito... En mi opinion Meñique tiene los dias contados... Jaime esta atado al destino y a ser el malo de la función, atacar a Daenerys por la espalda.. Como siempre una delicia leerte..saludos!
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