Historias (Bastardas) Extraordinarias: The Living and the Dead: Los vivos y los muertos, el futuro y el pasado

martes, 13 de diciembre de 2016

The Living and the Dead: Los vivos y los muertos, el futuro y el pasado

Serie de TV

“The Living and the Dead”

Reino Unido

2016

Sinopsis (Página Oficial):

Una serie dramática sobrenatural que nos introduce en la era victoriana acerca de un granjero que anhela probar la existencia de la otra vida.

Crítica Bastarda:

La nueva y ya cancelada “The Living and the Dead” nos adentra en las fallidas intenciones de BBC One de conseguir aunar el drama de época junto a una vertiente sobrenatural. De la mano de Ashley Pharoah y Matthew Graham, cocreadores y escritores de “Life On Mars”, la propuesta nos hace viajar a Somerset, Inglaterra, a 1888 para tratar de captar ese choque frontal entre el pasado tradicional y ese futuro donde la ciencia y la era industrial se hacían hueco en una tierra de cambios. ¿Pueden ser explicados los mitos o los fantasmas a través de la ciencia? ¿No es acaso considerada una posesión como una doble personalidad o incluso la posibilidad de ver a los espectros como un acto de brujería? La posibilidad de encontrarse atrapado entre un mundo de vivos y muertos, planteando la existencia de otra vida, conforma el germen de una drama amparado en sucesos paranormales y sobrenaturales, fantasmas o cuentos aterradores. La psicología, el espiritismo o incluso el hipnotismo confluyen con la religión dentro de una producción amparada en su elaborado diseño de producción e interpretaciones donde pudiéramos imaginar una revisión de “Downtown Abbey” o “Poldark” con presciencias fantasmales. “The Living and the Dead”, no obstante, juega en sus últimos episodios otro tipo de cartas para retratar ese mundo de vivos y muertos a los que separa, en realidad, el propio tiempo a modo de parábola de almas torturadas ya sigan con vida o hayan pasado al otro lado y más allá. Lamentablemente y pese a funcionar en la mayoría de sus vertientes y riesgos formales, a la propuesta le falta algún ingrediente con la que seducir completamente al público y arrastrarlo a ese mundo que lucha por adentrarse en las sombras de la muerte y aferrarse a la luz de la vida.

La cuestión principal es que “The Living and the Dead” se centre en ese foco dramático ante la pérdida del pequeño Gabriel, que sigue siendo una herida abierta y latente para su padre y protagonista de la serie. El viaje de Nathan Appleby (Colin Morgan) para rencontrarse con su hijo a modo de redención viene marcado de la mano de un sentimiento respecto a un planteamiento temporal, en el que se presenta en su capítulo final un viaje en el tiempo hasta sus descendientes y una maldición a modo de legado familiar. El círculo ha de ser cerrado y la concepción incluso pudiera recordarnos a algunas cuestiones formales de “La mujer de negro” con otras argumentales de “Los otros” de Alejandro Amenábar, donde se vislumbran ciertas paradojas entre el pasado/presente como toque original del espectáculo. Tal vez la propuesta se vea necesitada de más fascinación, menos frialdad y otra clase de misterios para ser un soplo de viento fresco repleto de oscuridad y, por el contrario, jugara con su reflexión de esos personajes que luchan entre ambigüedad que desprende la vida y la muerte. Esa pugna entre ese futuro que está por crearse y materializarse y ese pasado que ha quedado borrado por las brumas, esconde un par de brillantes giros finales en los que “The Living and the Dead” se ciñe a sus estructuras y conflictos familiares: niños que buscan a sus respectivas madres/padres y viceversa. Da la impresión de que Nathan Appleby abrió una puerta que le permitió contactar tanto con espíritus malignos como almas errantes, a viajar a través del tiempo para darse cuenta de su propia (in)mortalidad como parte de un camino eterno.

[¿AVISO DE SPOILERS?]

[¿EXISTEN LOS SPOILERS EN SERIES QUE ESTÁN YA EN EL MÁS ALLÁ?]

Nunca sabremos por qué Appleby acabó asesinando a su esposa en esa hipotética segunda temporada que nunca verá la luz, aunque nos queda el legado trágico de sus descendientes y ese círculo que su camino a la redención (y seguramente el cielo) deba completar. El resto, en el más allá.