No me gustó ese arranque de “Falling Skies” en forma de doble episodio. Y no fui el único que se sintió defraudado con una serie que contaba con el beneplácito y producción de Steven Spielberg y una creación de Robert Rodat. Si estableciéramos un trending topic para unificar criterios éste sería #decepción. Porque muchos esperábamos una serie mejor estructurada que “The Walking Dead” al disponer de diez episodios y con un carácter sorprendente en cada episodio y secuencia. La “Falling Skies” que muchos medios nos han vendido como reveladora es tan devastadora como los paisajes que la envuelven y tan sumamente tópica que no sorprende en lo más mínimo. Ni la presencia de Noah Wyle da cierta empatía a la propuesta. En este tercer episodio, “Prisoner of War”, me queda la constancia final de una invasión expulsada por mi cerbero a través de mis retinas en menos de empiecen sus títulos de crédito con interferencias y aire de misterio a lo “Lost”. Spielberg debería haber aprendido algo de J.J. Abrams y construir una serie sobre la ilógica, el fuera de campo y la plenitud de personajes. La serie aquí es obvia, todo está expuesto y los alienígenas nos han enseñado casi todo lo que teníamos que ver y los personajes que la protagonizan están repletos de lugares comunes.
Los niños esclavizados por la lapas alienígenas recogen metal y chatarra con fines desconocido. Mechs y skitters llevan a cabo la supervisión de la operación. Ben Mason se encuentra entre ellos y su padre y hermano le observan desde una azotea cercana. ¿Por qué han venido a la Tierra los alienígenas? ¿Para el robo de recursos? ¿Recursos como chatarra y tostadoras? Las construcciones que están edificando en las ciudades invadidas pueden ser la clave pero no la respuesta. La operación es abortada por ladrillazo pero no ha sido cancelada definitivamente. Está claro que las deficiencias de la serie pasan por ver ese instituto habitado por militares y civiles como punto de la operación ‘reconquista’ y de momentos lacrimógenos, de tensión y diálogos baratos. Por supuesto no faltan los partes y reuniones de la cadena de mando en aulas escolares. No sé si pretende ser una metáfora sobre lo infantil que es la serie o simplemente es lo menos torpe que se les ocurrió a los guionistas.
Papá, creo que voy a dejar de ver tu serie |
Desde luego me importa que a John Pope le hagan cocinero, que el Capitán Weaver sea muy chungo y asocial y un poco un bledo la tensión sexual no resuelta que establece el protagonista, Tom Mason, con la doctora Anne Glass o ese reencuentro con el verdugo moral y mortal de su mujer, Michael, un médico que podría salvar la vida de su hijo al descubrir la manera de quitar al parásito sin matar al paciente. El debate sobre conquistados y conquistados es lo más insignificante y aburrido visto en la serie hasta el momento. Pues mira, esto es una rebelión de supervivientes sobre unos alienígenas malísimos que han arrasado con el planeta. Si quieren lanzar pregones morales sobre la humanidad y sus valores, esposas muertas y quién tiene la culpa de ello (si el destino o el último videojuego de la Play Station) me da un poco igual. Menos si meten frases lostianas como ‘La muerte de Rebeca puede que salve la vida de Ben’.
¡Noooo! ¡No más episodios! |
En la ‘Operación rescate de Ben’ el afortunado es finalmente Rick (¡Qué mala suerte que tiene el protagonista pese a nunca pasarle nada!), el hijo de otro soldado rebelde, Mick (riman adrede los nombres de padre e hijo). La operación pese a la salvación de un niño ‘abducido’ es un fracaso y Tom (con su Tom) es fusilado a cañonazos. Pese a las circunstancias consigue capturar el primer prisionero de guerra alienígena de la contienda siguiendo los consejos del anterior capítulo de John Pope (¿Es “Falling Skies” una versión con actores reales de “Dora la exploradora”?). Pero no todos son alegrías: su hijo Hal y Karen son retenidos a punta de cañón por un Mech. Un skitter, a falta de un bigote nazi, decide exhibir al joven protagonista lo que hacen si roban a un niño: ¡matan a otros cinco y por la espalda! Como esto es una serie de clichés los alienígenas hitlerianos se quedan con la chica (rubia encima) y se sueltan frases entre padre e hijo como ‘Me alegras que hayas vuelto’ entre lágrimas y aullidos de plañidera spielbergiana. Como Tom es profesor de historia y la serie está producida por un judío nos dan la charla de los malos que eran los nazis (con o sin frase de Galliano o Von Trier) y que éstos alienígenas merecen la toma de su extraterrestre Berlín edificado con televisores y consoladores eléctricos tuneados. Yo, desde luego, no lo veré aunque lo mismo me siento, como gran parte de la audiencia, similar a un Prisionero(s) de Guerra(s).
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