jueves, 16 de septiembre de 2010

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El cazador

[Como siempre y aunque parezca mentira esta Entrada está Basada en Hechos Reales]

Conocía la expresión los ‘pelos como escarpias’ aplicados a la vorágine existencia de la apología del terror. También, como resultado físico del crecimiento del vello y pelambrera en la parte anatómica femenina inferior al codo. Mi profesora de C.O.U. de Lenguaje ostentaba unos pelámenes dignos de estudio biológico y lingüística. Góngora y Quevedo retratarían los mismos como hierba en vereda atada a un camino llamado epidermis. Pero no pienso hablar de ella ni de lo que me inspiró en un personaje mítico (dentro de un club de rol) para Rolemaster. Aunque el chaleco ‘de caza’ y que lucía sí inspira parte de lo que voy a narrar. También los pelos porque fue la primera imagen que me vino a la cabeza cuando tomé asiento en el autobús. La señora mayor, repeinada y (en)lacada de peluquería de la periferia lucía vestimenta de Domingo. Fue interrogada por otras dos señoras que ‘ficharon’ después de servidor.

—¿A bailar o de caza? —Le preguntaron.
—Esta noche no voy a bailar. —Respondió con un rin-tintineo senil voluminoso.

Primera Plana
Pero la cuestión y debate que mantenía con el conductor era sobre otro tipo de caza menos promiscua y más animal. Siempre hay personas que se sitúan en el primer asiento de autobús para iniciar una conversación con el conductor. Yo, como buen voyeur social, me colocó detrás para escuchar a ambos. Lo más normal es que las conversaciones sean intranscendentes y vulgares. De hecho, como habrán podido comprobar los asiduos de este blog, no han dado ni para tres cuartos de entrada… pero o que habló esa anciana cazadora con el conductor sí me resulto relevante e incluso estremecedor. 

Preparados...
El conductor se dedicaba a la caza de conejos pero tenía esposa dedicada que perdonaba sus faltas y ausencias. Había pateado todo el país con su ‘escopeta’ empalmada. De coto en coto y había cazado de todo. Daba lo mismo que fuera en fin de semana que un martes y miércoles. Él no soportaba el fútbol y la pesca. A él le gustaba apuntar y sentir la intensidad de ver esos ojos a punto de perecer. ¡Bang! ¡Bang! Sayonara, Bambi. Había recorrido todos los cotos de caza de planeta España y al parecer cobran y uno tiene el saldo limitado. Tantos pies o tantas alas... El negocio es que si uno liquida su límite acaba el juego… por lo que si aparecen cinco perdices y ese era el límite quedarás eliminado. También hay jerga propia y se habla de alas o pies como norma base para tratar sobre las condiciones.

Otra cuestión son los venados y jabalíes. Algunos restaurantes pactan con el cazador y uno se lleva la pechuga y otro el trofeo.

Apunten...
Poseía sólo una cabeza de ciervo en el salón porque era muy generoso y lo daba todo… Solamente quería el sentimiento de cazar, algo emocionante al parecer.
La señora mayor y reipeinada preguntaba y preguntaba como si fuera un talk show on live y, sobre todo, insistía en la lado de santificación de la esposa del conductor que ‘perdonaba’ las estimables ausencias maritales. A ella le gustaba el guarrindongueo del desayuno en los cotos porque a veces se apuntaba. También por aquello de despellejar a un animal: algo que vuelve loca a todas las mujeres.

¡F-U-E-G-O!
Él entendía su hobby como una pasión y disfrutaba cazando. Le gustaría hacer lo mismo que hacen muchos seguidores del Real Madrid, que se van al extranjero a seguir a su equipo. Él haría lo mismo pero un coto de Suiza aunque no más allá de febrero porque, como todos sabemos, no pasa de cuartos y uno es generoso y no quiere provocar envidias innecesarias…

Yo, desde luego, asistí a toda esa mini-conferencia de los diez minutos que duró mi viaje  y puede decir que tiene una única moraleja bastarda: si veo, en la distancia,  a ese conductor cazador de conejor o ese pelo (en)lacado viejuno en el primer asiento dejo pasar el bus…

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