Bocata de Calamares a la Lomana

¿Quién es Carmen Lomana? Desde hace muchos años habito en el esnobísmo de cierta porción de la plebe que no ve apenas la televisión o al menos si la ve suele ser de pago. Entonces, ¿cómo se puede sobrevivir al socialismo mediático propagado las ondas catódicas?

Hubo un tiempo en el que uno no podía sobrevivir en el mundo del entorno laboral si no desarrollaba ciertos comportamientos de acorde a conversaciones ociosas e intranscendentes. Mimetismo o defunción social autista.

Eso era que si no estabas al día de la prensa rosa, “Gran Hermano”, “Operación Triunfo” y de los innumerables freaks televisivos no te podías comer ni medio colín verbal con tus compañeras de trabajo. Quedabas excluido y encerrado en ti mismo por toda una eternidad que comprendía tu horario de trabajo. Y si te gustaba rajar durante las siete horas quedabas atorado en un laberíntico mundo que comprendía desde el entorno familiar (comidas, niños y maridos) hasta la inmediatez barriobajera de personajes públicos. 

¿Borroso glamour?

Y no había más: sin lyncheros, poperos, gafapastas, modernos o adictos al underground, Serie Z o cualquier objeto de pasión con el adjetivo alternativo la cesión a recaer en temas referentes a la telebasura era tan reiterado como habitual. Recuerden que hablar de sexo, política o religión es tabú.

Por otro lado en ambientes cargados de hormonas femeninas si encuentra y quiere también mantener conversaciones con miembros heterosexuales de su mismo sexo tiene y debe estar al día de toda la información deportiva. Es cierto que es un tema para romper el hielo y parece un cliché pero es una verdad cierta que las pelotas guían los pasos de los machos ibéricos como ganado pastando en campos de fútbol.

¿Cegada por la fama?

Pero todo lo anterior forma parte de un pasado lejano. Hace tanto tiempo que llevo tan desconectado del mundo freak-televisivo que me siento como dos desconocidas compañeras de empresa. En el ascensor comentaban que tenían que volver a leer la prensa rosa para evitar el molesto out y la inmersión en la marginalidad en las relaciones laborales.

Cuando me hablaron de Carmen Lomana por primera vez era una señora sin nombre y fue respecto al reportaje de “Comando actualidad” titulado “Los ricos también lloran”. Al parecer fue muy sonado aunque yo no me enteré. En el mismo se comentaba los daños ocasionados por la crisis en las más altas instancias sociales patrias. Y allí estaba ella, en una boutique mega-pija-fashion y lanzó la boutade que la proyectó al cielo dorado de la televisión sensacionalista: 'Que la crisis la paguen los pobres que están preparados'. Seguramente fuera sacada de contexto pero a partir de ese momento el odio engendrado por la población fue tan en aumento como su popularidad. 

Glamour to kill

¿Quién es Carmen Lomana? Seguía sin saber quién era pese a hablarme de ella en foros condenados al olvido. ¿Quién es Carmen Lomana? Aquel personaje que formó parte del “Sálvame”, que veía en la distancia en los LCD del trabajo en repeticiones de “Más que baile”. ¿Quién es Carmen Lomana? Me pierdo entre Dior y Chanel pero sus ecos han dejado de ser moda pasajera en el momento en que le dieron un programa de televisión: “Las yoyas de la corona”. No confundan yoyas con joyas porque obviamente son completamente diferentes en todos los aspectos: en grosor, calidad y precio. Las yoyas podrían ser esas mentes jóvenes que tan fructuosamente pretenden vender como idiotas integrales a los que les han regalado el Graduado Escolar. Pero no, las yoyas han sido por parte de una audiencia harta de clichés, asqueada de profesores gritones y glamour de polígono. ¿Será el fin o el principio del fin de la compra en mercadillos de la periferia por parte de la Lomana? 

¿Quién es ella?

Yo sigo sin conocer a Carmen Lomana. Sé que tiene melena rubia, que está operada porque ninguna mujer pasa de los sesenta con esos estiramientos faciales, que da consejos fashion y que su voz es un siseo mega-pijo que la sitúa en un paradero mental desconocido. ¿Quién es Carmen Lomana? Me siento como un personaje en “Ninotchka” pero ella no es rusa y tiene sentido del humor. Me hablan, me dicen y me saturan de información pero ya he perdido toda cuenta de anécdotas lomaneras. Pero ella no es la Garbo, tal vez la invisible Addey Ross en “Carta a tres esposas”. Se encuentra en un espacio en off a mi visión y mi percepción de la Lomana posiblemente sea la de una carta repleta de grasa que envuelve un bocata de calamares: huele, sacia, todo el mundo habla de él, tiene muy buena pinta y finalmente acaba su aparente glamour gastronómico en un eructo.