jueves, 30 de agosto de 2018

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(Des)encanto: Las desventuras no pueden esperar

Serie de TV
“(Des)encanto”
EEUU
2018

Sinopsis (Página Oficial):

El deber llama a Bean, pero ella solo piensa en beber. La rebelde princesa enfurece al rey y siembra el caos con sus amigos, un demonio y un elfo.

Crítica Bastarda:

¿Quién dijo que construir un clásico de las series de televisión fuera fácil? Matt Groening ya podía dar por finalizada su misión tras “Los Simpson” y “Futurama” pero, sin embargo, “(Des)encanto” ha llegado por obra y gracia de Netflix para dar más aliento al creador y toparse, irónicamente, con una vara de medir que no se aplica a otras actuales series de animación. Las críticas han sido inevitables y la producción ha sido cuestionada desde su proposición. Se trata de una comedia animada para adultos en un mundo de fantasía en la que la violencia y su humor negro podrían recordarnos —por momentos— a “Rasca y Pica”. Se ha acusado a la propuesta de Groening de falta de ingenio, de contener chistes vulgares de usar y tirar e incluso de no ser tan adulta como pretendía ser. Más allá de unos dientes de conejo, Bean refleja ese ‘eructo’ a lo políticamente correcto y las normas que establecen los universos de fantasía. Existe, por lo tanto, un intento implícito de rebelión ante las imposiciones del género y un aire de disfuncionalidad y transgresión que ha acabado en un cúmulo de críticas. ¿Es un desencanto “(Des)encanto”? Da la impresión de “Bojack Horseman” va a seguir siendo la gran favorita de los medios especializados y seriéfilos aunque, contrariamente, no tengamos un proyecto que sepa rentabilizar —en lo que parodia e incorrección política se refiere— piezas fundamentales para la cultura popular como “El Señor de los Anillos” o “Juego de Tronos”


Dreamland puede que haya llegado a nuestras pantallas para mostrar que todavía estamos lejos ante una versión imperfecta y alejada de su mejor interpretación. Pensemos en que a Matt Groening se le valora con otro listón más alto y especial y aquello del eslogan («las desventuras no pueden esperar») pudiera leerse como el descontrol mediático que le esperaba al creador de “Futurama” al anunciarse su colaboración con Netflix. No conviene desdeñar “(Des)encanto” por no conseguir estar a la altura de pesos pesados como Rick y Morty o coexistir con “Los Simpson”. En cierta medida, nos encontramos ante una comedia de animación que va ganando según avanzan los diez episodios que componen su primera temporada y que alcanza en su locura final (¿a modo de burla de los cliffhangers de los seasons finales?) una vía para expandir todavía más el universo que ha ido desmigajando. Es cierto que los personajes principales de “(Des)encanto” no tienen todavía el carisma y la agudeza suficiente para que la propia serie fluya en lo que creatividad se refiere y se requiere satisfactoriamente. Las (des)venturas de Bean, Luci y Elfo funcionan mejor por el envoltorio alrededor de los arcos argumentales que por el interior de los protagonistas. Sin embargo, el humor negro está ahí y —a veces— es suficientemente explosivo como para aplaudir las mejores virtudes del espectáculo. “(Des)encanto” resulta, por lo tanto, diabólicamente encantadora cuando sume el conjunto a algunos riesgos y se aparta de esos clichés sobre una princesa fiestera que trata de rebelarse sobre el destino que han impuesto otros. Esa libertad supone la entrada del caos y de nuevos horizontes que esperemos sirvan para que la nueva propuesta de Netflix siga construyendo una leyenda que otros muchos consideran un cuento sin mucha historia. 

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