“Shame”
Director: Steve McQueen
Reino Unido
2011
Reino Unido
2011
Brandon (Michael
Fassbender) es un hombre de
treinta y tantos años que vive en un confortable apartamento en Nueva York.
Para evadirse de la monotonía del trabajo, seduce a las mujeres, en una serie
de historias sin futuro y encuentros de una noche. Pero el ritmo metódico y ordenado de su vida se ve alterado por la
imprevista llegada de su hermana Sissy (Carey
Mulligan), una chica rebelde y
problemática. Su presencia explosiva llevará a Brandon a perder el control
sobre su propio mundo. “Shame” indaga en la naturaleza profunda de nuestras
necesidades, en la forma en que afrontamos nuestra vida y las experiencias que
nos marcan.
[Advertencia al espectador: esta es la típica película integrada en ese cine de autor de planos largos, miradas y diálogos profundos destinada a un público sesudo, cinéfilo, de gafas de pasta gruesa, de pose o no pose y, en definitiva, que huye del cine comercial. Si la ve porque salen desnudos y piensa que es en plan “Instinto Básico” con el pitorro de Michael Fassbender en vez del potorro de Sharon Stone está equivocado. No vaya luego llorando en cada esquina diciendo que le han engañado, que es muy lenta, pretendidamente esnob y que se la han clavado… ¡y no Fassbender! Además... ¡Los pajilleros también merecen cine de arte y ensayo!]
“Shame”
se articula sobre una secuencia de montaje cuyo motor transcurre en el interior
de un vagón de metro. Ambas secuencias se pliegan en su inicio y final, como un
par de bolsas escrotales, ejerciendo una lectura de una adicción sexual dejando
al espectador (y sociedad) la sanación (por electroshock-coital) del enfermo. Freud
definiría ese metro como un gran falo penetrando un túnel-vagina con paradas durante una eternidad-reiterada-y-cíclica-clitoriana
y con Fassbender atrapado en el mismo… ¡No hay salida! O «Esto no es una
salida» como (re)marcaba Patrick Bateman al final de “American Psycho”
de Bret Easton Ellis. Realmente
entre Brandon y Patrick
las conexiones son palpables en ese vacío existencial y su incapacidad de compromiso sentimental con las
mujeres. También los tortuosos entresijos de la soledad y la incapacidad
de comunicación y diálogo con el mundo parecen temas coppolianos que han
causado dolor y orgasmos a partes iguales al respetable.
¡Nadie ha hablado de mi potorro! |
El filme de Steve
McQueen funciona mediante un planteamiento de (de)construcción del individuo
al ser sacudido por un fuerte cambio a modo de giro. En el caso de Brandon, su hermana inestable y problemática (el pene de Fassbender, por presencia, peso y tamaño, se ha convertido en protagonista secundario de “Shame” pero el potorro
con rodal de Carey Mulligan hace méritos) llega
a su mundo para desestabilizarlo… pero para generar también el único vínculo
humano que le queda en su vida. Un mundo en el que el sexo se ha convertido en
el único contacto que ha establecido para comunicarse con el mundo más allá de
su vida laboral. Se podría establecer un diálogo antagónico entre “La
pianista” de Haneke y la cinta de McQueen. La primera
funciona por la represión sexual de su personaje principal mientras que la
segunda por la incontinencia del protagonista. Tampoco está ajena de la hipocresía
moral de la sociedad con ese jefe adultero y de lenguaje sucio y machista,
casado y con familia, ni de planos secuencias que inyectan veracidad al conjunto
y que ya vimos en “Hunger”. De hecho el propio autor señala a ambas
películas paridas de su talento como bisagras sobre la libertad del individuo:
en su ópera prima con la privación de la libertad se utilizaba el cuerpo como arma
política para generarla, mientras que en “Shame” el individuo independiente,
moderno y con plena libertad sexual crea en su propio cuerpo una prisión de la
que no puede escapar.
Viendo en youtube la actuación de Las Supremas de Móstoles |
“Shame” podría ser y derivar en un filme sobre relaciones incestuosas y destructivas entre hermanos como sucedía en la reciente “La mitad de Óscar” pero el discurso del director parece estar enfocado hacía el retrato psicológico sobre el descenso a los infiernos del hedonismo. Hay muy buen cine en “Shame”
como en la secuencia que incluye la interpretación de Carey Mulligan de ‘New York, New York’ en largos planos,
donde establece esa conexión directa con su hermano en la ficción. Steve
McQueen demuestra ser un director
muy inteligente y no cae en el cliché: cualquier otro hubiera incluido el hit
de Las Supremas de Móstoles, ‘Eres Un Enfermo’. Lo que no entiendo para nada es el título de
la película… ¿Shame? ¿Vergüenza? ¿Vergüenza de qué? La vergüenza
(y ‘shame’) sería tener un micro-pene y tener que hacer un desnudo
frontal… Esa sí que sería LA VERGÜENZA.
Ohhhhhhh. Muero de ansia de verla...
ResponderEliminarDe momento, en los cines más cercanos. ;)
EliminarSaludos y gracias por el comentario.