viernes, 14 de mayo de 2010

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Alegrías y gestas

Es cierto que cuando uno habla a veces sube el precio del pan o lanza perdigones letales a su interlocutor. Posiblemente uno de mis innumerables defectos sea decir muchas veces las cosas como son. No hablo de sinceridad en un mundo donde la hipocresía reina sino de ‘como son’, simple y llanamente, para la visión del mundo que me rodea. Sin asperezas, sin matices, sin nada que interrumpa aquello que condensa mi cerebro y es proyectado por mi voz. Odio, además, a esa gente que pretende ir de ‘sincera’ por la vida, que traspasa la barrera de la mala educación diciendo que forma parte de esas personas que ‘van por delante’. Yo no voy por atrás tampoco porque simplemente no voy, o al menos lo intento.




No entiendo porque tengo que fingir ante los demás y sentir felicidad por algo que no me la produce. El inciso y nueva incisión moral se produjo cuando dije que me importaba más la copa de campeona de petanca de la prima de una vecina que la victoria europea del Atlético de Madrid. Es bonito ver un mundo feliz pese a que en toda competición de ‘a dos’ queda siempre un perdedor. Un físico cuántico se mofaría de la celebración de una victoria por parte de cualquier equipo: «el equipo que acaba de ganar ha perdido en otro universo». Pero tampoco quiero desviarme por ahí. Quiero ir directo al camino y no es otro que el de las emociones. ¿Por qué tengo que emocionarme por algo que no me conmueve? ¿Por qué una amplia mayoría lo hace? ¿Por qué ‘debe’ y ‘tiene’ que ser así?


Lo siento por el desplante y el plantón pero una cosa es fingir y otra mentir. Entre medias se encuentra la matización pero, a veces, no quiero acercarme ni tocar ni los extremos de los palos y el término medio se me antoja pobre. El matiz es tan sólo un elemento de disuasión. Tal vez pronunciarme en términos de ‘materia prima’ sea lo menos inteligente pero sinceramente creo que es lo más conveniente para aclarar el punto de vista, aunque nunca evitaré las explicaciones.
Y dar explicaciones se convierte en una reiteración, en un proceso para que el interlocutor asimile todas tus ideas sin tener ni necesitar imponerlas. Así soy (y esto es lo que pienso) y punto.


Pero muchas veces parece que eres sometido a un proceso a lo Juana de Arco. No hay lugar para fe personal en un mundo nihilista ni siquiera el fin justifica los medios, porque justificar es explicar y explicar es reiterarse e incluso retraerse. Yo digo lo que digo y punto. Punto pelota. Pelota como la que se va formando por decir lo que piensas (que no es la verdad) sin matices.


Esa supuesta sinceridad para muchos es meter la pata pero tampoco es sinceridad decir lo que uno piensa si no ofende. El ofendido sería al que le acusan de ser negativo cuando si fuera positivo caería en el auto-engaño y falsa satisfacción y mucho menos cuando uno es neutro como aquel 'perfecto' PH.
Aunque el mundo que nos rodea se asimila al compuesto de hortensias, cuyas flores cambian de color dependiendo del PH del suelo donde estén plantadas. La vida, al fin y al cabo, es a veces tan simple como ser una flor de hortensia: ser rosa, blanco o azul dependiendo del camino donde uno esté plantado. Y pude que muchas veces, por ese mismo motivo, no tengamos elección de tonalidad.

Dicho todo lo anterior, ¿a qué color pertenecen ustedes?

2 comentarios:

  1. Te pierden los colores... pero como al resto. Sigues perfectamente la teoría del mondo-hortensia. Antes no eras azul porque el suelo donde estabas plantada era de distinto PH, ahora re-plantada en tu vida y lugar has cambiado...¡para bien!

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