
Es cierto que cualquier blog, incluso uno bastardo como éste, tiene que tener un tema, un estilo y un espacio. Entonces, ¿cuál es mío?
00:25 Queda menos.
00:29 Ahhhhh! La idea es recordar el sueño de hoy y escribirlo pese que no perdone mi amado John Waters; Incluye a la gente que dice «Anoche tuve un sueño rarísimo...» en último lugar de su capítulo RELATO CORTANTE (101 cosas que odio) en su genial “Majareta”.
01:15 No pregunten por qué pero sigue teniendo las tres almohadas en la habitación y todavía ¡no me he dormido!
06:00 ¿Qué he soñado? ¡No lo recuerdo! Bueno, recuerdo una parte estúpida del sueño pero «nunca les contaré de qué iba» para satisfacer las exigencias del director de “Vivir desesperadamente”.

Quien lo tuvo que tener claro, muy claro y no fue uno estúpido que contar, fue Damon Albarn cuando despertó de ese sueño de verano brit-pop llamado Blur y vio en un horizonte muy lejano aquella mágica y poética escultura musical del que están hechos sueños y fantasías. Gorillaz nunca pudo ser real porque no procedía de este mundo y así nació la banda virtual que vendió millones de copias de su primer y homónimo álbum.
“Demon Days” fue una segunda versión rememorada y (re)mejorada y, sí, reciclada musicalmente. No le faltaron acompañantes reales a los virtuales 2-D, Murdoc y compañía: desde De La Soul a Neneh Cherry pasando por Roots Manuva, que dotaban al sueño etéreo de Albarn de cierta homogeneización de cualquier estilo.
Ambos discos corrían en grave riesgo de caer en la fase más profunda del sueño, la Delta, donde se está dormido pero no se sueña.

Posiblemente (mejor dicho, con casi completa seguridad) el último corte del efímero sueño, “Plastic Beach”, sea el definitivo y más preciso. No sólo por sus colaboraciones de escándalo: Snoop Dogg, Lou Reed, Mos Def y Bobby Womack; sino por amoldamiento a sus patrones previos amplificándolos hasta la hegemonía culturar del todo vale y todo sirve. Retazos musicales de estilo pulverizados en pixels mass-media para el goce eterno.
Los primeros compases de “White Flag” irían directos a “Viaje a Darjeeling” de Wes Anderson y ese cruce quimérico que realiza con The National Orchestra For Arabic Music y el grime a lo Dizzee Rascal hace horma de su zapato que cualquier estilo musical es válido. Herejía a la basura musical y de eterno reciclaje de la MTV, Gorillaz democratiza el trip hop y el hip hop o forma un contorno desde la música electrónica hasta el pop completando un círculo multicultu-musical.
“Stylo”, primer single, evita los polémicos parecidos razonables de un encuentro entre “Time Warp” de Eddy Grant y “The Landscape Is Changing” de Depeche Mode para difuminar a golpe de Curtis Mayfield en voz de un ineludible Bobby Womack un hit del synthsoul.

Por si no nos creíamos que estamos ante uno de los discos más notables del año Bobby Womack regresa con estilo (y qué estilo) para cuasi-cerrar el álbum plástico con “Cloud of Unknowing”. ¡Qué llamen al Bruce Willis del clip de “Stylo” y se cepille a Eduardo Noriega antes de que salte al vacío en “Abre los ojos”! ¡No quiero despertar de ese “Welcome to the World of the Plastic Beach”!
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