La sexta y última temporada de “The Americans” confirma la sensación de que hemos estado ante uno de los grandes dramas para televisión de los últimos años. En su despedida, Joseph Weisberg ha tratado de dar sentido a todo su trabajo durante todos esos grandes capítulos a unos personajes que han ido evolucionando frente a nosotros. He aquí también una clara idea de formalizar a esas dos Rusias enfrentadas ante un incierto futuro. Es obvio que jugamos con nuestro poder sobre la historia y que Gorbachov fue una figura determinante en el rumbo de la Guerra Fría. En cierta medida, la propuesta de FX nos advierte sobre el peligro de dar el poder a ciertos líderes y las consecuencias nefastas que puede suponer ceder a esa habitual vorágine de mantener la tensión hasta la autodestrucción. Era también evidente que la brecha familiar -y profesional- de los Jennings iba a ser parte de esa báscula moral a la que se somete el enfrentamiento y ruptura de Elizabet y Philip. La cuestión siempre fue dimensionar el espionaje como una lenta carga de conflictos que van minando al individuo y generando una caída hacia los infiernos. La condena, además, parece quedar matizada por el cuestionamiento de esas órdenes impuestas por terceros. No se trata de aceptarlas o no sino que aquello que las dan no son lo que las ejecutan… ni parecen tener pleno conocimiento de aquello que van a desencadenar o del precio que pudiera tener. Elizabeth está temporada va a ‘despertar’ tras comprobar que la central está dispuesta a falsear sus informen con tal de provocar el fin de Gorvachov.
La idea implícita de esta entrega final es el punto de giro en esa Rusia dividida y los sacrificios a los que están dispuestos a llegar los personajes por conseguir que esos líderes tomen las riendas de su nación. Los propios protagonistas van a quemar su tapadera en el proceso e incluso Oleg Burov va a dar toda su nueva vida a cambio de que ese sector pérfido que compone la Central no destruya las posibilidades de un cambio. Se trata, por lo tanto, de dar sentido a ese viraje en todos los personajes principales y en que Joseph Weisberg eleve todas esas piezas que ha ido diseminando a lo largo de todas las anteriores entrega. Puede que algunos cuestionaran los bajones de ritmo en la serie pero, por el contrario, la sensación es que todo formaba parte para llegar al final de un camino premeditado durante bastante tiempo. Ese largo adiós nos ha llevado a una terna de capítulos sumamente sobresalientes que han convertido a “The Americans” en el mejor drama —sin elementos distópicos o fantásticos— de la presente década. Todo los anterior nos ha conducido a un gran ejemplo de escritura de guion y desarrollo de personajes. Puede que el mejor ejemplo sea Stan Beeman y todos los componentes alrededor de esa monumental y esperada secuencia en la que el agente del FBI desenmascara a los Jennings y opta por una decisión que ha sido plantada previamente en muchos conceptos previos. Es cierto que Stan nunca perdonaría a unos asesinos y la nueva versión de la historia que aporta Paige dimensiona la importancia del agente por destruir una familia que fue parte de su vida personal durante años. No todo era una mentira ni una farsa sino que las conexiones emocionales con Philip o Henry van a determinar la decisión de Stan. Es evidente que la ironía está presente y tenía un legado desde la premisa de la ficción pero, sin embargo, el matrimonio de espías protagonistas se ha ido exponiendo para salvar su relación. La boda en la que se casaron provocó que el sacerdote que ofició la boda terminara por desvelar su secreto. E incluso el retorno de Philip al oficio para ayudar a su esposa indujo parte del principio del fin.
Era evidente que la salida para finalizar la serie era la muerte o arresto de los Jennings o, por el contrario, su regreso a la Madre Rusia. En toda esa articulación existe un claro componente con los márgenes de la propuesta. En cierta medida, que Henry se quedara en EE.UU. era algo obvio, ya que su relación con Stan era incluso mucho más satisfactoria que con sus propios padres. Otro de los elementos utilizados por Weisberg ha sido la banda sonora para retratar los conflictos y exponer el interior de los personajes. El popular tema de U2, ‘With Or Without You’ servirá para que Paige decida quedarse en sueño estadounidense y no seguir el camino junto a sus padres. Pensemos en que todas esas decisiones han sido plantadas a los largo de muchos capítulos previos y todo ese giro de guion supone una salida para alguien que desea dar explicaciones a su hermano sobre la profesión de sus padres y la farsa en la que vivió. Ciertamente, el germen al que nos condujeron fue a que todo aquello que se va a ir produciendo sea parte de ese camino recorrido. No sabes si Elizabet y Philip podrán adaptarse a esa Rusia que va a cambiar drásticamente y a la que tendrán que acomodarse. “The Americans” no quiere ofrecer todas las respuestas. Al fin y al cabo, se trataba de una ficción en la que los grises y las dobleces florecerían en el interior de los personajes. Parte de la exposición previa, bien pudiera ser el rostro de Laurie Holden (Renee) y esa doble lectura que propicia. ¿Se trata de un grito interior o de una tranquilidad por aquello que se ha producido delante de sus narices? ¿Podrá Stan fiarse de ella tras la revelación y semilla plantada por Philip? Toda esa ironía también se pudiera trasladar al título del series finale. “START” (6x10) es todo un ejemplo de concisión narrativa y tratamiento de personajes. Se trata, obviamente, de un inicio dentro del final de la propia serie. Weisberg nos invita a imaginarnos todo ese nuevo comienzo para todos los protagonistas y concebir en nuestra imaginación esas nuevas vidas que van a tener que construir. Ya no hay farsas ni mascaradas salvo enfrentarse a ellos mismos y sus decisiones pasadas.
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Afirmas “Ese largo adiós nos ha llevado a una terna de capítulos sumamente sobresalientes que han convertido a “The Americans” en el mejor drama —sin elementos distópicos o fantásticos— de la presente década.”
ResponderEliminarEstaba pensando que te referías quizás a Twin Peaks: The Return, Black Mirror, Rick and Morty y Mr. Robot. O en tu juicio ¿cuáles pondrías en ese pedestal?
Saludos bastardos.
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EliminarHola Carlos,
EliminarLlevo unos meses en los que no tengo tiempo ni para poder responder a los comentarios.
Sí, pondría en el pedestal a esas series que comentas o incluso a las ganadoras de los Emmys a los mejores dramas de los últimos años.
Gracias por el comentario y saludos bastardos