domingo, 30 de octubre de 2016

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Black Mirror (3x06) Odio nacional (Hated in the Nation): #DeathTo [Inserte su nombre aquí]


“Odio nacional (Hated in the Nation)” (3x06) supone el gran colofón creativo de Charlie Brooker al cerrar tanto la tercera temporada de “Black Mirror” como sugerir una extraña simbiosis entre un largometraje y ‘series premiere’ compuesto del formato de episodio especial o doble. Esa comunión también queda establecida entre sus evidentes ecos cinematográficos y sus constantes televisivas, como si todo ese policíaco futurista fuera el camino final de lo que ha llegado su propuesta y a los nuevos horizontes a los que se dirige. ¿Abrirá una vía para la secuela o la constitución de un posible spin-off? ¿O se trata de un guiño a todo lo anterior como establecía White Christmas? En realidad, hay que entender lo que pudiéramos denominar ‘season finale’ como un recopilatorio de todo lo ofrecido anteriormente en “Black Mirror” y con una capacidad de introducir algunos ‘easter eggs’ junto al cierre de un círculo iniciado en El himno nacional. Si bien el punto de vista de ese primer peldaño en el cosmos de Brooker nos ofrecía a un personaje que deseaba revelar una parábola sociopolítica que transcribiera la oscura de la sociedad proyectada en esas pantallas que veneraban. En esta ocasión, nos dirigimos también a un Londres más futurista (para malestar de nuestra protagonista) que en aquella entrega. Dentro de esa distopía las abejas extintas han sido replicadas por unos diminutos drones que imitan a las mismas conocidas como ADIs. Otras especies están despareciendo a lo largo y ancho del planeta y nuestra capacidad humana se ha limitado a replicar las mismas… siempre cuando existan intereses gubernamentales por medio. ¿O pensaban que la supuesta oda (y moda) ecológica le importaba algo a un político? “Odio nacional (Hated in the Nation)” (3x06) sigue a la detective de policía Karin Parke (Kelly Macdonald) junto a una experta tecnológica llamada Blue (Faye Marsay), que se convierte en su ‘sombra’ en el mismo momento que aparece un misterioso caso de asesinato que acaba conectado a las redes sociales. ¿Podrán resolverlo Margaret Thompson de Boardwalk Empire y The Waif de Juego de Tronos? ¿Conseguirán ayuda de Kublai Khan de Marco Polo? En cierta medida la investigación que nos plantea el episodio va conformando una fábula sociopolítica que nos conde directamente a un debate sobre Twitter y su capacidad de ‘matar’ a personas a golpe de hashtag o trending topic. ¿Y si alguien hiciera realidad ese cúmulo de odio? ¿Y si todo ello fuera una doble pirueta para desvelar a los acosadores y ‘haters’ que toda moneda tiene dos caras? 

La sociedad siempre ha manejado el odio desde la protección tanto del anonimato como de esa pantalla que a veces puede convertirse en espejo, siendo un combustible que alimente monstruos. Y aquí nadie está libre de pecado. Desde los medios a los propios desarrolladores de esas redes sociales, bajo el permisivo gobierno, la tecnología puede ser usada para desarrollar ese lado oscuro de naturaleza humana. De este modo, una persona ha conseguido poner esas abejas replicadas (ADIs) que se encuentran por todo Reino Unido a la disposición de un hashtag. El personaje más votado en #DeathTo morirá al final del día y, una vez conocida la mecánica, la sociedad no decide guardar silencio sino que utiliza tal proposición como un arma para acabar, como si fuera una ‘Death Note’ con las ovejas negras que conforman el rebaño. Aquí también subyace otro discurso sobre el ser humano ha equiparado la farsa que muchas veces se convierte internet con su propio espectro real. Nadie se toma en serio nada (y ni puede tomarlo muchas veces siendo la red la fuente) y, tal material, conforma una normalización para la sociedad de ‘asesinar’ otras personas en las redes sociales o volcar todo su odio en las mismas sin ninguna clase de consecuencias. Es una broma aunque muchas veces no tenga gracia. Es obvio que las líneas de investigación de Parke y Blue introducen a un personaje gubernamental (un agente de la NCA interpretado por Benedict Wong) que nos transporta a otro elemento de ese discurso que confecciona Charlie Brooker. “Odio nacional (Hated in the Nation)” (3x06) aprovecha para implantar otra realidad actual en su espectro de ficción como los actuales gobiernos que espían a sus ciudadanos bajo la excusa del terrorismo. Esas abejas cibernéticas, en realidad, era mecanismos de estado para tener controlada e identificada a la población en todo mientras polinizaban flores. Aquí ya no hay miel sino un arma para generar muerte… James Hawes nos arrastra a los mecanismos de suspense de esa investigación y policíaco donde poco o nada importa el desarrollo de los personajes, más allá de unas breves líneas para detonar sus conflictos, sino que interesa más el discurso que una sólida y prototípica forma. ¿Realmente es una broma un hashtag ‘inocente’ deseando la muerte de una persona? Karin Parke, aburrida de la realidad y con las mejores frases de la función, habla de probabilidades, de la ineficacia de ir por callejones sin salida para demostrar que no tienen salida es perder el tiempo… sin darse cuenta de que va a estar atrapada en uno de ellos. Blue, por el contrario, piensa que los seres humanos dejamos nuestra identidad y alma en los aparatos electrónicos que utilizamos a diario. Y, en realidad, esa fuerza de las masas en las redes sociales dictamina la propia alma de la sociedad, equiparando en cierta medida a ese gran enjambre de la población con los monstruos a los que perseguía Blue a través de la tecnología tiempo atrás. 


En ese sentido, “Odio nacional (Hated in the Nation)” (3x06) es un thriller con incisivos de terror en el que esas abejas robóticas establecen un frente físico y elemento moldeable y, al mismo tiempo, conforman una alegoría sobre la sociedad dispuesta como un insecto dentro de las redes sociales. Y uno da lo que recibe… Podemos entender que la estructura del relato está afectado por mecanismos clásicos, siendo el testimonio de Parke ante la Corte Británica aquella línea que establezca una serie de flashbacks hasta llegar a la crónica real del horror. Y es que el responsable de todo ese control social de los insectos, sean humanos o diminutos replicantes asesinos, tenía una lección que dar a esa sociedad cargada de odio que no dudaba en sacudir con una fuerza devastadora digna del enjambre que representa a los más débiles y víctimas de la historia. En realidad, el plan del villano y genio de la informática (que vivió en sus propias carnes cómo su compañera de piso y trabajo trató de suicidarse por culpa del odio de internet) era revelar que el uso de #DeathTo traería consecuencias a todos aquellos que lo utilizaron. Gracias a la tecnología del gobierno para conectar las redes sociales a ese sistema de fichaje establecido por las ADIs, el objeto real siempre fueron esas cientos de miles de personas que odiaban sin remordimientos ni temores a que pudiera ocurrirles algo. Bien, ahora es momento de que otro insecto más poderoso acabe con otro más débil para extinguirlo. Todas esas líneas argumentales sirven a Brooker para dar una vuelta a su universo y volver a tocar la fibra sensible de una sociedad lobotomizada y ‘asesina’ que recibe aquello que precisamente ha desencadenado. En “Odio nacional (Hated in the Nation)” (3x06) tampoco existe una vuelta de tuerca más allá de los giros de guion en los que suele incurrir el género policíaco y el thriller, siendo ese doble juego de la historia que los personajes puedan elegir entre dudar si sus acciones completarán el plan del villano (387.036 personas que utilizaron el mortal hashtag, incluyendo a un compañero, tendrán una muerte agonizante) o, por el contrario, acabarán con sus maquinaciones. Al fin y al cabo, en este reino en el que la informática puebla el planeta un mero clic puede dictaminar la vida o muerte de una persona y James Hawes se recrea sobre tal concepto metafórico. Aunque el episodio desprende un epílogo netamente cinematográfico, en la onda del desenlace de “El silencio de los corderos” y que nunca habrá paz para los malvados, interesa que la justicia finalmente se ejerza por la propia mano de las víctimas. Y el propio verdugo era consciente de que sus actos traerían consecuencias sobre su persona… Esa acción/efecto nos introduce en un bucle que realmente nos alarma que nosotros seres una especie, como esas abejas, en extinción porque, ¿quién es el malvado de la historia?


Reflexiones bastardas: 

¿Qué opinará de todo esto de Brie Larvan (Bug-Eyed Bandit) de The Flash yArrow”? ¿Podemos tomar en serio el odio de internet o el de la vida real (familiar) es realmente el auténtico peligroso? ¿Y qué paso con la gente que tuiteó en varias ocasiones el hashtag #deathto? Sus cerebros fueron sodomizados por varias abejas asesinas o recibieron una muerte más aterradora y dolorosa que aquellos que solamente lo hicieron una vez. ¿Hubieran podido sobrevivir si se hubieran cubierto los oídos, nariz y boca? Se entiende que en “Odio nacional (Hated in the Nation)” (3x06) presente un futuro distópico en el que la sociedad no utiliza cuenta ‘falsas’ o ‘duplicadas’ en las redes sociales u otras escritas con seudónimo. Tampoco existen empresas que se dediquen a gestionar cientos de miles de perfiles falsos y bots al servicio de todo aquel que los compre… Todo el rebaño, presumiblemente por alguna ley gubernamental, utiliza una fotografía real y actualizada y sin retoques para ser identificados rápidamente… Por supuesto si alguien va a amenazar de muerte o desea que una persona se muera lo hace con la única cuenta que tiene, por ejemplo, de Twitter. ¿Y si es una foto de grupo o pareja? ¿Las abejas matan a todos aquellos que aparezcan allí? La única verdad que conocemos es que en ese futuro no existen los socorridos pulsos electromagnéticos para freír a esas criaturas cibernéticas, ni hay dispositivos de interferencias intencionadas o bloqueadores o disipadores de señales… Estamos atrapados junto a la protagonista en ese asco de futuro. Recuerden, también estamos condenados y en peligro de extinción… sobre todo si dejamos morir a las abejas. Por favor, salven a las abejas porque de esos insectos depende nuestra propia existencia. 

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