sábado, 30 de diciembre de 2017

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Black Mirror (4x03) Cocodrile: Crimen y castigo… tecnológico


La cuarta temporada de “Black Mirror” se ha caracterizado por sus variopintas tonalidades y géneros por encima de ese tecnológico mínimo común. En “Cocodrile”, tercer episodio de la entrega, vamos a tener una revisión del leitmotiv de “Crimen y castigo” de Fiódor Dostoievski como premisa y punto de partida. La razón es que el sentimiento de culpa y que nuestra protagonista va a saberse realizadora de una serie de crímenes, que incluso trata de justificar con la finalidad de seguir manteniendo su vida personal, laboral y familiar. Ese cocodrilo al que hace mención el capítulo dirigido por John Hillcoat no es un depredador en su sentido animal sino que, por el contrario, esa fría Islandia revela otro tipo de bestia capaz de devorar a todo aquel ser que ose interponerse en su camino. Desconocemos si el cerebro límbico del cocodrilo también será el motivo del título del episodio. ¿La memoria y las emociones/sensaciones están relacionadas? En el futuro distópico en el que está narrada la propuesta vamos a tener la posibilidad tecnológica de un aparto capaz de hacer visibles los recuerdos de las personas. “Cocodrile” funciona como un thriller lóbrego sobre la oscuridad del ser humano y su capacidad para traspasar líneas rojas infranqueables. Al mismo tiempo, aparece en el discurso la capacidad de que los crímenes sean resueltos gracias a los avances que se puedan realizar en ciertos campos. ¿Y si siempre existiera un testigo gracias un par de ojos y la posibilidad de grabar/retransmitir los recuerdos? Algo similar lo vimos enThe Entire History of You” (1x03) aunque, en esta ocasión, la idea es que una muerte accidental nos conduzca a una serie de asesinatos inesperados siguiendo cierta estela de los Coen. Como si fuera una revisión de Fargoen modo “Black Mirror”, vamos a tener a una mujer que trabaja para una compañía de seguros, que va a comenzar a investigar un accidente y va a necesitar la ayuda de la asesina protagonista. 

“Cocodrile” es un thriller bastante macabro en el que comenzamos con la cronología de los acontecimientos con un crimen accidental que cometieron Mia y su novio años atrás. Ambos habían consumido drogas y reconocer el homicidio supondría la cárcel para ellos. Decidieron guardar silencio… pero el tiempo (15 años) va a llevar al que fue su novio de la juventud a reencontrarse con la que es ahora una mujer de éxito y una de las arquitectas más prestigiosas del país. El ex novio de Mia está irreconocible y podemos entender que su decadencia física es debido a su gran herida interior por el crimen que cometió tiempo atrás. Está dispuesto a escribir una carta a la familia del hombre al que asesinaron accidentalmente desea hacer las paces consigo mismo. Los roles se han cambiado y Mia es ahora aquella persona que va a entrar en pánico. No está dispuesta a perder a su familia o su carrera… pese a que su ex novio no tenía pretendido mencionarla en ningún momento. Mia toma una decisión rápida y en esa secuencia queda plasmada la idea del capítulo: nuestra protagonista es el monstruo y villano de la historia. Mia va a estrangular a su ex novio de manera violenta y Hillcoat da la impresión de ceñirse a la violencia y grima del acto. ¿No sintieron cómo el ‘cuello’ de la víctima de Mia sonaba? Nuestra asesina, ahora, va a tener que actuar también de manera acelerada preparando su coartada comprando una película pornográfica y ordenando algo al servicio de habitaciones para disponer de un carrito con el que poder transportar el cadáver. “Cocodrile” podría recordar a la estructura deFargo al presentar un hecho fortuito que cause un auténtico terremoto en la vida de varias personas, cuyos destinos quedarán entrecruzados. En este caso, se va a producir un atropello en el exterior y Mia abrirá las cortinas de su habitación del hotel para asomarse y ver lo ocurrido. Mia sabe que ha sido observada por otra persona que se encontraba en otro edificio cercana mirando el accidente provocado por un camión de pizza aparentemente manejado automáticamente. Mia, pese a ese pormenor, continúa con su crimen perfecto y se deshace del cadáver… pagando la cuenta del hotel al día siguiente y abonando ese filme porno con el que pretende establecer una coartada. ¿Es el final? Más bien el principio… del fin. 



En el universo que nos presente “Black Mirror” en “Cocodrile” veremos un policíaco sin tener policía hasta la parte final y póstuma del episodio. La idea es que la tecnología sirva para identificar a las personas en cuestión de segundos con su rostro y, además, la capacidad de hilvanar los recuerdos y ‘materializarlos’ con una computadora portátil, junto a una especie de osciloscopio, sirvan a Shazia Akhand para saber qué ocurrió en ese atropello y si el vehículo de pizzas tenía exceso de velocidad. Las pistas van a llevarla a Mia aunque, en su investigación, comprobemos cómo tiene que lidiar con los sucios secretos de los testigos y que presenciemos cómo los recuerdos no son del todo confiables en algunos detalles. Tras esos prolegómenos y la introducción de la vida personal de Mia, el encuentro es inevitable. El motivo es que una nueva ley entró en vigor el año pasado y toda persona que no desee someterse a ese procedimiento (en absoluto intrusivo) tendrá que ser reportada a las autoridades. La ciudadanía, en definitiva, se ha convertido en testigos oculares de cualquier crimen o accidente y las series policíacas —con esas piruetas argumentales— ya son cosa del pasado. Solamente los recuerdos de los individuos son confidenciales mientras no revelen que están lastimándose a ellos mismos o a otras personas. La policía de la verdad ya está aquí. El procedimental por lo tanto, ha muerto. Aunque Mia se va a preparar para el escaneo de memoria y todo parece ir bien, el atropello de ese joven hace resurgir destellos de sus crímenes y Shazia tratará de huir del lugar siendo detenida por la asesina. Ella es el próximo objetivo de su cadena de crímenes y la desesperación de Mia la lleva a ir acabando con todo aquel ser que pueda ser un testigo ocular. Mia aplicará, de este modo, el escaneo de recuerdos a Shazia para descubrir que habló con su marido sobre su visita a la testigo ocular del atropello. Mia sabe quién es el próximo nombre de su lista y John Hillcoat prefiere utilizar el fuera de campo para el asesinato de esa joven trabajadora de una compañía de seguros, que simplemente buscaba un plus por una pronta resolución del accidente. Quizás ese paisaje gélido y bello de Islandia transcriba las sensaciones plasmadas en el corazón de Mia y la exploración del relato nos lleva a ese crimen conclusivo. Armada con un martillo, acabará con el marido de Shazia se estaba dando un baño. Pero aquí no acaba el tour del horror. Shazia tenía un pequeño hijo que también ha visto su rostro. Mia cometerá el más abominable acto y Hillcoat juega con el silencio y la imaginación del espectador para que presenciemos a una asesina tratando de justificar sus actos ante la actuación de su hijo en una obra de su colegio. El rostro de Andrea Riseborough es el reflejo del horror y dicotomía moral. ¿Cuál es el precio de convertiste en un monstruo y un depredador? 


La policía llegará al lugar del crimen y nos revelará que ese pequeño, en realidad, no era un testigo presencial ya que, irónicamente, era ciego de nacimiento. Tal hecho introduce una comedia muy negra sobre la moraleja de la historia, ya que no solamente los humanos poseen recuerdos sino los animales. Y una cobaya, que se encontraba en la habitación de ese niño asesinado, revelará el infortunio de Mia ante la cadena de crímenes que cometió. Quizás “Cocodrile” sea consciente de que ni va a ser uno de los episodios memorables de la temporada y que tampoco va a innovar en demasía. Ciertamente su interés es la parábola de la historia: nadie puede quedar impune de un crimen en un mundo en el que tanto la conciencia como infinitos testigos pueden dar caza al asesino en cuestión de minutos. Hillcoat tampoco desea dejarnos con la imagen del arresto de Mia sino que seamos nosotros los que aportemos con nuestros propios recuerdos el resto de imagen carentes del relato. También que pensemos en la inutilidad de todos los imperdonables actos de Mia bajo una coartada egoísta, perversa, escasamente empática y, por supuesto, malvada. Es cierto que desconocía que el hijo de Shazia era ciego pero, seguramente, la trabajadora de la compañía de seguros era conocedora de que tanto su marido como su hijo iban a ser asesinados y podía haber revelado a la asesina que su hijo era ciego para que, al menos, se salvara… En resumidas cuentas, si va a cometer un crimen asegúrese de acabar con todos los conejitos de indias que tenga a cien metros a la redonda e investigar toda clase de testigos oculares en cuadrupedia o no. 

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1 comentario:

  1. Difícil decidir qué resulta más perturbador ... Si los actos de la desquiciada protagonista , ó la idea de todos los seres humanos del mundo convertidos en cámaras de vigilancia vivientes .

    El individuo ha muerto ... Larga vida al Enjambre !!

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