martes, 24 de marzo de 2015

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Girls: Cuarta temporada


¿Quién entiende a Hannah Horvath? ¿Llega a comprenderse ella misma o esa simbiosis con Lena Dunham ha acabado por confundir al personaje con su intérprete? Puede que la autora quiera plasmar todo ese dramatismo, egoísmo, egocentrismo, ombliguismo, narcisismo —y todo lo que acaba en -ismo—, enfrentar todos esos conceptos a las críticas de la propia audiencia. La idea es que sigamos acompañando a esas ‘girls’, que dan sentido al título como a la narración. Esas chicas a las que hace referencia el título posiblemente nunca fueron Marnie, Jessa o Shoshanna sino Dunham y su álter ego en pantalla. Lena y Hannah tiene que crecer, madurar, viajar por esos paisajes de decisiones equivocadas… para encontrar ese lugar donde crecer y florecer definitivamente. La misión cada vez es más complicada y, para muchos, demasiado insoportable y aburrida. Tiempo atrás, “Girls” era una serie elástica y sorprendente, loca y divertida. Del mismo modo que la vida y el destino han ido castigando a las heroínas del subidón inicial impuesto, todo ese erosionado ha perfilado figuras más uniformes y carentes de profundidad que explorar. Prácticamente ya nada de lo que pueda ocurrir a esas veinteañeras sin rumbo existencial estable —que utilizaron el sexo como descubrimiento y reinvención personal— nos atrae. Son viejas conocidas. Al final, la impresión general es que la pantalla se ha hecho transparente y Hannah, Marnie, Jessa o Shoshanna pudieran ser personas al otro lado del cristal, a nuestro lado. ¿Qué ha deparado ese nuevo ejercicio de trasparencia y madurez en la cuarta temporada de “Girls”?

Resumimos. De «Tomaste la decisión que necesitabas para sobrevivir. El camino de cada persona comenzará ahora» en Iowa” (4x01) a un ataque de pánico en “Home Birth” (4x10). La comedia se hizo dramedia y el viaje directo a ese agujero negro, que conforma el ombligo de Lena Dunham, nos llevó a potenciar su talento creativo en un prestigioso taller de escritura de postgrado en Iowa. Es el máster soñado para cualquier escritor pero, ¿realmente Hannah Horvath quiere ser escritora? ¿Podrá soportar las críticas y el miedo escénico que también sufre Marnie? Hay que endurecer la piel pero no el cerebro. Podríamos creernos la mentira o caer en el hundimiento emocional con ese Adam bañado en lluvia y futura soledad, a modo de reflejo del anuncio de antidepresivos que grabó. Hay otra irónica realidad y forma parte de la vuelta de Hannah a su ‘hogar’ en “Sit-In” (4x05). Todo ha cambiado y la despedida parecía definitiva pero era obvio que era un ‘fugazi’ al servicio de la historia para revolucionar el ambiente sin mucha revolución. Marnie puede ser más egoísta, Jessa más despreocupada, Shoshanna la más amiga y Adam un ex novio con nueva pareja. Los cameos de Gillian Jacobs y Zachary Quinto trajeron suficiente material para enredar todo y hacer que Hannah deba plantearse seguir los pasos de su madre. Es hora de crecer y madurar y que Adam y Jessa sean simple juguetes en manos de una pareja separada cuya relación es la típica rareza de temporada. Todos cumplieron.


Que Hannah se convierta en profesora y que su padre salga del armario no deja de exteriorizar ese reflejo con su propia madre, cambiando a Elijah por Tad. “Girls” encuentra en esa duplicidad una perspectiva sobre el tiempo haciendo que Loreen Horvath manifieste esa desesperanza de futuro, esa complejidad del reverso más miserable de la vida. Nos revelan alguna infidelidad puntual y pasada de Loreen pero, finalmente, todo vuelve a su cauce como parte de esa crisis matrimonial que, en cierta medida, es lo más extraño y sorprendente de la temporada. Poco importan esas aventuras veladas con un viejo conocido en Nueva York —y Elijah como maestra de ceremonias—porque Hannah pone límites. A ella le ponen límites. Todo el mundo ya le pone límites, pero no hay reprimendas letales en ese juego infantil de causa-efecto. Incapaz de madurar y crecer, su personalidad causó furor en ese taller de escritura y la propia audiencia nos sentimos como sus compañeros ante sus excentricidades y perlas. Complicamos todo: una disculpa se convierte en una defensa, todo el sexo y cada palabra se transforma en duras y afiladas críticas. Las frases se tuercen, todo son ataques, pegas y peros. Incluso para un personaje tan rencoroso y narcisista como Hannah es una prueba de fuego y aquí considero que se encuentra el material más interesante de la cuarta temporada de “Girls”. Nosotros somos parte de ese grupo de taller que acaba sufriendo en sus carnes, ojos y oídos a esa aspirante a Lindsay Lohan y que se convierte en nuestro punto de mira favorito. Todo lo que haga o diga Lena Dunham puede ser malinterpretado. Las disculpas se convierten en odio, en chascarrillo de un chiste a costa del ‘personajillo’, el contexto se rellena de emociones negativas que resultan asfixiantes. La frustración es inevitable. Lena, por lo tanto, decide separarse de Hannah y dejarla crecer… Hacer que no se desnude, que comience a tomar las decisiones correctas, que consiga un trabajo decente que al menos pueda ayudar a otros y, por supuesto, apartarse del chico equivocado definitivamente. La autora dejó de existir, en definitiva. Esa ruptura es a todos los niveles. La carrera musical de Marnie y Desi acabó con la separación de éste de su novia, con una proposición de matrimonio y con Ray —que se convirtió en concejal— como héroe de la princesa. Desi no aparece, después de una brutal regañina de odio de Ray, para actuar junto a su prometida ante el presidente de su sello discográfico. Tranquilos, es Spike Jonze. Ray devolverá el guiño a su particular Marilyn Monroe para que debute en solitario y supere sus traumas. De traumas también va la búsqueda del primer empleo de Shoshanna. Todo es complicado y tiene que elegir entre ser la futura esposa de un empresario o conseguir el trabajo soñado con el único inconveniente de viajar a Japón… Shoshanna busca sabiduría y Ray ya no está disponible. Su ex jefe, Hermie, parece dotar de sentido el asunto: hay que ser el paseador, nunca el perro. 


“Girls” decide cerrar con el parto de Caroline en casa de Laird en plena bañera. En cierto modo, he aquí de nuevo el tránsito a la edad adulta de todos ellos; donde el sexo ha dado paso al amor y las consecuencias vitales. El idealismo de Caroline es puesto a prueba por la dura realidad y los problemas físicos en el parto. Caroline acaba envuelta en una manta en plena calle, gritando y siendo conducida por los asistentes a un hospital. Es el fin del idealismo de todos respecto a la vida. Hay un nacimiento, el de Jessa-Hannah Bluebell Poem Schlesinger-Sackler, pero también la muerte definitiva de la posible reanudación de la relación de Hannah y Adam. Da la impresión de ser un punto de giro sin retorno para los personajes. Jessa quiere ser terapeuta, Shoshanna se dispone a irse Japón y Hannah encuentra en una elipsis —hacia seis meses más tarde— un nevado y romántico Nueva York junto a Fran, un maestro y compañero de trabajo que huía de su histeria y dramatismo. La postal queda ahí… sin desnudo, culo, entrepierna o pezón que se entrometa en un mismo plano. El sexo ha dado paso al amor, el verano y destape al invierno y refugio. Recuerden, “Girls” se ha normalizado, separado de su autora para construir al personaje de manera independiente. No sabemos si Lady Drama dejó de ser tal, si encontró un camino a seguir. Parece que sí y nos invita a que sigamos ese tránsito de la locura juvenil a la sensatez de madurar.

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