Serie de TV
“Banana”
Reino Unido
2015
Sinopsis (Página Oficial):
Historias interrelacionadas ingeniosas, sinceras y únicas que cubren diferentes aspectos de la vida LGBT.
Recordemos esa filosofía sexual de pasillo de supermercado y a Henry Best (Vincent Franklin) remitiéndonos a ese estudio suizo sobre la erección masculina. “Cucumber” era la dramedia, esa dureza escalada a la máxima expresión. Vayamos un paso hacia atrás, aunque no sepamos si “Banana” está pelada o con cáscara, si ciertamente hay que medir su solidez y firmeza. El sueño y las posibilidades inaugurales son la fantasía perfecta de Russell T. Davies para moldear nuevas historias independientes por encima de un único protagonista y epicentro. Cuando al creador de “Queer as folk” le preguntaron sobre la continuidad de sus nuevas creaciones fue contundente respecto a “Cucumber”: tiene un principio, medio y fin. Por el contrario, “Banana” es una antología que le permite explorar distintos personajes y temáticas con diferentes escritores y directores. Al contrario que esas peripecias de un gay en la cuarentena que quiere reencontrarse con un tiempo perdido, el show trata de ser más juvenil y desenfadado, más abierto tanto a nivel narrativo e incluso sexual.
“Banana” se dirige hacia otros derroteros en esa capacidad de reinventarse a cada capítulo. El principio, medio y fin de cada historia le permite gestionar mejor sus tiempos pese a estar narrada en parte y en paralelo a “Cucumber”. Puede que aquí la audiencia decida someterse a esa báscula del espectro que plantea Russell T. Davies y exista cierta división entre ambas propuesta. Que nadie se engañe entre sus discursos sobre la madurez y la acidez de ambos shows. “Banana” es más suave, como marca de la cita y erección, pero plantea la posibilidad de inmiscuirse mejor en el mundo moderno de la vida LGBT gracias a su concepto y conexión con esos personajes secundarios con mucho carisma que pululan por “Cucumber”. Las historias de Dean Monroe (Fisayo Akinade) o Vivienne Scott (Letitia Wright) son idóneas como introducción gracias a la simpleza y confianza de sus protagonistas, a esa vertiente cotidiana y familiar necesaria para potenciar el drama y los problemas que se encuentran.
En “Banana” hay múltiples hilos trágicos pero la sensación siempre es positiva o catártica. El romance de Sian y Violet en el tercer episodio podría marcar esa transición de la inocencia hacia un compromiso duradero. En el cuarto episodio nos ponemos serios hablando del feminismo transgénero (si es que existe ese concepto) sobre un ‘revenge porn’ para bascular cómo nos afectan las redes sociales a nuestra vida y cómo pueden ser capaces de destrozarlas. Y no es “Black Mirror” ni falta que le hace. El material finalmente es conducido hacia ese componente catártico que supone la familia. Russell T. Davies desea hablar tanto del abandono y la transfobia/homofobia como de esa lealtad y finalmente conexión para afrontar cualquier problema. La historia de Josh (Luke Newberry) en el quinto capítulo nos habla de un escape vital y emocional mientras que la cita de Amy (Charlie Covell) pudiera ser un extra de la maravillosa “Dates”. En el romance de Aiden y Frank se profundiza sobre la superficialidad y los juicios de valor de la comunidad gay mientras que el episodio final, protagonizado por Vanessa y Zara, se siente como una despedida sobre el escenario del show, imponiendo un conflicto basado en las diferencias idiomáticas y los abusos que permanecen en silencio. Puede que sea el/lo más flojo y teatral pero, en cierta medida, reivindica el concepto de la propuesta sobre la diferencia y la capacidad de disfrutar la vida con cáscara o a viva piel. Pelar o no esta “Banana”, al fin y al cabo, no es la cuestión. Nunca lo fue.
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