La octava temporada de “The Big Bang Theory” avanza hacia su recta final y despedida y el conjunto no puede dejar de ser más preocupante. Pese a que la sitcom de Chuck Lorre y Bill Prady ha mantenido unos excelentes y extraordinarios datos de audiencia, la calidad prácticamente se ha evaporado. Tiempo atrás muchos huyeron ante el juego de parejitas y transformación de la serie en una copia intrascendente de “Friends” más allá de su fama y sus personajes míticos. Que Sheldon Cooper (Jim Parsons) ha conseguido recientemente su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood no deja de marcar el hecho indiscutible: Kaley Cuoco tuvo ya ese mismo reconocimiento cinco meses antes. Y he ahí nos deberíamos de plantear si ‘Big Bang’ ha cedido definitivamente a la pose y estética por encima de cualquier componente friki-científico. El problema del show es simple y sencillo: toda su actitud para la foto de las alfombras rojas dependía de la cita en los Globos de Oro, Critics’ Choice o Emmys. A los primeros ni siquiera fue mencionada… Veremos qué ocurre en 2015. Repasemos “The Leftover Thermalization”, decimoctavo capítulo de la octava temporada de “The Big Bang Theory”.
Existe un intento de los guionistas de dotar de sentido al resto de de personajes alrededor de ese centro del universo llamado Sheldon Cooper. La muerte de la madre de Howard y el abandono de su padre siempre ha dotado al protagonista de un componente trágico al que suma el ninguneo del resto del grupo por ser un simple ‘ingeniero’. “The Leftover Thermalization” es otro capítulo dedicado al recuerdo de la muerte de Debbie Howard y revela los problemas de la sitcom para lidiar con el drama. “The Big Bang Theory” nunca fue una comedia dramática y los mecanismos para articular la tristeza o los duros golpes del destino sobre los personajes siempre han consistido en salir del paso con un chiste o broma muchas veces insostenible. Se ha anunciado que Matt Bennett interpretará al hermanastro de Howard y entendemos que jugarán con el aterrizaje de su padre en el futuro del show. Esperemos que aprendan de los errores cometidos y de esta cena final que, en cierta medida, despide definitivamente a Miss Wolowitz del cosmos de ‘Big Bang’ pero señala un recuperación de su rol en la figura y chillidos de Bernadette Rostenkowski.
En “The Leftover Thermalization” también tenemos material para una disputa entre el Dr. Cooper y el Dr. Hofstadter por esa teoría que ambos escribieron. Leonard aportó la idea y Sheldon la ejecución de la misma. El problema es que una revista científica se hace eco de su artículo pero únicamente menciona a Sheldon provocando una discusión entre ambos. Sus personajes siguen siendo niños atrapados en cuerpos de adultos y tanto Penny como Amy son sus guías para socializar y empatizar con el mundo que les rodea; amén de sus peleas de patio de parvulario. Esa subida de tensión tampoco es un cortocircuito más allá del pasatiempo y del juego de nombres y ordenaciones. Un apagón en casa de la difunta madre emocional de todos ellos provoca que Howard invite a todos a una improvisada bacanal gastronómica y abundante cena ante el inmenso fondo de congelador de Miss Wolowitz. Dentro de ese juego de roles grupales, Bernadette emerge como nueva mamá gritona para revelar a Howard que finalmente se casó con su propia madre… en versión XS.
No es que una disputa científica entre Leonard y Sheldon sea una novedad, pero el problema vuelve a ser el mismo: referencias geeks y frikis un tanto random (como la Thor femenina de Marvel) sobre un juego de parejas como elemento catártico y resolutivo. Que nadie relaje su músculo pubocoxígeo y el esfínter porque el dolor debe permanecer por dentro. “The Big Bang Theory” no va a atreverse a lucir un prepucio congelado más allá de la referencia verbal en ese mapa de seres egoístas que se gritan entre sí con algún contexto religioso. No hay nada significativo en un capítulo en el que volvemos a acordarnos de Emily. ¿Es o no es chica de Raj? ¿Pinta o no pinta nada en el show? Resumamos en que la muerte de la Señora Wolowitz ha desestabilizado “Big Bang” de nuevo, incapaz de gestionar los tiempos cómicos y dramáticos y mucho menos amoldarlos en algo positivo y consecuente. Volvemos a lo mismo: a malos diálogos, personajes que se comportan como niños, a sus parejas… y, al final, nosotros mismos nos convertimos en algo tan quejica y miserable como aquello que tenemos delante de nuestras pantallas.
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