viernes, 15 de junio de 2018

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Crudo: Hombres, animales y monstruos

“Crudo”
Título original: “Raw / Grave”
Directora: Julia Ducournau
Francia / Bélgica / Italia
2016

Sinopsis (Oficial):

Justine es una joven vegetariana que, después de aprobar con grandes calificaciones la escuela superior, comienza su andadura académica en una de las mejores escuelas de veterinaria de Francia junto a su compañero de habitación Adrien. En un principio, sus compañeros de carrera no saben de la filosofía gastronómica que lleva Justine, hasta que Alexia se entera y decide obligarla a comer carne una y otra vez. Un ritual que se repite casi a diario hasta que, para su sorpresa, Justine comienza a experimentar una necesidad interna tan fuerte que llega hasta el punto de comerse la carne cruda en cualquier momento del día. No le importa el tipo, ya sea pollo, ternera o cerdo, lo único que necesita, por su bien y por el de sus compañeros, es calmar sus ansias por ingerir carne cruda.

Crítica Bastarda (Aviso de carnívoros spoilers):

El primer largometraje de Julia Ducournau podría unirse ya a esa gratificante y excelente terna de filmes que han utilizado el género para iniciar un debate con la audiencia. Más allá de los mecanismos del terror,La cabaña en el bosque, It Follows, “Babadook” o La bruja nos han posicionado en todo tipo de lecturas que permiten seguir elevando y consolidando su estela años después de sus respectivos estrenos. En el caso de “Crudo”, desmayos y ataques de ansiedad durante un pase en el Festival de Toronto aparte, su mirada hacia el canibalismo no dejar de remarcar una constante en el género de terror: monstruos que devoran a hombres. Esta vez el monstruo es una virginal joven e inteligente estudiante de veterinaria que es, irónicamente, vegetariana. Pensemos en que Ducournau desea nutrir su discurso de ese concepto que se desarrolla en paralelo sobre los cambios orgánicos y hormonales de la protagonista. O, lo que es lo mismo, el hedonismo y una etapa de experimentación (sexo, alcohol y otros concupiscentes menesteres) que van ligados a una transformación intra/extra/corporal proyectada en el consumo de la ‘carne’ desde una perspectiva metafórica. Justine personifica esa entidad para Ducournau y su virginidad va vinculada a ese toque vegetariano impuesto sobre todo por su posesiva madre. Es una época de cambios. Nuestra protagonista es una brillante estudiante de veterinaria que comienza su andadura universitaria y tanto las novatadas como su hermana Alexia incitan una metamorfosis… Y, aquí, muchos espectadores confundieron la forma (el canibalismo/la represión) con el fondo (la monstruosidad del ser humano y su implícita analogía física con los animales). 


“Crudo” podría sintetizarse en dos líneas argumentales/discursivas. La primera podría establecerse desde la misteriosa secuencia introductoria, que posteriormente pudiéramos analizar como una réplica en la que Alexia enseña a su hermana cómo lidiar con su necesidad de consumo de carne humana, hasta el cierre del largometraje. En cierta medida, el ‘epílogo’ y escena final resume la propuesta de Julia Ducournau en una variación del mito del hombre lobo, incluyendo una ‘transformación’ física a modo de metamorfosis como si fuera una revisión bastarda de “Ginger Snaps”. En esa película, la licantropía es representada también como una maldición marcada por la genética desde la madre de Justine y Alexia. Una vez despertado el apetito insaciable de carne humana, éste ha de ser saciado y no puede ser evitado. Simplemente, la cuestión es tratar de sobrellevarlo. Fuera de los márgenes de sus secuencias más truculentas u oscuramente divertidas (como una sonada amputación), “Crudo” trata de establecer un sentido de lección vital por parte de esas hermanas respecto a la maldición que padecen. Sus padres dan la impresión de ocultar el secreto, ya que confesar el mismo supondría reconocer la monstruosidad animal que afecta al clan familiar. De este modo, el discurso de Ducournau se sumerge en el otro leitmotiv en el que se busca la equiparación de animales y seres humanos. «Los monos tienen conciencia de sí mismos… Se ven a sí mismos en un espejo, ¿cierto? Apuesto a que un mono violado, sufre como una mujer. Entonces una mujer violada y un mono violado, es lo mismo…». Da lo mismo la inteligencia o racionalidad porque, obviamente, nuestra protagonista es lo suficientemente lista para poder elevar la mente al cuerpo. “Crudo”, por el contrario, establece ese tono carnal y corporal a su esencia discursiva, dejando claro que las hormonas son capaces de convertir a un homosexual en el juguete sexual y objeto del deseo de ambas hermanas. No hay límites éticos, sociales, sexuales e incluso personales respecto a la psique. Ambas parecen haber marcado a Adrien (Rabah Nait Oufella) y esa idea se va introduciendo en la narración con secuencias que reflejan el lado animal tanto de Justine y Alexia como de todos aquellos que se sumergen en la lubricidad e incontinencia del argumento. ¿Nos habla Ducournau de que nuestra evolución y supuesta elevación social es una mascarada para esconder que somos simplemente animales? ¿Qué ocurre con un perro come carne humana? ¿Que sucede si un ser humano devora a otro? En realidad, Justine tendrá que emplearse a fondo para no seguir los pasos de su madre y hermana o, simplemente, aceptar su maldición y condena impuesta para saciar su ya incontenible apetito. No importa la inteligencia si uno no es capaz de sobrellevar al animal que lleva dentro.

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