(2011)
Reino Unido
Director: Terence
Davies
Sinopsis (Página Oficial):
Terence
Davies adapta al cine la obra teatral “The
deep blue sea” de Terence Rattigan, uno
de los grandes dramaturgos británicos del siglo XX. La historia nos traslada al
Londres de los años 50, donde conoceremos a Hester Collyer (Rachel
Weisz), una mujer que lleva una vida privilegiada como
esposa de un juez del Tribunal Supremo, sir William Collyer (Simon
Russell Beale). Pero para asombro de todos los que la rodean,
deja a su marido para irse a vivir con Freddie Page (Tom
Hiddleston), un joven ex piloto de la RAF del que se ha
enamorado apasionadamente.
El ‘durante’ y ‘después’ de la Segunda Guerra
Mundial confluyen en el pasado del presente de una mente que se plantea la
oscuridad de su futuro… pero se trata de un mero telón de fondo, como ese
Londres sobre el que se mueve otro tipo de llama para resurgir de los
escombros. Para el veterano Terence Davies la obra
de Terence
Rattigan es una mera cortina que correr para dejar que
el espectador entrevea el lado luminoso del foco oculto, del amor pero también
de la asimilación de la teatralidad de la mentira.
El cineasta, a través del recuerdo de su personaje, parece rememorar su propia filmografía entablando conexiones y diálogos con “La casa de la alegría”, “El largo día acaba” y “Voces distantes”. El tiempo se detiene… y surge el encuentro con el pasado. Davis detiene el tiempo y lo encapsula a través de un filme circular que marca la noche y día (anímica y emocional) de la protagonista en dos reversos del destino. Tal vez el despertar del día a través de la apertura de unas cortinas y una tímida sonrisa traspasando la vidriera de una ventana nos desvelen cierta esperanza. El futuro, tal y como indica la protagonista del filme, no es ni el de ella ni el de su marido o su amante… Es simplemente… el futuro.
Queda el amor, únicamente eso… porque el amor… es todo, aunque nos quedemos sin nada. Los ecos de “El fin del romance”, “Breve encuentro” y “Deseando amar” para cualquier cinéfilo podrán ser visibles, pero el mérito de un artesano como Davies es que, a través de la fotografía y la meticulosa puesta en escena con precisos movimientos de cámara, construye un universo propio y al mismo tiempo etéreo… El fondo musical resulta premonitorio, la imagen por momentos queda magnetizada en nuestras retinas. Entre el amor platónico y el pasional parece emerger el verdadero amor, que incubado en el sacrificio de dejar marchar voluntariamente al ser amado. “The Deep Blue Sea” nos narra mágica y melancólicamente el proceso hacía esa despedida.
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