(2012)
EEUU
Director: David
O. Russell
Título original: “Silver
linings playbook”
Sinopsis (Página Oficial):
Tras
pasar ocho meses en una institución mental por agredir al amante de su mujer,
Pat (Bradley Cooper) vuelve con lo puesto a vivir en casa de sus padres
(Robert De Niro y Jacki Weaver). Determinado a tener una actitud
positiva y recuperar a su ex-mujer, el mundo de Pat se pone del revés cuando
conoce a Tiffany (Jennifer Lawrence), una chica con ciertos problemas y
no muy buena fama en el barrio. A pesar de su mutua desconfianza inicial, entre
ellos pronto se desarrollará un vínculo muy especial que les ayudará a encontrar
en sus vidas el lado bueno de las cosa
David O. Russell vuelve a inmiscuirse en el ámbito dramático familiar, después de la exitosa y premiada/nominada “The Fighter”, para lanzar una nueva lección de humildad y consecuencia. En “El lado bueno de las cosas (Silver linings playbook)” juega con absoluto control y sentido del tiempo y la elipsis con la comedia dramática-romántica. El propio O. Russell es consciente de que corretea en ese mundo de ceremoniales y etiquetas en el que tendrá que pasar por sendas vistas hasta la saciedad y lugares comunes del subgénero sensiblero. Conoce de antemano que tendrá que finalizar su película con un beso y un travelling circular, que deberá tensionar la narración con un anticlímax para hacer palpitar más fuerte nuestros corazones, que estará a obligado a endulzar una historia cruda y con los condimentos que proporcionan la superlativa química entre los esplendidos y sobresalientes Bradley Cooper y Jennifer Lawrence.
El director no esconde nada y se lanza al abrazo de una peculiar ‘show movie’ apartándose en ciertos momentos y alejándose a velocidad luz con su cámara para evitar la recreación y la falsedad. De hecho, el filme nos cuenta la necesidad de ser cómplice de las mentiras de otros para ser feliz. También su discurso traza la obligación de tener ‘un final feliz’ contraponiendo elementos en el guión como ‘Adiós a las armas’ de Hemingway y ‘La costa de los mosquitos’. Sobre todo en esa frase con la resume Tiffany (Lawrance) la novela de Paul Theroux y que da título y sentido a la propia película: «Humanity is just nasty and there’s no silver lining». En ese resquicio de esperanza en un mundo asqueroso y falta de humanidad decide navegar O. Russell a través de sus errantes personajes, náufragos de un mundo que les ha apartado a una isla emocional perdida. Tendremos la cena romántica menos romántica de la comedia romántica, sexo y pasiones orales con dos de los intérpretes más sexys del panorama internacional que hacen creíbles y humanos sus papeles, persecuciones y escapes en plena calzada y una curiosa puesta en escena desde la transformación de los personajes en sus prendas de vestir hasta una fotografía enmarcada del bipolar protagonista por los suelos. Pero, aparte de la perfecta encarnación de un puñado de excelentes secundarios y un brillante De Niro, el filme realiza paralelismos entre las salas comunes de los psiquiátricos y los salones familiares norteamericanos. Como si los propios espectadores nos convirtiéramos en pacientes de una terapia de grupo hecha película.
Tal vez una pizca de locura, etiquetada como ‘sana’ por la sociedad como el fanatismo deportivo, sea la resolución para plantar cara a un mundo loco y caer en la mentira y el amor la mayor de las medicinas. O. Russell nos vende la farsa como terapia en una fábula y alegoría de los tiempos que vivimos donde el truco es el propio público: juez y verdugo de su propia locura y cómplice de la mentira que se proyecta delante de sus ojos.
[Reseña
redux de la publicada en Cinema ad hoc]
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