EEUU
Directores: Chris
Butler y Sam Fell
2012
Título original: “ParaNorman”
Sinopsis (Página
Oficial):
En “El alucinante mundo de
Norman”, un pueblo se ve asediado por los zombis. ¿A quién pueden recurrir
los habitantes? Tan sólo al incomprendido Norman, un joven del pueblo que sabe
hablar con los muertos. Además de zombis, deberá enfrentarse a brujas y, peor
aún, a unos adultos retrasados, si quiere salvar a su pueblo de una maldición
lanzada hace siglos. Pero este joven ‘susurrador’ de fantasmas verá sus
actividades paranormales empujadas hacia límites de otro mundo. Después de la
innovadora “Los mundos de Coraline”, “El alucinante mundo de Norman”
es el segundo largometraje de stop-motion realizado en 3D.
La reconstrucción de los mitos, cuentos y leyendas y la moda imperante de las comedias de terror para todos los públicos instauradas en las imprescindibles “Los mundos de Coraline” y múltiples aportaciones burtonianas, son los dos motores principales de la poco original pero sí brillante “El alucinante mundo de Norman”. Se reduce al enfrentamiento y conflictos que generan miedos por (y de) y las consecuencias de ambos. El discurso es inteligente en esa mirada sobre el terror y la violencia que pueden generar las masas (poco encefálicas) sobre lo desconocido. Esas reacciones de la sociedad a sus miedos y el ejemplo de un pasado oscuro de un pueblo por la maldición de una bruja, teje una historia sobre un niño capaz de hablar con los muertos siguiendo la estela de “El sexto sentido” y cuyo temor principal es su incapacidad de comunicarse con los vivos.
«Tener miedo no tiene nada de malo. Tan sólo no dejes que eso cambie quién eres tú en tu interior» se convierte en el discurso sobre que el mayor miedo es conocer la verdad que nos negamos a entender. Luego está el adorno, los golpes de humor negro y las delirantes líneas críticas para describir las reacciones del pueblo ante sus temores o sus homenajes constantes y consecuentes.
Entre sustos y conflictos interiores, se impone la visión de una sociedad maltratadora ante la diferencia y esas víctimas maltratadas que pueden ser ángeles salvadores o convertirse en terribles demonios. Pero en la película de Sam Fell y Chris Butler la muerte y la estancia terrenal de esos fantasmas pasa a un segundo plano para la historia que está por contar: una revisión con vuelta de tuerca de un ataque zombi. El estudio Laika parece sentirse cómodo en el stop motion después de “Los mundos de Coraline” y utilizar el tarro de las esencias de Henry Selick y Neil Gaiman. Ahora con Sam Fell da la impresión de pretender unir, en cierta media, el universo Aardman con el reverso gótico-burtoniano en la estética de los decorados. Sus encantos visuales son pulidos sobre el homenaje y los jóvenes espectadores se verán sorprendidos enfrentándose a sus propios temores, muertos vivientes, brujas, seres ectoplásmicos y fantasmas. La caricatura es palpable, como la descripción de una sociedad idiota de esa turba satírica incapaz de solucionar sus errores salvo por la utilización de la violencia o posponerlos durante toda la eternidad. Pero finalmente “El alucinante mundo de Norman” demuestra que todo se reduce al perdón y la redención para seguir adelante y mostrar a la sociedad un espejo donde puedan ver reflejados sus pecados.
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