jueves, 29 de septiembre de 2011

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Los pasos dobles: La Leyenda en el Tiempo

“Los pasos dobles”
2011
España
Director: Isaki Lacuesta



Sinopsis (Página Oficial):

La mejor forma de huir de tus perseguidores sin dejar rastro es caminar hacia atrás, sobre tus propias huellas. Eso creía François Augiéras, que cubrió de pinturas un búnker militar en el desierto, y luego lo dejó hundirse en la arena para que nadie lo encontrara hasta el siglo XXI.
¿Pero quién es Augiéras? ¿Legionario, pintor, escritor, pistolero, santo, ladrón, diablo o una mezcla de todo ello?

Crítica Bastarda:
«Voy de metamorfosis en metamorfosis con el propósito de abrazar todos mis dobles hasta encontrarme un día solo. De vida en vida, de muerte en muerte, existiré para siempre»
François Augiéras 
No pretendo dar una explicación de la película pero sí aportar mi punto de vista sobre la polémica generada con la reciente Concha de Oro. La película nace durante la filmación del documental sobre Miquel Barceló, “El cuaderno de barro”, ya que surge la figura de François Augiéras y forma posiblemente la capa principal de todo el recorrido de esa cinta de aventuras excéntricas que propone Isaki Lacuesta. El director prefirió confinar la parte de documental sobre el estudio que tiene el pintor en Malí y que no se había mostrado antes y llevar la parte más ficcional a “Los pasos dobles”, aunque bebe de un estilo documentalista y de los cuadros del propio Barceló y Augiéras.


Pese a que la película es una cinta de aventuras con un tesoro y varios aventureros en busca del mismo se inspira en la vida de Augiéras. Nunca llegó a conocer a su padre, se alistó en la marina y fue influenciado por su tío, un coronel retirado, definido como un personaje extraño que vivía en un museo y fortaleza en pleno desierto. Augiéras, que detestaba la capital, encontró en África el lugar donde entregar su obra maestra y así nació la leyenda de ese búnker, panteón, cripta y tumba, donde la confinó para los hombres del futuro. Uno de sus biógrafos escribió:

«Augiéras vibraba al unísono del paisaje salvaje. Se identificaba con el árbol, con el pájaro, la escollera, el meandro de las aguas: como el hombre primitivo, él sabía escuchar a la naturaleza y recibir a cambio el lenguaje de un mundo revitalizado por el espíritu».

Más que inspirarse en “Una historia inmortal” de Welles la película de Lacuesta propone un acertijo sobre los mitos y leyendas, sobre su creación ya sea por el azar (como esas termitas que devoran una obra para inspirar y generar otra) o por los pequeños fragmentos diversos que las componen. Y así el director propone un western bizarro e insólito aderezado con aventuras, surrealismo, mucha metáfora y simbología que se traza en tres líneas narrativas que aportan esas facetas de la vida de Augiéras: «Legionario, pintor, escritor, pistolero, santo, ladrón, diablo o una mezcla de todo lo anterior…». También está influenciada por cintas en Super8 filmadas durante los años cincuenta por François Augiéras donde aparecía armado con un rifle, disparando a sus propios cuadros, preparando emboscadas en la cumbre de un desfiladero, intentando caminar sobre las aguas de un río, imitando películas de bandoleros…. Las tres líneas quieren trazar, ya sea por la similitud o el contraste, la vida del pintor y se articulan sobre la figura de Barceló, los matices y metamorfosis de Augiéras mediante una ficción con actores no profesionales africanos donde vemos ese legionario, pistolero, ladrón, santo y que acaba como un diablo eremita incomprendido por los hombres de su tiempo y, finalmente, una línea en la narración que nos sumerge en la aventura de encontrar el tesoro que yace en ese bunker por los hombres del futuro. Las leyendas no existen en la realidad salvo por la vida que les insuflamos el resto a través del tiempo. El relevo de la leyenda, que dibuja un lienzo sobre el que otros seguirán pintando, que otros borrarán, para que otros sigan pintando. Somos las termitas que devoran y que engendran nuevas leyendas.

Arturo Ripstein, al no resultar premiado, ha calificado al jurado de lamentable. No ha sido el único. Viendo la vorágine de odio que ha engendrado los pataleos y opiniones más viles, negativas y llenas de ira caídas en el filme más polémico del 59º Festival de San Sebastián sólo cabe preguntarse sobre las limitaciones, para nada democráticas, en los festivales de cine. Por regla general se otorga un premio principal por un jurado, otro de la crítica y/o prensa especializada que lo cubre conocido como Fipresci y, finalmente, uno que es opcional: el del público. Lo normal es que ninguno de los tres coincidan y muchas veces apunten hacia destinos completamente opuestos. Siempre ha sido así; nos guste o no el jurado es responsable de su premio, como la crítica y el público de los suyos. 


Tal vez Lacuesta tenía que haber encerrado su obra, ante esa ‘inaceptación’ de su película por el gran público, para un espectador del futuro. Ése del que hablaba Jaime Rosales con su masacrada y excelente película “Tiro en la cabeza”. Aunque el público del mundo actual es lo suficientemente inteligente para elegir entre las numerosas películas que nos propone el director de “La leyenda del tiempo”: existe un western inclasificable, una cinta de aventuras sobre el secreto de un pintor que es leyenda, las ambivalencias y equivalencias de Augiéras y Barceló, y al parecer y contrario a lo que pretendía el director, un terrible bodrio causante del mal universal. Por desgracia para “Los pasos dobles” gran parte del público ha ido directamente a la última opción. 

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