“El ataque del tiburón de 3 cabezas”
Título original: “3 Headed Shark Attack”
Director: Christopher Ray
EEUU
2015
Sinopsis (Página Oficial):
La máquina de matar más grande del mundo es tres veces más mortal cuando un tiburón mutado procedente de la Gran mancha de basura del Pacífico asola todo a su paso a través del centro de investigación de la isla. A medida que los sobrevivientes escapan, el tiburón descubre una fiesta en un crucero, obligando a los pasajeros a luchar contra el depredador mortal usando cualquier cosa que puedan encontrar. Mientras el tiburón se abre camino devorando desde un extremo de la nave al siguiente, los supervivientes de las instalaciones de investigación llegan intentando ayudar a los pasajeros a escapar. Pero muy rápidamente descubren que tres cabezas son mucho más difíciles de matar que una sola.
Prólogo. La playa se tiñe de sangre fusionándose con el tórrido sol rojo y cuerpos de chonis nudistas sangrando, combinando con el azul del océano, con ese fondo que esconde una bestia tricéfala que quiere comerse todo y a todos (y por partida triple). Oh, ¿qué nos pasará con el tiburón de tres cabezas si vivimos atrapados en un anuncio de desodorante veraniego en el que la costa y el romance son una canción de Georgie Dann sobre el fin del mundo? Y yo digo, ¿dónde memoles está Georgie Dann? Al menos con su presencia todo este sinsentido ganaría algo de credibilidad. Después de “El ataque del tiburón de dos cabezas” llega [REDOBLES] “El ataque del tiburón de 3 cabezas”. ¡Oh, dios mío, ESTO es un escándalo! ¡Cuánta sinvergüenceria! Tras el despliegue de pechos e inteligencia sobrehumana propiciada por Carmen Electra y la hija de Hulk Hogan en el film de Christopher Ray, el incansable director ha decidido dar sentido a su universo tiburonero de The Asylum con una inesperada continuación (?) que se despega de los reconocidos bustos para sumergirnos en una nueva historia con nuevos protagonistas y algunas armas ya conocidas: alcohol, sexo, playa, nudismo, desfase… y, por supuesto, un tiburón mutante asesino en el menú. Ese prólogo, un tanto chorra (para que el escualo de tres cabezas se saque la chorra), nos dirige al foco principal de acción en la Isla de basura del Pacífico donde profesoras buenorras, nuevas empleadas (y también biólogas marinas) sacadas de un casting para un anuncio de bañadores del catálogo de Carrefour y, por supuesto, ex novios ecologistas se den cita para emplazarnos a degustar con los ojos aquella que será la carnaza del indomable y monstruoso escualo. El personal del centro de investigación de la isla nos deja claro que la contaminación en mala y está causando algunas mutaciones en las especies marinas para transformar a la propia cinta como una corrupción dentro del cine cutre y una deformidad asesina, cuyo objetivo es devorar nuestro cerebro. En “El ataque del tiburón de 3 cabezas” hay una obsesión casi depravada y enfermiza por confundir al escualo con una ballena junto a una preocupante empatía por personajes que se acaban de conocer y que sabemos que les importa una mierda aquello que les pase a los otros. Un ejemplo es el idiota de Brad al que nade conocía y que no sabía distinguir en una ballena y un tiburón de tres cabezas, cuya muerte a golpe de tirabuzón devasta al grupo de supervivientes que tendrá que lidiar de ahora en adelante con la bestia parda que anda suelta. Llega el DRAMA y yo en bañador luciendo palmito y curvas.
¡DRAMA! |
A partir de ese momento nadie en el centro de investigación de la Isla de basura del Pacífico puede ir al baño o pedir ayuda, quedando a merced del escualo que ha llegado para liarla parda y asolar todo a su paso, dejando el lugar al mismo rasero que las aspiraciones profesionales del reparto. Uno de los avances dentro del subgénero tiburonero de este par de películas mierders es desvelarnos que la insaciable criatura, gracias a sus tres cabezas, puede cazar y seguir nadando mientras el resto de extremidades se reparten el botín. De este modo, el tiburón tricéfalo es capaz de ‘pescar’ a tres víctimas y seguir retozando de alegría por el océano mientras su prodigioso metabolismo permite digerir con una sobrenatural celeridad todas las presas que ingiere. Nuestro grupo de protagonistas y sobrevivientes se da cuenta rápidamente que son unos mierdecillas incapaces de tomar decisiones racionales y necesarias en tal situación y —tras pasar por un cruce apresurado, imposible y megacutre de la genial “Terror en el abismo” y la infravalorada “Deep Blue Sea”— comienzan los primeros sacrificios y distracciones para que los supervivientes consigan salir del lugar en una embarcación de mierda… de un sitio que era aparentemente más seguro… ¿Cómo podrán detenerlo? Una de esa carnaza con ojos, piernas y bikini suelta la frase más inteligente hasta el momento: «¿Pararlo? ¿Cómo? Solamente tenemos nuestra ropa». Aparte de reiterar y subrayar la estupidez de un mundo que confunde al escualo tricéfalo con una ballena, nadie va a hacer alguna clase de descubrimiento si grita al mundo que la cinta es una defecación absoluta. ¿Qué puede esperar alguien de una película que se llama “El ataque del tiburón de 3 cabezas”? Repito, ¿qué se puede esperar? Christopher Ray, por el contrario, encuentra momentos para trazar homenajes desopilantes como una versión choni y veraniega de “Titanic” sin botes salvavidas cuyo clímax es el momento «salto con hacha y surf sobre los lomos de la bestia» que bien se merece un Oscar al peor salto del eje o secuencia confusa del año. Y con la acción llega definitivamente la instantánea recordable del bodrio que no es otra que contar con la presencia de Danny Trejo teniendo su momento ‘Machete’ pese que nunca sepamos cómo unos pescadores tenían un alijo de armas y tenían tan mala puntería. No se hagan preguntas sobre el argumento de esta película porque podrían acabar en un derrame cerebral y, precisamente, las acciones de Trejo nos llevan a un giro loco de guion en el que la criatura realmente es un tiburón hidra que queda (re)convertido en un escualo de 5 cabezas (tres diminutas en plan ‘pezquenín’) para que el público grite un «WTF!?» y con un silbido de esos colmillos digitales se materialice un «Surprise Motherfucker!». La jugada esconde precisamente esas múltiples incoherencias en las que se baña a gusto la propuesta. ¿Si el tiburón rabioso y furioso es capaz de destrozar con suma facilidad todo tipo de embarcaciones e instalaciones, por qué memoles no acabó con el barco mierda de los protagonistas antes?
En realidad, aquí llega la resolución para que los pocos supervivientes que quedan puedan trazar un plan para acabar con la bestia. El tiburón de 3/5/random cabezas se siente atraído por la basura y la contaminación y surge el gran fallo de la cinta. ¿No hubiera sido más fácil ponerlo delante de una televisión para que se tragase hasta reventar (literalmente) toda la parrilla de un día de Telecinco? Pese a que la oda final del bodrio es un «¡por mis muñones que acabaré con ese fruto tiburón de los memoles!», todo se siente en un sumatorio de oportunidades perdidas de The Asylum para confeccionar un pequeño clásico del cine basura y no contar con la presencia de Georgie Dann no ayuda en absoluto. El discurso de la película no es absoluto tan cutre como todo lo demás ya que existe profundidad en ese abismo que planifica conscientemente Christopher Ray. Muchas veces se acusa a los films de la ilustre productora de ser simples copias de cintas de éxito para timar y engañar a más de algún desprevenido. La cuestión es que, aparte de mockbusters, la creadora de cine cutre a espuertas por ‘excremencia’ se ha caracterizado últimamente por ejecutar obras mucho más valientes e interesantes (a nivel de ideas e incluso guiones) que el mainstream al que imita. Finalmente, “El ataque del tiburón de 3 cabezas” nos habla a través de un mutante tiburón, obra de los desfases de la humanidad y que se ve atraído por la contaminación, de que el ser humano y la basura son lo mismo… siendo la propia película otro basurero a tal efecto. Sobre tal alegato y gran estercolero fílmico, no obstante, el film revela mensajes contradictorios ya que se desconoce si sus intenciones son apuntalar el espíritu ecologista de que debemos preservar el medio ambiente o que, por el contrario, debemos contaminar más el océano lanzando toneladas de basura para destruir a los escualos mutantes tricéfalos asesinos que habitan allí. Yo esperaré pacientemente a que Georgie Dann saque la canción del tiburón de 3 cabezas (o más) y nos despeje nuestras dudas. ESO, o que vuelvan Carmen Electra y la hija de Hulk Hogan para una tercera parte con un complicado título y número de extremidades que reventar.
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