Rebellion: El Alzamiento de Pascua un siglo después

Miniserie de TV

“Rebellion”

Irlanda

2016

Sinopsis (Página Oficial):

Durante la Primera Guerra Mundial, tres mujeres de Dublín y sus familias eligen bandos en la revuelta del Este contra el mandato británico.

Crítica Bastarda:

Europa está a punto de entrar en guerra. Irlanda, la colonia más antigua del Imperio Británico, está dividida entre quienes apoyan la Home Rule y quienes no la apoyan. 

Puede que sean malos tiempos para las revoluciones y remitirnos al Alzamiento de Pascua de 1916 quiera imponer ciertos anacronismos que cada espectador pueda extraer de tal material. “Rebellion” desea revelar un siglo después esa sublevación desde numerosos frentes dramáticos a través de cuantiosos personajes que aporten una amalgama entre vencedores y vencidos, entre esos mártires de una causa y las consecuencias que ellos mismos vivieron en sus propias carnes en tan turbulento periodo. A veces no existe demasiada épica en la revolución e incluso el lugar que puede ocupar alguien sea pelar patatas y encontrarse en el lugar equivocado para perecer trágicamente. Que uno de los personajes diga que «a veces la historia necesita un empujón» nos posiciona realmente en un fallido levantamiento que evidenció ser un punto de giro para un país, siendo el Alzamiento de Pascua un antes y después para Irlanda. Aunque el Easter Rising fue una consecuencia a sucesos previos y conflictos armados, resulta interesarte el planteamiento de esos insurrectos por aprovechar la Gran Guerra como momento más idóneo para iniciar una rebelión centralizada en Dublín, Entre barricadas y violentas revueltas, en la recta final de “Rebellion” vemos que los ajusticiamientos de los británicos fueron completamente desproporcionados y posiblemente sembraran la semilla de que esa lealtad obligada, impuesta por el miedo, era una variación de la esclavitud. 

Aunque siempre habita complejidad en todo un conflicto, “Rebellion” trata de centrarse en las historias de las tres mujeres protagonistas rompiendo ciertos esquemas previos, sin embargo el material dramático toca muchos lugares comunes. Es cierto que dentro de ese discurso feminista aparece la imposibilidad de la mujer de la época de, por ejemplo, mejorar su posición a través de los estudios como la medicina siendo el matrimonio una clara imposición y lastre. Un amante casado y un embarazo no deseado o la búsqueda de la libertad ejerciendo la revuelta como catarsis, se suman a ese tridente de fábulas junto a un par de hermanos en bandos enfrentados entre algunas figuras históricas. A juzgar por muchas críticas furibundas el material sigue siendo sensible y el acercamiento a esos sucesos siga inspirando a la propia audiencia todo tipo de contrarias opiniones. Vayamos a la propia ficción. Los problemas de la miniserie, aparte de falta de desarrollo en los personajes, son una falta de concreción en su discurso irregular sin que se sepamos si lo que trata es una búsqueda de la emoción en las vivencias de los protagonistas o de la reivindicación al precio de toda rebelión. Pese a que los cinco episodios suponen un metraje suficiente para afrontar El Alzamiento de Pascua, se nota que los cerca de 250 minutos quedan lejos de dar cierta coherencia a la propia historia que plantea, apreciando cierto aire de imprecisión en los hechos históricos a favor de dar hondura a los arcos argumentales de todos los partícipes. Incluso los dilemas morales dejan de nuevo esa sensación a estereotipos y clichés. Tal vez se esperaba una mejor factura, en lo que libretos se refiere, de una producción como “Rebellion” normalmente atrapada en el laberinto de los frentes ideológicos y complejos ángulos que enmarañan personajes unidimensionales. Al final todo, como revela el título del quinto y último episodio, se trataba de un ajuste de cuentas y aparte de una idealización un tanto inconsecuente con algunos planteamientos formales de la propuesta. «Si no podemos tener una revolución al menos podemos soñar». Tal abstracción conforma parte de la tónica de la épica del final de la fábula, extrayendo una historia de amor entre proclamas y vivas de la república que, al mismo tiempo, nos remite a una secuencia de montaje donde todos perdieron. Los planos de esas tres mujeres interconectados establecen que cada personaje principal tendrá que seguir su propio camino y, por extensión, el espectador también el suyo, bastante alejado de un conjunto para nada remarcable salvo por la curiosidad de ver la coincidencia en la pequeña pantalla de Michelle Fairley y Ian McElhinney. 

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