domingo, 21 de agosto de 2016

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General Education: ¿Tenis o estudios? ¿Bodrio o súper-bodrio?

“General Education”
Director: Tom Morris
EEUU
2012

Sinopsis (Página Oficial):

Levi Collins se ha obsesionado por ir a la universidad local con una beca de tenis, pero se olvidó de decir a sus padres una cosa: que nunca se graduó. Como resultado, él debe comenzar la escuela de verano antes de que sus padres descubran que suspendió la asignatura de Ciencias. En la escuela, Levi se enamora de su compañera de clase, Katie, y se entera de que tiene que hacer una elección entre jugar al tenis y recibir una educación adecuada.

Crítica Bastarda:

Considerada una de las 10 peores películas de 2012 por público y crítica, “General Education” es una versión cutre y low-cost (a todos los niveles, incluidos los creativos) de una comedia de crecimiento y dicotomía entre la imposición familiar y la propia, siempre creativa y personal. Levi Collins está obligado a seguir los pasos de su tatarabuelo y padre en el mundo del tenis aunque esa ineludible pasión le condene a no poder graduarse. Levi tendrá que mentir a sus padres, perderse el viaje de fin de curso y tratar de reprobar la asignatura de ciencias que le quedó durante el verano… mientras trata de conseguir su beca de tenis. Ante semejante premisa tan poco atractiva y un tanto trillada, el film de Tom Morris se dedica a hacer un copia-pega de otras comedias de adolescentes con un actor (Chris Sheffield) que en absoluto encaja con la edad del personaje provocando cierta vergüenza ajena. El problema de todos los absurdos que plantea “General Education” es que son tremendamente aburridos. 


Que nadie pierda el tiempo y deja sus neuronas a buen recaudo. Piense en todos los tópicos (la chica, el mejor amigo, los compañeros excéntricos) y sitúelos en el curso de verano más tedioso y a medio cocinar que ha visto en una pantalla en mucho tiempo. La cuestión es que el personaje trate de encontrar su lugar en la vida y fraguar su propio camino mientras lucha con esos conflictos y clichés cual baratos fuegos artificiales. Y no ha nada más. Nada.


La propia exigencia del patriarca se convierte en la de la historia, completamente artificial y olvidable, con un pésimo guión, personajes y diálogos, dejándonos claro (más si cabe) que sus pésimas críticas no fueron un acto surgido de la casualidad. Lo único que se agradece de “General Education” es Janeane Garofalo y es normal que acabe sufriendo una tremenda y brutal crisis entre tanta diarrea de clichés, estereotipos y lugares comunes. Desconozco si con esos elementos en un verano y con la referencia de “Napoleon Dynamite” se podría haber construido un conjunto mucho más interesante y tampoco vamos a darle más vueltas a aquello que nos las tiene. Y es que, lamentablemente, para la cinta de Tom Morris su encanto es inexistente. Como la gracia de la película.

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