“The Human Centipede (First Sequence)”
Director: Tom Six
Países Bajos
2009
Dos muchachas americanas se encuentran de viaje por carretera a través de Europa y acaban solas en un bosque por la noche cuando su coche se avería en la Alemania rural. Mientras buscan ayuda se encuentran con una casa aislada. Ofreciendo a llamar a un taxi para ellas, el dueño de la casa, el Dr. Heiter, un cirujano retirado, invita a las jóvenes al interior con la promesa de una bebida y un lugar seco en el que esperar hasta que llegue la ayuda. Sin embargo, se dan cuenta de que hay algo que no está bien sobre el formidable Dr. Heiter… Cuando su anfitrión demente expone su visión retorcida, las dos chicas descubren que están a punto de estar más cerca la una de la otra de lo que nunca pudieron estar. El plan de Heiter es conectar las dos chicas la una a la otra con una tercera persona, un turista japonés desventurado, a través de sus sistemas gástricos en un intento audaz de ser la primera persona en dar vida a un triplete-siamés como parte de su enferma fantasía: el ciempiés humano.
Crítica Bastarda:
Buscar la incomodidad del espectador en un género trillado es complicado. Tom Six ha conseguido suficiente atención con “The Human Centipede (First Sequence)” como para no ignorar sus méritos. Inicialmente la película parece hacer una exploración mediante elementos bastante típicos del género: dos chicas perdidas y una casa, cual castillo de Drácula, que emerge en esa tormenta como supuesta salvación pero que acaba siendo una maldición. Las torturas a turistas y encontrarse en lugares equivocados también habían sido objeto de “Hostel” y en “Turistas” pero aquí no hay mafias, sectas… simplemente un evil doctor experto en separar siameses que parece que se ha vuelto completamente enajenado y quiere realizar el proceso inverso… primero con animales y, después, con personas. Está claro que Tom Six no aporta nada nuevo hasta ese punto aunque después aparece un terror más sugestivo (y digestivo), más quirúrgico, más desagradable ya que todo queda tapado a la vista. Tan sólo vemos cicatrices y heridas, dibujos, gemidos y angustiosas miradas…
Ayuda que Dieter Laser se meta en su papel y sobreactué incluso más que el Dr. Malvedades de “Kárate a muerte en Torremolinos” y que la película opte por mostrar otras vías más enfermas de sufrimiento aunque caiga en numerosos lugares comunes y soluciones para un desenlace cruel y completamente abierto (aunque supurado y suturado a base de demasiados puntos carnales).
La película, en resumen y contra todo pronóstico, consigue salir airosa (y ventosa) de la moraleja que plantea: comer mierda… mata.
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