lunes, 5 de febrero de 2018

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Expediente X (11x05) Ghouli: Visiones del futuro


“Ghouli”, quinto episodio de la undécima temporada de “Expediente X”, confirma las buenas sensaciones de una entrega que ha encontrado su propia madurez en capítulos sólidos que tratan de aunar la nostalgia con el universo de la serie Chris Carter. Es cierto que tenemos en perspectiva el motivo que originó todo. Me refiero a esas visiones apocalípticas del futuro de Dana Scully que servían a los escritores para introducir a William (Jackson Van De Kamp) en las tramas. Y, llegados a este punto, era inevitable que tuviéramos más de esa relación maternal que está condenada a concebir un clímax. Dirigido por James Wong, “Ghouli” vuelve a erigir esos conceptos en los que directores de “The X-Files” regresen a ese presente para potenciar una aureola contemporánea sin perder un ápice de la mencionada nostalgia. La idea es presentar la historia de fondo de William y dejar claras las posibilidades de esas visiones que unan a madre e hijo. Comenzamos con el ataque de un monstruo, conocido por Ghouli como una leyenda urbana, en el que dos chicas adolescentes están involucradas. Ambas no eran conscientes de la presencia de la otra y pensaban que estaban luchando contra ese monstruo. Existe también una extraña conexión de Scully con esa entidad monstruosa y, rápidamente, aparece en la línea de investigación un joven llamado Jackson. Dana cree saber quién es ese chico… La otra trama vuelva a ser gubernamental ya que, nuevamente, Mulder y Scully se topan directamente con esa burocracia que parece oponerse a cada una de sus acciones y que se muestra interesada en ese joven que supone el epicentro del capítulo. Repasemos “Ghouli”

Estamos ante un episodio autónomo y libre aunque, no obstante, ligado a esa idea de las visiones que dotó de sentido el regreso de “Expediente X”. La conexión psíquica de Scully con su hijo sirve a los escritores tanto para potenciar una capa dramática como para oscilar en esos hilos de ciencia ficción que tan bien maneja el espectáculo. La cuestión es ubicar también ese monstruo en el territorio de la propia trama principal y revelar que Jackson era el novio de esas chicas y, al mismo tiempo, un nuevo cadáver asesinado dentro de la investigación. Esto sirva para que tengamos una secuencia para lucimiento de Gillian Anderson en la que va a tratar de redimirse con ese hijo que nunca pudo conocer. La jugada argumental, sin embargo, es propulsarnos en el escape de la bolsa de cadáveres del propio William y remitirnos a los poderes de un joven que interesa al Departamento de Defensa. No es que estemos en una revisión de “Akira” meets “Stranger Things” o similares pero, por el contrario, la idea es que Jackson no sea más allá de un experimento y proyecto gubernamental de conseguir híbridos de ADN humano y alienígena. Esto nos lleva al enlace psíquico para que Scully vaya resolviendo el caso y sepa que dentro de todas escenas de crímenes tenemos tanto los poderes de William/Jackson como los intereses de esos agentes del Departamento de Defensa que no van a dudar en matar inocentes para dar caza al joven. 


“Ghouli” conjuga bien esas visiones y posibilidades de que Jackson/William pueda utilizar sus dones tanto para que la historia avance con guiños a la ciencia ficción y se amolde a esos conceptos dramáticos implícitos en su relación psíquica con Scully. Nuevamente, el episodio se revela como una competente y sólida propuesta en la que el recorrido emocional de Dana pasa por creer en cuestiones factibles en los márgenes de lo paranormal. Ella no cree en monstruos e incluso podríamos regresar a los episodios anteriores para dejarnos claro esa lucha interior frente al juego de visiones y dobles. El control es la clave y, rápidamente, Scully va a señalar la realidad de todos esos extraños sucesos que nos llevan a Willian. En realidad, estamos ante una historia de fantasmas del pasado y sus ecos en ese presente. Y ese presente es el nuestro. Incluso ese indigerible final de la anterior temporada puede que sea parte de una conexión de madre e hijo para tratar de evitar un apocalipsis cercano y venidero a golpe de bola de cristal (nuevo guiño a ese concepto de Casandra y sus visiones bajo una tonalidad contemporánea). La idea es que nos sintamos en ese precipicio en el que está a punto de caer Dana y que ese juego de depósitos de cadáveres y resurrecciones para potenciar el dolor/redención que está por llegar. Seguramente parte de los planes del Fumador pasaran por la eugenesia para marcar un cambio de rumbo en la humanidad y el hijo de Scully nació como parte de ese ideal. Los escritores tampoco desean que Jackson sea un cúmulo de estereotipos e incluso la conclusión del episodio, tras el escape de William, supone un acto de expiación ante el trauma. De nuevo, el concepto dramático se amolda a la ciencia ficción y nos regala una construcción original a golpe de citas a lo Malcolm X junto esa reconstrucción lynchana de un contexto político. “Ghouli” nos deja claro, además, que hay todavía una carretera y viaje que recorrer… 

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