Un televisor de catorce pulgadas tirado en una esquina de la calle en un día lluvioso. Triste, solo y abandonado. ¿Es el fin de una era? Posiblemente.
Me encontré, segundos más tarde de camino al autobús, con una vieja conocida pero simplemente era vieja por su edad y conocida por haber transitado en mi infancia de paso como vecina. No apercibió que debajo de ese paraguas habitaba un bastardo, un maldito conocido.
Ese cruce era intrascendente pero, ¿qué es trascendente en esta vida? Posiblemente esa vieja y pequeña televisión abandonada fuera otra vieja conocida aunque no hubo ni cruce ni transito por mi infancia. Simplemente no fue la elegida. La fabricaron, distribuyeron y pusieron a la venta pero los ojos de mis antecesores se fijaron en otra.
¿Recuerdan sus viejos televisores? ¿Qué hicieron con ellos? ¿Los dejaron también abandonados en la esquina de una calle o un contenedor?
¿Tristes, solos y abandonados?
Me encontré, segundos más tarde de camino al autobús, con una vieja conocida pero simplemente era vieja por su edad y conocida por haber transitado en mi infancia de paso como vecina. No apercibió que debajo de ese paraguas habitaba un bastardo, un maldito conocido.
Ese cruce era intrascendente pero, ¿qué es trascendente en esta vida? Posiblemente esa vieja y pequeña televisión abandonada fuera otra vieja conocida aunque no hubo ni cruce ni transito por mi infancia. Simplemente no fue la elegida. La fabricaron, distribuyeron y pusieron a la venta pero los ojos de mis antecesores se fijaron en otra.
¿Recuerdan sus viejos televisores? ¿Qué hicieron con ellos? ¿Los dejaron también abandonados en la esquina de una calle o un contenedor?
¿Tristes, solos y abandonados?
Esta siendo el fin de una era para todos aquellos televisores cuyas medidas de grosor sean superiores a más de diez centímetros. Deseamos vientres plano y televisores planos pero apreciamos las medidas de longitud mayores a los veinte centímetros. Siempre se había apreciado la grandilocuencia pero entramos en tiempos donde se estila lo ínfimo, fino y laminado, donde se ven las series y las películas en micro-pantallas de móviles. ¿Significa que estamos entrando en una nueva era donde el tamaño sí importa pero de otro modo?
El nazismo cobra nuevos niveles de exterminio. ¿Haremos campos de concentración con los escasos televisores de tubo de imagen supervivientes?
Posiblemente los lagartos alienígenas, Elvis Presley y Johnny Cash o aquellos seres o deidades que nos observan desde las estrellas inventasen eBay para que se revalorizase lo viejo y que recicláramos en vez de abandonar y contaminar. Puede que así dentro de algún milenio su vieja televisión siga viva junto a una de esas cajas que aparecían en “En busca del arca perdida” e “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”; que permanezca unida al Arca de la Alianza y una Gameboy. ¡Viva todo lo oldie! La oferta es amplia pero únicamente compraríamos algo cool o pop que encajase con el concepto de diseño impuesto. Simplemente sería un complemento como una postal colocada acertadamente dentro de nuestro salón o dormitorio.
Recuerdo a un viejo televisor de catorce pulgadas en blanco y negro que recaló en ese cementerio de viejas glorias que no es otro que la casa del pueblo de mis padres. Recuerdo mi adolescencia jugando a la Mega Drive en ese televisor como única posibilidad en lugar que inducía al alcoholismo. Era en blanco y negro pero daba lo mismo.
Otra técnica vil y despreciable de reciclaje remunerado y económicamente satisfactoria es romperlas para que te las pague el seguro, previa tasación.
Otra técnica vil y despreciable de reciclaje remunerado y económicamente satisfactoria es romperlas para que te las pague el seguro, previa tasación.
Kathryn Bigelow, ganadora indiscutible del Oscar por “The Hurt Locker”, fue autora de ese fallido thriller cyberpunk titulado “Strange Days” donde uno podía comprar clips que reproducían vivencias de otras personas. Tal vez esa sea la televisión del futuro. Estar en la piel del mismo público del programa o ser parte de la serie o película pero de momento para esa realidad virtual queda el tránsito por el 3D y la perfección de la alta definición.
Toda esta entrada tiene un motivo y es oportuna porque seguramente tenga que jubilar la televisor de catorce pulgadas que tengo en mi habitación. Es de tubo de imagen y transita en mi vida desde hace diez años. Momento en el que me mudé a un nuevo hogar. Hasta que haga mi futura tercera mudanza de mi vida deseo que siga siendo una de mis compañeras de cuarto pero le falta la entrada del euroconector y hay que menear el cable para conseguir que el color no falle o la imagen no se distorsione. ¿Es acaso eso parte de la televisión interactiva venidera? No lo sé, pero este es el canto de esos pequeños receptores de tubo de imagen. Es el momento de plasmar parte de esos días extraños, días de otoño en medio del previo verano, de la muerte analógica en pos del nacimiento digital.
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