“Beautifully Broken”, segundo episodio de la tercera temporada de “True Blood”, parece enfocar tramas y conspiraciones aunque toda la sangre embotellada, por supuesto, no está en absoluto vendida. Nos dejan, eso sí, ver parte de su contenido pero ni siquiera podemos olerla. Los próximos sanguinolentos episodios van a dar, esperemos, mucho juego, a tenor de que quedan futuros fichajes por incorporarse y que Alan Ball va a tratar por todos los medios de sacar punta y astillar a todos los personajes, fracturando su aparente belleza, rompiendo sus esperanzas hermosamente.
Bill Compton se había alimentado gracias a la ayuda ‘desinteresada’ de una integrante del Imserso de Mississippi. Transfusión senil pero... ¿con alimento y sustancia? Él les dice a unos lobos bakalas que está cenado y servido para darles chopped-pork pero un servidor sólo puede pensar que de una triste vieja lo único que se puede chupar es medicamento. ¡Qué pena me dio, por favor! Que se aprovechen de una solitaria anciana y la den un fajo de billetes es el colmo de mal gusto y la vileza.
Pero lo peor de lo peor (multiplicado al cuadrado) es que los hombres lobo aquí sean simples chiguaguas entrenados, hormonados con sangre de vampiro y con ojos luminosos a lo peluche chino poseído. Encima les ponen nombres del tipo Cooter (Coot para los amigos) y tienen pésimas condiciones laborales con finiquitos en forma de bala de plata. ¡Esta Operation Werewolf es un auténtico bluff! Bill se aprovecha de eso y les deja más troceados que Mamba Negra a los 88 maníacos. Pero es tiempo de que evolucione la trama y aparezca… Su Majestad para indicarle que está de detrás de todo pero el plan iba a ser más sutil y acabó totalmente fútil (pese a morir más personajes en un episodio y cinco cuartos que en las dos temporadas anteriores). Russell Edgington es el nombre del Rey y vive con su pareja, un tal Talbot (¿referencia a ese David Talbot parido de la pluma de Anne Rice?). ‘Invitan’ a Bill a su nueva estancia como… prisionero. Todo, por supuesto, muy sutil y con clase, of course.
El palacete del Rey es súper-esnob pero de estilo monarca-tradicional y no dudarán los reincorporados villanos en utilizar a Sookie como moneda de cambio. El plan es que el Rey de Mississippi quiere casarse con la Reina de Louisiana, la traficante encubierta Sophie-Anne, y comparten un vasallo llamado Bill aunque ahora éste es leal a la Reina de Louisiana. Un soborno y oferta para revelar trapos sucios y secretos en forma de nuevo trabajo de sheriff y por supuesto conspiración, poder, unificar territorios, ¿pasta en forma de gas natural?… todo ello…sutil. Esto al final va a ser “The Sopranos” con vampiros y hombres lobo. Otro problema…Talbot no sabe que eso incluirá su futuro divorcio.
Después de tomar platos del buen gourmet como sangre fría con gas con sabor final a cítricos, sopa caliente aderezada con pétalos de rosa, helado de sangre...llega el verdadero postre: ¡Lorena! Bill la recibe con la calurosa pasión que se merece: un cóctel molotov en toda su cabezota vampírica impertinente.
Bill Compton se había alimentado gracias a la ayuda ‘desinteresada’ de una integrante del Imserso de Mississippi. Transfusión senil pero... ¿con alimento y sustancia? Él les dice a unos lobos bakalas que está cenado y servido para darles chopped-pork pero un servidor sólo puede pensar que de una triste vieja lo único que se puede chupar es medicamento. ¡Qué pena me dio, por favor! Que se aprovechen de una solitaria anciana y la den un fajo de billetes es el colmo de mal gusto y la vileza.
Pero lo peor de lo peor (multiplicado al cuadrado) es que los hombres lobo aquí sean simples chiguaguas entrenados, hormonados con sangre de vampiro y con ojos luminosos a lo peluche chino poseído. Encima les ponen nombres del tipo Cooter (Coot para los amigos) y tienen pésimas condiciones laborales con finiquitos en forma de bala de plata. ¡Esta Operation Werewolf es un auténtico bluff! Bill se aprovecha de eso y les deja más troceados que Mamba Negra a los 88 maníacos. Pero es tiempo de que evolucione la trama y aparezca… Su Majestad para indicarle que está de detrás de todo pero el plan iba a ser más sutil y acabó totalmente fútil (pese a morir más personajes en un episodio y cinco cuartos que en las dos temporadas anteriores). Russell Edgington es el nombre del Rey y vive con su pareja, un tal Talbot (¿referencia a ese David Talbot parido de la pluma de Anne Rice?). ‘Invitan’ a Bill a su nueva estancia como… prisionero. Todo, por supuesto, muy sutil y con clase, of course.
El palacete del Rey es súper-esnob pero de estilo monarca-tradicional y no dudarán los reincorporados villanos en utilizar a Sookie como moneda de cambio. El plan es que el Rey de Mississippi quiere casarse con la Reina de Louisiana, la traficante encubierta Sophie-Anne, y comparten un vasallo llamado Bill aunque ahora éste es leal a la Reina de Louisiana. Un soborno y oferta para revelar trapos sucios y secretos en forma de nuevo trabajo de sheriff y por supuesto conspiración, poder, unificar territorios, ¿pasta en forma de gas natural?… todo ello…sutil. Esto al final va a ser “The Sopranos” con vampiros y hombres lobo. Otro problema…Talbot no sabe que eso incluirá su futuro divorcio.
Después de tomar platos del buen gourmet como sangre fría con gas con sabor final a cítricos, sopa caliente aderezada con pétalos de rosa, helado de sangre...llega el verdadero postre: ¡Lorena! Bill la recibe con la calurosa pasión que se merece: un cóctel molotov en toda su cabezota vampírica impertinente.
Sam Merlotte conoce a su familia y a su hermano, al que ya vimos en el primer episodio de la temporada, ese chaval llamado Tommy Mickens. Pese a vivir como indigentes o sea como cualquier familia de clase media-baja americana tienen al menos casa y un hijo con poderes y especial, también cambiaformas. ¿No es acaso el sueño de una madre americana? Después de las explicaciones de telefilme Allan Ball convierte en duelo de cuál vida es más patética… si la de Sam o la de Tommy. Ambos son hermanos y comparten aficiones perrunas pero Tommy es un broncas y más listo que su hermano mayor. Mientras el segundo todavía no controla eso de cambiar de forma a otra cosa que no sea perro (salvo que le quieran quitar su corazón) el primero es primero en todo y sabe como hacer combos de transformaciones. ¡Aprende Sam!
Jason Stackhouse no tiene que preocuparse que su hermana le lea la mente porque, aparte de serrín y el pollo que su hermana le montó en la cabeza a Eggs y a Tara, no le apetece volver a liarla parda. El pobre siempre intenta hacer lo correcto pero siempre termina haciendo daño a la gente y no hablo de las bragas de sus amantes y su contenido. El detective Andy Bellefleur, aparte de salvarle los calzoncillos y la virginidad de su culito que perdería en prisión, intenta motivarle. Jason se lo toma al pie de la letra y decide hacerse… héroe… Ligeramente borracho pero en pie y acompañando a Andy en su coche patrulla ejerce como tal y bloquea la huida de un camello con un mini-alijo de cocaína... Pero todo lo anterior es simplemente un macguffin para conducir a Jason delante de una extraña mujer rubia con un ventilador acoplado e invisible que se adentra en el bosque ante el atónito hechizo que provoca al muchacho Stackhouse.
Tara Thornton es salvada por Lafayette y éste le aparta de malas compañías católicas (o sea su mother) para mostrarla el mundo real (la mother de multiempleado). ¡Por fin sabemos el motivo de tanto prostituirse en imposibles jornadas de 36 horas diarias! Lafayette tiene que pagar la estancia de mother en una clínica… aunque le han timado fijo porque no tiene los grifos de oro. Tara y él son manzanas condenadas a podrirse pero que intentan estar frescas y salir adelante cómo sea. Ese es su triste sino… ya están muertas para Dios y también conocer a jóvenes varones y promesas. Jesus (más fino que ese Jesús con el que nos lo traducirán seguro) y esas miraditas que le echa a Lafayette y éste responde apuntan a que este personaje no es de un solo episodio.
Franklin Mott es el chico nuevo del pueblo. Es vampiro y se comporta como un periodista husmeando en casa de Bill y descubriendo fotos de la camarera (incluso de la infancia) en un doble fondo de un cajón y un árbol genealógico de la familia Stackhouse donde aparecen marcados los nombres de Sookie y su abuelo Earl. ¿Por qué están ahí? ¿Espiaba Bill a Sookie y su encuentro no fue fortuito? ¿Esa es la misión de la Reina que encomendó a Bill? ¿Es Franklin quién se lleva el fiambre de Jessica? Lo que está claro es que este personaje es para toda la temporada y va a dar juego… mucho juego, sobre todo a Tara y a sacar sus instintos de violencia garrula.
Sookie Stackhouse revela a Eric en Fangtasia que la Troma quiere rodar una nueva parte de “Los surfistas nazis deben morir” pero con hombres lobo. Por supuesto lo sabe todo porque aquí todo el mundo sabe de todo. Todos menos Jessica Hamby que está más perdida que un burro vampiro del Siglo X, recién reincorporado al nuevo mundo vampírico-laboral, en un garaje de un centro comercial. La pobre no ha visto “Pulp Fiction” ni quiere llamar al Sr. Lobo por cuestiones obvias. El fiambre que tiene en su sótano se está pudriendo, tiene familia y no le salva ni el mejor Ambi Pur en spray de su olor fétido. Pam, que también lo sabe todo, le cuenta cómo chupar y salvar vidas al mismo tiempo. Pero Jessica a este paso monta un blog… porque tiene muchas cosas que contarnos. Sobre todo a Hoyt y para sacar algo de pasta para trinchar cadáveres y dejarse de alquilar sierras eléctricas porque sí... ¡se pueden alquilar! Al menos en Bon Temps.
Si algo sabe hacer bien la ganadora de un Globo de Oro por esta serie es llorar y manipular a vampiros y humanos. A Eric le une un enemigo común y recuerda cómo él y Godric se dedicaban a dar caza a mujeres lobo en la Segunda Guerra Mundial e intentaban descubrir un plan conspirador por parte de... ¡un vampiro que es el ‘maestro de los lobos’! Eric y su creador le buscan desde hace mucho, mucho tiempo.
Con sus lloros a Terry le saca un arma de fuego para dejar de ser esa chica buena que no rompe platos y sacar su lado de americana redneck. Otro descubrimiento importante: Sookie puede leer las mentes de los hombres lobo al ser mortales y sabe que van a por ella… Terry y estar cerca de buenas compañías parecen salvarla. Una de ellas es Eric pero para hacerlo tendrá que ser ‘invitado’ a casa y es ahí donde nos quieren conducir en esta segunda temporada de “True Blood”.
La tensión sexual entre Eric y Sookie es indescriptible pero ella lo deja claro: «Sigo siendo de Bill». Protección y un invitado indiscreto en forma de hombre lobo cierran el episodio, en mi opinión, aceleradamente por el montaje y la acción. Esa Sookie pegando un tiro es el montaje más cutre de la serie hasta el momento y en vez de cerrar su dramatismo en alto, de cara al próximo episodio, queda extraida de una secuencia de “Los surfistas nazis deben morir”. ¿Homenaje completo a la Serie Z? Descubránlo en el nuevo episodio de “True Blood” titulado “It Hurts Me Too”. Desde luego lo que duele es este final de episodio, repito... y ese traje para enmarcar de Serie Z que enfunda Lafayette. ¡Horror!
No hay comentarios:
Publicar un comentario en la entrada (lea antes los Mandamientos de este blog)
Lea antes los Mandamientos de este blog.