“The Staircase Implementation” es posiblemente, en mi opinión, el más redondo episodio de esta irregular tercera temporada junto a las discusiones amplificadas de “The Guitarist Amplification”, el conflicto-trauma Wil Wheaton en “The Creepy Candy Coating Corollary” y la aparición estelar de la madre de Leonard (de nuevo bordándolo) en el genial “The Maternal Congruence”. Pero contradictoriamente a los intereses de los votantes de imbd el episodio número 22 y penúltimo de esta temporada es el más flojo con un 7.4 y 46 votos (el peor valorado, “The Cornhusker Vortex”, tiene un 7.6). ¿De verdad que no ha gustado?
Todo esto me hace pensar los diferentes caminos que llevo a los seguidores de esta popular serie definida por mis amigos como «aquella serie que no le gusta a Maldito Bastardo». El gusto, obviamente, es subjetivo y no me reiteraré en que “The Big Bang Theory” podía y debería dar para más (sobre todo por el bien de Sheldon) ante de que se haga realidad ese «Huye, tío. […] Corre rápido, corre lejos.»
Pero en este episodio se reitera el paso por lugares comunes del formato y ese mínimo común denominador que dotar de una imagen pasado a los protagonistas de toda serie.
Volver al pasado, a aquellos maravillosos años en los que los personajes eran todo púber y acne, donde el bello florecía en los lugares donde ahora está ausente, donde las pieles fáciles estaban exentas de pliegues y el desgaste de vivir, donde …¡coño! ¡Si Sheldon es exactamente igual! Bueno, igual, igual… ¡para nada!
Ya nos habían anticipado que nuestro androide-alienígena-genio favorito (siempre de lejos, que vivir con él podría ser incentivo a finiquitar la existencia propia) estaba exonerado de crecimientos capilares en la barba; regresó con una perilla de su investigación polar en “The Electric Can Opener Fluctuation”. Labor especial de interpretación para Jim Parsons que sabe dotar aún más de tics al personaje que interpreta y labor genial de los guionistas por esa regresión freak de 7 años que ¡parecen 27!
Sheldon, eso sí, del pasado es más repulsivo, más canalla, más Tolosa* (no natural de Tolosa sino de que To(do)-lo-sa(be). [*Nota del autor: haremos un especial un día en este mismo foro), más maniático, más ¡Sheldon!]
Y si la sobreactuación eleva el personaje a la categoría de clásico televisivo las deficiencias del resto recobran, más si cabe, nuevos y genéricos valores. Raj se resume en su inocuo y tontorrón «Hilarious!» absolutamente descartable en una Apocalipsis (únicamente pensaría en procrear). Wolowitz y su madre, la madre que parió a Wolowitz. ¡Queremos a la madre y no al hijo! Eso sí, que nos deje sus cinturones antes de meter sus cosas en una caja de cartón… pero Leonard vuelve a funcionar como antaño por no afirmar nada sino sugerirlo todo. Es el típico personaje camino del empanamiento mental y la retro-afirmación física del que no se sabe si abusó de la marihuana prematuramente o vive en Babia pese a tener un gran coeficiente intelectual. Una persona que conozco afirma que se dice «estar en la Baba» porque es aquello que se cae ¡cuando uno está en Babia!
Menciones y caídas gelatinosas aparte, el montaje del episodio rompe el esquema del formato y gana por goleada cuántica en todo: en ágiles gags como esa entrevista por fases, en rápidos y eficientes diálogos y en sketches visuales como La Pintada, con mayúsculas, «Die Sheldon Die.» y la bajada de bandera.
Otra mención honoris causa para la firma de las míticas condiciones y ese supuesto viaje temporal que nunca se produce. O tal vez sí..., ¿se imaginan un episodio de la futura cuarta temporada con Sheldon y Leonard al otro lado de la puerta o subiendo las escaleras tras inventar la máquina del tiempo? Todo es viable y no improbable pero que los personajes no evolucionen es sinónimo de estilo y elegancia. Las cosas, incluidas heroicidades, son simplemente un reconocimiento de la razón, ¿no?
“The Staircase Implementation” es un episodio guardado en un baúl como arma secreta de sus creadores. Dejado allí como un buen vino en una bodega esperando ser descorchado, madurando y mostrando que cuando la cosecha de la tercera temporada ha sido bastante pobre en general, queda siempre un buen vino de reserva para entonar al respetable. Los efluvios esta vez se asemejan a la exaltación de la amistad y, en este caso, de la no-amistad.
Es la prueba de embarazo para saber que sí, que estamos preñados y que va a venir un niño en forma de cuarta temporada. Otra cosa es que nos salga similar a un diálogo de “Babylon 5”
Pero en este episodio se reitera el paso por lugares comunes del formato y ese mínimo común denominador que dotar de una imagen pasado a los protagonistas de toda serie.
Volver al pasado, a aquellos maravillosos años en los que los personajes eran todo púber y acne, donde el bello florecía en los lugares donde ahora está ausente, donde las pieles fáciles estaban exentas de pliegues y el desgaste de vivir, donde …¡coño! ¡Si Sheldon es exactamente igual! Bueno, igual, igual… ¡para nada!
Ya nos habían anticipado que nuestro androide-alienígena-genio favorito (siempre de lejos, que vivir con él podría ser incentivo a finiquitar la existencia propia) estaba exonerado de crecimientos capilares en la barba; regresó con una perilla de su investigación polar en “The Electric Can Opener Fluctuation”. Labor especial de interpretación para Jim Parsons que sabe dotar aún más de tics al personaje que interpreta y labor genial de los guionistas por esa regresión freak de 7 años que ¡parecen 27!
Sheldon, eso sí, del pasado es más repulsivo, más canalla, más Tolosa* (no natural de Tolosa sino de que To(do)-lo-sa(be). [*Nota del autor: haremos un especial un día en este mismo foro), más maniático, más ¡Sheldon!]
Y si la sobreactuación eleva el personaje a la categoría de clásico televisivo las deficiencias del resto recobran, más si cabe, nuevos y genéricos valores. Raj se resume en su inocuo y tontorrón «Hilarious!» absolutamente descartable en una Apocalipsis (únicamente pensaría en procrear). Wolowitz y su madre, la madre que parió a Wolowitz. ¡Queremos a la madre y no al hijo! Eso sí, que nos deje sus cinturones antes de meter sus cosas en una caja de cartón… pero Leonard vuelve a funcionar como antaño por no afirmar nada sino sugerirlo todo. Es el típico personaje camino del empanamiento mental y la retro-afirmación física del que no se sabe si abusó de la marihuana prematuramente o vive en Babia pese a tener un gran coeficiente intelectual. Una persona que conozco afirma que se dice «estar en la Baba» porque es aquello que se cae ¡cuando uno está en Babia!
Menciones y caídas gelatinosas aparte, el montaje del episodio rompe el esquema del formato y gana por goleada cuántica en todo: en ágiles gags como esa entrevista por fases, en rápidos y eficientes diálogos y en sketches visuales como La Pintada, con mayúsculas, «Die Sheldon Die.» y la bajada de bandera.
Otra mención honoris causa para la firma de las míticas condiciones y ese supuesto viaje temporal que nunca se produce. O tal vez sí..., ¿se imaginan un episodio de la futura cuarta temporada con Sheldon y Leonard al otro lado de la puerta o subiendo las escaleras tras inventar la máquina del tiempo? Todo es viable y no improbable pero que los personajes no evolucionen es sinónimo de estilo y elegancia. Las cosas, incluidas heroicidades, son simplemente un reconocimiento de la razón, ¿no?
“The Staircase Implementation” es un episodio guardado en un baúl como arma secreta de sus creadores. Dejado allí como un buen vino en una bodega esperando ser descorchado, madurando y mostrando que cuando la cosecha de la tercera temporada ha sido bastante pobre en general, queda siempre un buen vino de reserva para entonar al respetable. Los efluvios esta vez se asemejan a la exaltación de la amistad y, en este caso, de la no-amistad.
Es la prueba de embarazo para saber que sí, que estamos preñados y que va a venir un niño en forma de cuarta temporada. Otra cosa es que nos salga similar a un diálogo de “Babylon 5”
«Te lo aseguro, lamentarás haber desperdiciado tu dinero en un iPod cuando Microsoft saque el suyo.»
A mí me gustó más lo de que Firefly era tan maravillosa que no iba a desaparecer nunca...
ResponderEliminarRun far, Run fast!!
También es buena.
ResponderEliminarRun far, Run fast!!