martes, 11 de mayo de 2010

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La calle de la vergüenza

A veces todo surge como si estuviésemos en las entrañas de una leyenda urbana y se iniciase con una simple llamada; una persona repite la dirección que tiene en una pantalla a otra al otro lado del teléfono; silencio, mucho silencio y después risas y complicidad; «Tranquilo, siempre sucede cuando doy mi dirección»; ésta a su vez se lo cuenta a un tercero; nada de silencio, mucho descojone y después risas y muchas risas; ese tercero se lo cuenta a un cuarto; éste a un quinto y a un sexto; el sexto se lo cuenta a séptimo y un noveno porque el quinto se lo ha contado a un octavo, un décimo y un… La información finalmente se dispersa y penetra directamente a todos lo oídos, a todos los rincones, ahora mismo usted está siendo penetrado por [redobles]:

Avenida de la Penetración 69; Bajo D; Santa Cruz de Tenerife



Imagínense que soy violado allí; tal vez por un grupo de ninfómanas guiris que vienen a darle a las castañuelas, chupar pajitas y embalsamarse en alcohol. Sí, fiesta, fiesta en este paraíso sexual y espacio patrocinado por Alfredo Landa, macho ibérico y prototipo de belleza masculina nacional. Yo estoy allí y no sé cómo ni porqué. Pero estoy allí y están allí y luego… encima de mí. Sí, fiesta, fiesta en mi ¿paraíso sexual? Supónganse que tengo que llamar a la policía tartamudeando por el trauma para comunicar tal atroz crimen cometido sobre mi persona. Figúrense el panorama: «Acabado de ser violado en la Avenida de la Penetración 69, Bajo D». ¿Qué pensarían ustedes si estuvieran al otro lado del teléfono? La indiferencia, silencia, mucho silencio y la risa se apoderaría de ustedes, receptores de un mensaje, antes de colgar la llamada y pensar «Ya no saben ni gastar bromas… ¿bajo d? Hay que ser gañan…».


Hitchcock no pensó en que efectivamente la mejor coartada es cometer un crimen donde nadie se crea que se puede cometer. Roben un banco en la Calle de Atraco a las Tres en Zaragoza a las tres de la tarde, asesinen a su mayor enemigo disfrazados de muerte en el Callejón de la Muerte en el El Casar de Escalona o viólense a sí mismos y al pleno día en la Avenida de la Penetración de Santa Cruz de Tenerife o Calle (de) Violada en Gurrea de Gállego. Nadie creerá el testimonio de los testigos al caerse por su propio peso. 


Semejante calumnia sólo puede ser interpretada como una herejía al a memoria histórica. ¡¿Quién puso los nombres a ciertas calles?! Y no es que el friquismo patrio se dedique a robar placas como la de la calle AC/DC en Leganés o en esa población austriaca llamada Fucking o en la galesa [respiren hondo]

Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch.

En otras calles se colocan placas si esa calle ganó un concurso a la calle mejor engalanada o más petulante de unas fiestas de barrio y lamentablemente en otras, como la Avenida Penetración o la Calle Violada, deberían contar con placas honoríficas con todas las víctimas ninguneadas y asoladas por el cachondeo de una sociedad que se dedica a banalizar los actos más crueles. ¡Hasta Google Maps anuncia hoteles baratos en Huesca en Calle (de) Violada!


Imagínense que soy violado allí, ¿qué hago? Ir a la policía desde luego… no, pero, ¿ir a las cadenas de TV? La resaca de información puede que sea tan absoluta que seguramente emerjan nuevos personajes públicos entre los buitres carroñeros, protagonistas de las tertulias de Ana Rosa Quintana merecedoras de un premio Novel (sí, con v de víbora), como Lady-Mama(da), Lady-Viola(da) o Lady-Pene-tra(da). ¿Cuál de los tres apodos debería elegir? Ana Rosa guíame pero después de publicidad.
Los periodistas de los programas sensacionalistas que inundan las parrillas televisivas irán mañana tras mañana a entrevistar a todos los protagonistas a la escena del crímen: los testigos oculares o sea voayeurs, mis familiares convalecientes por el trauma que harán fuerzas para hablar con una famosa de la talla de Anne Rose, amigos que no dudarían en apoyarse y sacarse un euritos extras en los programas como tertulianos e incluso animales violados en las calles de la vergüenza y reconstrucciones del crímen. «Fíjense en esa casucha derruida, donde el Bastardo fue violado… ¡Vayamos allí! Allí donde venden suvenires con su cuerpo desnudo y hacen tatuajes con su nombre.»




Apodemos a esas calles como “La calle de la vergüenza”, otro notable filme del maestro Kenji Mizoguchi, con un protagonista en forma de burdel llamado 'El País de los sueños'. Éste desde luego no lo es y desde luego su macabra televisión sólo inspira la vergüenza y somnolencia.

2 comentarios:

  1. wajajajajajajaajajajaajajaja!

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  2. No conozco la calle wajajajajajajaajajajaajajaja!, señor anónimo. Al ponerla en google mpas que redirige a la calle jajajajajajajajajajajajaja!.
    ¿Quería decir esto?

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Lea antes los Mandamientos de este blog.

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