miércoles, 5 de julio de 2017

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The Good Fight: La pelea ha comenzado…

Serie de TV
“The Good Fight”
EEUU
2017

Sinopsis (Página Oficial):

“The Good Fight” es el spin-off de “The Good Wife”, la serie ganadora de un Globo de Oro y cinco Emmys creada por Robert y Michelle King, matrimonio de abogados y guionistas responsables de la serie protagonizada por Juliana Margulies ganadora de 5 Premios Emmy y 1 Globo de Oro. “The Good Fight” arranca un año después de los hechos ocurridos al final de su predecesora. Diane Lockhart (Christine Baranski) ha logrado mantener su nombre en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de Chicago, que se encuentra en su punto más álgido, pero ha tomado la decisión de retirarse. Su vida da un vuelco cuando un escándalo de corrupción vinculado a su gestor de inversiones, y amigo suyo, le salpica, dejándola sin dinero para su jubilación y obligándola a intentar recuperar su puesto en la firma. El caso también afecta de manera directa y personal a Maia Rindell, hija del multimillonario acusado y recién contratada como asociada júnior en el bufete bajo la protección de Diane. Ante las negativas del cínico David Lee y el resto de socios a mantener a ambas en la firma, Diane debe replantearse su futuro. Es entonces cuando considera la oferta de unirse al reputado despacho de abogados en el que trabaja Luca Quinn (Cush Jumbo), llevándose con ella a Maia, mientras ambas luchan por recuperar el prestigio personal y profesional que el escándalo les ha arrebatado de un plumazo.

Crítica Bastarda:

Anótese (y nótese) que el autor de este texto no ha visto ni un solo episodio de “The Good Wife” y se ha alejado —en pleno ejercicio de sus facultades seriéfilas y mentales— del todo de ese ‘hype’ alrededor de la serie creada por Michelle King y Robert King. Acercarme, por lo tanto, a su spin-off supone todo ejercicio de independencia sobre un espectáculo —del que me consta— se puede disfrutar al margen de unas referencias mínimas y la presencia de Christine Baranski y otros secundarios como Cush Jumbo o Sarah Steele (en otras estrellas invitadas). Considero que el interés de analizar “The Good Fight” es desde un espectro sociopolítico respecto a la actual situación de Estados Unidos. La propuesta de CBS comienza con la imagen y rostro de Diane Lockhart (Baranski) enfrentándose a la conmoción y catatonia de la derrota de Hillary Clinton. La decepción, ante algo que no estaba esperado y con lo que no se contaba, conforma el material dramático de cara a ese espíritu trasladado al conflicto de la protagonista: esto aún no ha terminado… y hay que quedarse luchando hasta el final sin poder arrojar la toalla. El destino tiene una sorpresa preparada a Diane y su reputación va a quedar puesta en entredicho cuando su gestor de inversiones se ve envuelto en una estafa basada en un esquema de Ponzi. A partir de ese punto, sus sueños y planes para jubilarse se desvanecen y, en paralelo, se establece ese sentido del desengaño que se teje en un plano personal y político. Michelle King y Robert King se valen de tres personajes femeninos potentes y de una brillante escritura de guion para que el conjunto funcione bajo unos planificados esquemas que camuflan una variación estilizada de Dos chicas sin blanca y “Law & Order”


“The Good Fight” amplía su discurso sobre la posibilidad de reinventarse de sus protagonistas y, en especial, Diane Lockhart y Maia Rindell. Lucca Quinn también aporta ese toque femenino y racial presente en el bufete de abogados liderado por Adrian Boseman y que respalda, al mismo tiempo, esa esencia liberal —y reivindicativa contra la opresión a las clases minoritarias norteamericanas— presente en el espectáculo. Se trata de un bote salvavidas en medio del océano. No obstante, la serie de CBS desea afilarse en su ironía y la aparición de un personaje como Felix Staples (John Cameron Mitchell) cuestiona ciertas convicciones y clichés sobre la libertad de expresión y los clichés progresistas. Esa diversidad es clave del espectáculo, como si fuera consciente de que el país que sirve de escenario es todo un mosaico cultural y político repleto de posibilidad. A pesar de todo, en la ficción se instaura una lectura sobre la verdad presente en el ser humano. En realidad, si nadie pudiera mentir cualquier proceso judicial carecería de sentido salvo por la condena impuesta al delito cometido. Maia Rindell (Rose Leslie) trata de hallar la verdadera historia de todo el escándalo que rodea a su familia e, implícitamente, a sí misma. Y descubrir la verdad, entre una red de mentiras, puede revelar otra oscura vuelta de tuerca y reflejo distorsionado… Es obvio que esa secuencia introductoria, con Diane Lockhart siendo iluminada irónicamente por la victoria de Donald Trump, encuentra un diálogo con la escena con la que concluye la primera temporada de “The Good Fight”. Es una época sombría y también rara y hay mucha gente que quiere que este Estados Unidos se vaya a la mierda… Esa reflexión se traslada a esa presencia recurrente de Trump en estos diez episodios, como si fuera parte de un problema en que el sistema fallara debido a que una pieza ha quedado suelta y el mecanismo ha dejado de funcionar. Algo no bien… En realidad, la ley ejerce como la única constante y valor al que se puede aferrar la sociedad, los personajes de la serie y la propia audiencia que ha quedado encantada con esa apasionante pelea que ha comenzado en sus pantallas. 

Apunte bastardo: ¿El suegro de Jon Nieve es bipolar o lo que plantea la serie es que la victoria de Trump ha dejado tocados del ala a todos los estadounidenses? 

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