“La rebelión de Atlas: Parte I”
Título original: “Atlas Shrugged: Part I”
Director: Paul Johansson
EEUU
2011
Sinopsis (Página Oficial):
En 1957, Ayn Rand presentó al mundo un nuevo tipo de héroe. Un héroe moldeado a partir de la mejor dentro del hombre; un héroe que ejemplifica la alegría del logro individual y, por lo tanto, la alegría de vivir. Con pasión y convicción, Ayn Rand en “La rebelión de Atlas” habla del héroe que todos llevamos dentro. Siempre voy a considerar la posibilidad de llevar la obra maestra de Ayn Rand a la pantalla plata mi mayor honor. John Aglialoro
“La rebelión de Atlas: Parte I” se puede analizar desde dos perspectivas que condicionan su visionado: el material original de Ayn Rand y la propia obra cinematográfica. La cinta de Paul Johansson es la mejor concepción de la trilogía y aquella que contó con más medios, mejor castin, con mayor perspectiva de hacer un componente producto fílmico. Poco tiempo después, llegó el horror y las múltiples nominaciones a los Razzies y como la inclusión dentro de las peores películas por público y crítica. Si nos alejamos de la novela en la que se basa y nos ceñimos a lo estrictamente fílmico, nos hallamos ante la historia de una pareja de colosos que tienen que hacer frente a viento y marea para seguir ejerciendo de esos atlantes a los que hace mención el título de la obra. ¿Qué pasaría si ese titán dejará de sostener el mundo? Efectivamente, la propia gravedad nos lo indica.
Desconozco si un objetivista verá representado su pensamiento y filosofía en una cinta que deja caer el papel de esos gobiernos que saquean a discreción cualquier avance capitalista desde su sentido más puro. No sabemos si la técnica de dividir el material en una trilogía es marketing, Hollywood-style o simplemente necesidad. La cuestión es que es imposible que florezca al mismo tiempo el discurso y la narración y prueba de ello es “La rebelión de Atlas: Parte I”. Enfrentarse a la adaptación de las 1252 páginas de la novela de Ayn Rand se convertía en una ‘peterjacksonilización’ necesaria pero la labor del libreto de Brian Patrick O'Tool y John Aglialoro debería ser potenciar la ficción y dejar la filosofía se revele en las imágenes y los mínimos diálogos necesarios. El ritmo acaba siendo malo y Taylor Schilling no encuentra nunca una mejor versión de su personaje para hacer más digerible esa historia de amor (adúltero) con un trasfondo que nos introduce en una gran crisis económica, con personas importantes desapareciendo bajo la gran incógnita: ¿Y quién demonios es John Galt para convencerlos de que se unan a su causa?
El tren de alta velocidad se encuentra con infinitos obstáculos y conflictos siendo el gobierno de EEUU el gran villano y precisamente es allí donde pudiéramos tener un material más interesante. Lamentablemente la narración de “La rebelión de Atlas: Parte I” no ayuda, siendo un tanto ridícula y con una sexualidad bastante grotesca es sus connotaciones formales. Además, de bastante aburrida… Cinematográficamente vale muy poco aunque los fans de Ayn Rand (y auténticos objetivistas) la disfrutarán siendo la mejor y más completa de su trilogía y la más alejada en ese concepto de ‘cine cutre’ en el que quedaron amarradas el resto de obras. Se siente algo de torpeza y el conjunto resulta incluso anacrónico en esa pretendida puesta en escena siendo una especie de concepción marxista por parte de libertarios. O sea, una absoluta e hiriente contradicción.
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