El sueño de Ellis: Los inmigrantes siguen aquí

“El sueño de Ellis”

Título original: “The Immigrant”

Director: James Gray

EEUU

2013

Sinopsis (Página Oficial):

En 1921, Ewa y su hermana Magda dejan su Polonia natal y emigran a Nueva York. Cuando llegan a Ellis Island, a Magda, enferma de tuberculosis, la ponen en cuarentena. Ewa, sola y desamparada, cae en manos de Bruno, un rufián sin escrúpulos. Para salvar a su hermana, Ewa está dispuesta a aceptar todos los sacrificios y se entrega resignada a la prostitución. La llegada de Orlando, ilusionista y primo de Bruno, le devuelve la confianza y la esperanza de alcanzar días mejores. Con lo que no cuenta es con los celos de Bruno.

Crítica Bastarda:

El film de James Gray queda resumido en la fuerza de su plano final, integrado en una secuencia en la que se utiliza una ventana y un espejo para remarcar dos caminos opuestos. Ambas sendas son enfrentadas. Una de las mismas simplifica la libertad y resume la supervivencia que parte y acaba en la Isla de Ellis. El encuentro, la separación y, finalmente, el reencuentro. Todo ese viaje hacia la otra cara de la ‘Estatua de la Libertad’ donde el espectador y ser humano queda difuminado por el icono, inconsciente de otra naturaleza y destino histórico. La otra senda la marca la redención, el adiós a ese romance imposible e impostado lastrado por la mentira y las falsas promesas, por ese reflejo del mundo real y terrenal. Ese plano remarca la economía narrativa de un cineasta que desea someterse a espejismos más oníricos que realistas, como si el aire que respiraran esas criaturas que sufren entre ventanas y encuadres fueran simples destellos del pasado. 

“El sueño de Ellis” es un melodrama clásico, al uso, con triángulo romántico incluido. El director de “La noche es nuestra” narra la historia de dos magos que hechizan a su manera a una emigrante polaca (Marion Cotillard) en ese prostíbulo que pudiera quedar alegóricamente retratado como un teatro de la vida. El personaje que interpreta Joaquin Phoenix encierra toda la maldad y engaño de ese sueño americano mientras que el que personifica Jeremy Renner es la esperanza, aunque no todo sea luz y mantenga el maquillaje y sombras interiores. Ewa, nuestra superviviente y heroína, se halla atrapada entre esos dos hombres pero también ante la percepción de esos inmigrantes ‘prostituidos’ y deshumanizados, transformados en objetos para negocios y transacciones. La lucha de Ewa para tratar de conseguir reunirse con su hermana Magda, en cuarentena en la Isla de Ellis por padecer tuberculosis, es la lucha de esos inmigrantes atrapados entre mentiras y personas sin escrúpulos que desean utilizarlos como moneda de cambio. Gray tampoco somete la historia a un moralismo ensordecedor sino que es el propio espectador aquel que tiene que leer entre las líneas de su libreto.

Gray da la impresión de que quiere recuperar los viejos melodramas de Roberto Rossellini con Cotillard ejerciendo como su Ingrid Bergman radiografiada bajo la mira de Darius Khondji. Considero, no obstante, que el problema es el trasluz moral a través del sacrificio de Ewa. Me imagino este film en manos de Lars von Trier en los 90 e incluso pienso en el discurso que yacía en “Cuestión de sangre (Little Odessa)” hacia los inmigrantes en la opera prima de James Gray. El director de “El sueño de Ellis” desea alejarse del concepto de las heroínas de Von Trier y sumirse en la dependencia para trazar las líneas de su alocución sobre la impuesta vergüenza como sacrificio y no sumisión. Su cuerpo es la moneda de cambio que necesita la liberación de su hermana y todo fin justifica el precio… y tan terrible expiación. Los sentimientos del villano y malhechor florecen porque el hechizo también circula en ambos sentidos y, también, la necesidad del uno al otro. Todo ese gran clímax emocional explota precisamente en ese gran plano y espejismo conclusivo. Ciertamente al final triunfa la supervivencia humana. Seguimos aquí. Los inmigrantes siguen aquí. 

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