Director: Oliver Hirschbiegel
Reino Unido/Francia/Suecia/Bélgica
2013
Sinopsis (Página Oficial):
Cuando la princesa Diana (Naomi Watts) voló a Pakistán en mayo de 1997, fue a conocer a la familia del Dr. Hasnat Khan (Naveen Andrews), el hombre con quien deseaba casarse. Diana, una de las mujeres más famosas y bellas del mundo, esperaba persuadir a la madre del Dr. Khan haciéndole ver que sería la esposa adecuada para su hijo. De haber tenido éxito, los acontecimientos de aquel verano podrían haber sido muy diferentes… Naomi Watts (“Lo imposible”, “Madres e hijas”, “Mulholland Drive”) y Naveen Andrews (“Perdidos”, “Planet Terror”, “Rollerball”) protagonizan esta emotiva historia de amor, dirigida por Olivier Hirschbiegel (“El hundimiento”), que refleja un episodio poco conocido en la vida de la princesa Diana de Gales y en la que juegan un papel muy importante la familia, la amistad, la responsabilidad y las calamidades que puede acarrear la fama.
Considerada una de Las Peores Películas del 2013 por crítica y público mi impresión desde el primer visionada es que se trata de una de las cintas más infravaloradas y castigadas del año. No es que nos encontremos ante una nueva “Showgirls” aunque sí ante un ajusticiamiento previo y preconcebido, como si no hiciera falta ver “Diana” para opinar de “Diana”… simplemente dejarse llevar por esa vorágine mediática que da la impresión de establecer la corriente de pensamiento sobre la película. Que si es un aburrimiento soporífero, que si es un rollo, que si es horripilante y un pestiño malísimo, que si es una vergüenza y una falta de respeto para la princesa de Gales… Incluso fue calificada por muchos como la peor película del 2013 valiéndose del chiste: «“Diana” no dio en la diana». Realmente “Diana” no trata de dar en la ‘diana’, ni garantizar aquello que —al parecer— ansiaba la audiencia. ¿Qué querían los espectadores aparte de criticar la película dirigida Oliver Hirschbiegel desde el morbo preconcebido? El film realmente se salta todos los mecanismos y maquinaciones que pudieran generar los críticos y espectadores, establece su propio ritmo trascendental alejándose precisamente de esa afección sensacionalista asimilada por la propia audiencia.
Hirschbiegel rompió los esquemas de ese público con distintas ideas proyectadas en la cabeza. Mostró un personaje un tanto inestable, necesitado de un afecto que nunca encontró, atrapado en un mundo del que no puede escapar y —para terminal de rematar al espectador sediento de controversia desatada— narró un romance con el cirujano Hasnat Khan como el gran amor de su vida siendo su relación con Dodi Al-Fayed un mero montaje, un juguete para saciar a ese otro universo conectado por paparazzis y una prensa sensacionalista alentada por un público convertido en sociedad (y viceversa). Uno de los pósteres de “Diana” vislumbraba desde la recreación de una icónica fotografía el vació y, al mismo tiempo, belleza que rodeaba a ese personaje amarrado… pero siempre a la deriva. La princesa de Gales siempre estuvo asentada en esa deriva y solamente un contratiempo podía derribarla al vacio en el que finalmente cayó.
Olvídese de la princesa de corazones o de un film biográfico, olvídese de sofisticación e incluso del prototipo de largometraje romántico porque Hirschbiegel ha confeccionado otro tipo de objeto alejado del biopic o culebrón, rompiendo el tono, dilapidando el ritmo y que retrate esa aburrida laguna existencial que no interesa a nadie; ese plano insípido, solitario e incluso ridículo y un tanto errático.
Se ha dicho que es un biopic fallido.
No es un biopic, por lo tanto no puede ser fallido.
Los mismos que cuestionan la telebasura y el morbo de la historia hicieron chistes y mofas con la película a través de la muerte y accidente de Diana.
Se ha dicho que es una comedia involuntaria.
No es una comedia involuntaria sino consciente sobre el absurdo y mentira de la vida.
El director de “El hundimiento” ha construido el anti-biopic, la burla a esos espectadores que critican el morbo y que recibieron una bofetada con moraleja final: Diana les engañó a todos ellos y consiguió que numerosos estados firmaran con un tratado para acabar con las minas anti-personales. Su odio es su propio odio hacia usted. Un piano y unas piezas de Mozart, una poesía de Rumi
En algún lugar más allá del bien y del mal, hay un jardín...
Nos encontraremos allí. [Y Diana irá con una navaja para clavártela en tu corasón]
En algún lugar más allá del bien y del mal, hay un jardín...
Nos encontraremos allí. [Y Diana irá con una navaja para clavártela en tu corasón]
Nos encontraremos allí. [Y Diana irá con una navaja para clavártela en tu corasón]
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