martes, 27 de junio de 2017

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Fargo: Tercera temporada


Aunque consigáis alzaros como el águila, aunque hagáis vuestro nido en las estrellas, yo os bajaré a los suelos. Dijo el Señor. 

[AVISO SPOILERS] La tercera temporada de “Fargo” se pueden entender como un extraño epílogo para una de las series de antología más importantes de la presente década. Noah Hawley se ha desligado del díptico que supuso esa sobresaliente recreación del universo de los hermanos Coen pero, no obstante, ha seguido insistiendo en las credenciales de calidad que llevaron a su propuesta al éxito de crítica y público. En esta ocasión, ya no existen límites y la transformación del material cinematográfico ha dado paso a su propio cosmos audiovisual. El frío gélido y nevado escenario sigue presente, remarcando esa metáfora sobre un limbo y purgatorio en el que el ser humano tenga que enfrentarse a su conciencia y a sus crímenes… o a los de otros. Estos diez nuevos episodios tratan nuevamente sobre la lucha del bien y el mal y cómo algunas personas pueden cometer terribles equivocaciones acabando perdidos en una espiral de destrucción… devastando todo a su alrededor. Pero, no obstante, “Fargo” siempre ha funcionado por sus villanos y V.M. Varga encaja a la perfección en el ser más malvado y repulsivo posible jamás visto en mucho tiempo en televisión. Ciertamente en un cosmos de antihéroes siempre ha existido uno o varios elementos en la confección de los personajes para que nos apetezca seguir los pasos de mafiosos sociópatas o de asesinos en serie aunque, aquí, Noah Hawley pretende encumbrar al principal antagonista desde una visión nauseabunda y maquiavélica. Una máquina de pura perversidad que no se va a detener ante nadie ni nada. ¿El mal siempre se sale con la suya? Que su bulimia sea su vuelta de tuerca no deja de retorcer ese retrato de un monstruo para que veamos cómo los distintos protagonistas del relato se enfrentan a ese ser interpretado curiosamente por David Thewlis. Y aquí Hawley convierte en malignidad y corrupción todos y cada uno de los matices en los que el actor británico había quedado encasillado. ¿Que más nos ha regalado uno de los espectáculos capaz de realizar sobresalientes proposiciones y reinventarse en cada temporada?

Vayamos al letimotiv de esa boca repugnante cuyo hedor es incapaz de paliar cualquier spray para el mal aliento (a bilis e inmundicia): 
El problema no es que haya maldad en el mundo. El problema es que hay bondad porque sino a quién le importaría. 
Generalmente las historias tratan sobre héroes o antihéroes pero en raras ocasiones existe una clara parcela discursiva para que el villano establezca su punto de vista más allá de esos monólogos recurrentes en todo tipo de géneros. Y es evidente que V.M. Varga ve en el bien el problema de todo. Contaminando a todas las personas con las que tiene contacto, nuestro despreciable ser admite una lectura acerca de la peor cara y perversión del capitalismo. Pensemos en el que ser humano suele corromper todo lo que toca y Varga ha establecido una forma para amasar fortunas y capital para otros e incluso para sí mismo. El problema es que el villano no es Jordan Belfort sino un tipo corriente tirando a impresentable y que pudiera encajar como un simple vendedor con una aureola de ‘loser’. Sobre tal contradicción, Hawley nos revela una mitología respecto al personaje sino que sigue una dinámica similar a la de esos monstruos que pululaban por “Funny Games” de Michael Haneke: están cometiendo sus atrocidades una y otra vez —en distintos lugares— y nadie puede detenerlos. Aquí yacen dos sugerentes líneas de debate. La primera es esa bulimia como reflejo de una mutación del capitalismo voraz que no desea digerir nada sino, simplemente, saborearlo para retenerlo el tiempo suficiente y expulsarlo como si fuera inmundicia. Se trata de gula, un insaciable e irrefrenable deseo de masticar y deglutir todo aquello que pueda parecerle suculento. Sobre dicha metáfora, Hawley introduce a dos lacayos y esbirros del cerebro del mal. Son un asiático (¿de China?) y un ruso… Sobran las conexiones y las lecturas. ¿Nos están contando que el capitalismo, que personifica Varga, ha corrompido incluso a esos estados comunistas que ahora son sus ‘lacayos’? No creo que sea casualidad en absoluto la elección racial y/o nacionalidad… 


Tal vez aquello que nos plantee Hawley es que el problema no es el sistema capitalista puro ya que Emmit Stussy mantenía un negocio, bajo una estructura y sistema familiar, que suponía la red de aparcamientos más importante en todo el estado de Minnesota. No necesitaba más… pero decidió aspirar algo más grande y acabó firmando inconscientemente un contrato con el diablo. Y el diablo, claro, es V.M. Varga. Personado en el lugar, la caída libre está servida al mismo tiempo que los millones aumentan en las cuentas corrientes de todos los complicados. Precisamente la grandeza de esta tercera temporada de “Fargo” es que podemos establecerla desde los distintos puntos de vista que ofrecen los personajes principales. La historia de Emmit Stussy, por ejemplo, contrasta con la de su hermano Ray, un triunfador frente a un perdedor que establece la premisa para una gran tragedia familiar que va a ir creciendo hasta una explosión imposible de detener. Desde un conflicto, en una herencia objeto de disputa sintetizada en un sello de la discordia, “Fargo” se sirve de la cara o cruz de esos hermanos para confeccionar una premisa. Evidentemente aquí una serie de catastróficas coincidencias —y un simple trabajo que se complica— conforman esas capas narrativas que son viejas conocidas para los seguidores de la antología de FX. El doble papel que desarrolla Ewan McGregor, además, sirve también como prueba para los espectadores. ¿Realmente Nikki Swango esta enamorada o su interés es respecto al beneficio de controlar a su agente de la condicional? Pensemos en las muchas imperfecciones de los personajes no hacen más que engrandecerlos y Nikki encaje inicialmente en un prototipo de femme fatale ya visto en la segunda temporada de “Fargo” (elija entre Peggy Blumquist, Simone Gerhardt o una combinación de ambas). Esa trampa y anzuelo lanzado por los escritores, por el contrario, esconde una vuelta de tuerca en su retorcida vida para solventar los problemas a los que se va a enfrentar la pareja: realmente encontró su pareja perfecta de bridge, como si todas esas miles de combinaciones fueran una alegoría de su media naranja. 


El destino de todos los implicados va a quedar ligado por una simple coincidencia sacada de una guía telefónica: Stussy. En realidad, “Fargo” siempre ha tratado sobre personas que se encuentran en un lugar equivocado y en el momento equivocado e incluso la sheriff local, Gloria Burgle, va quedar salpicada en un ámbito personal por el asesinato que sirve como punto de comienzo a una historia que no para de complicarse. La serie invariablemente ha tratado también sobre cómo se sienten los personajes y qué lugar ocupan en el mundo. Podemos identificarnos con Gloria, luchando contra una maquinaria que es incapaz de detener y una burocracia insensible e irracional. Nuestra heroína desea dejar de ser irreal e invisible y Hawley va a encontrar la horma de su zapato en otra agente peculiar interpretada por Olivia Sandoval. En cierto modo, ambas mujeres dignifican ese feminismo que ha quedado asfixiado en un mundo de hombres en el que siguen decidiendo como poder invariable. Considero que esta tercera temporada de “Fargo” es bastante más compleja que sus predecesoras en su discurso. Noah Hawley da la impresión de trazar diversas líneas sobre el estado sociopolítico mundial y los motivos que han destruido la economía en grandes crisis y espejismos de recuperación bajo un sistema netamente podrido (como los dientes del villano principal). Seguramente la elección de una era cercana a nuestro presente no deja de conectar esos puntos que finalmente llega a alcanzarnos. ¿El pasado es realmente impredecible? Sobre tales afirmaciones han aparecido lecturas acerca de la era Trump. Varga es un villano que escupe mentiras y supuestas y rotundas verdades sin que sepamos diferenciar lo uno de lo otro. Seguramente aquí se establezca también ese alegato a que la mentira puede constituirse como verdad y que, en cierta medida, nos remite al asesinato cometido por Yuri Gurka en Berlín Oriental en 1988. Un malentendido es capaz de producir el asentamiento de una verdad absoluta ya que si razón estuviera por parte del individuo libre el Estado estaría equivocado. Ese trasfondo kafkiano inaugural establece el otro foco del leitmotiv: ¿Cuál es la verdad? ¿La que marcan las pruebas o aquella que establecemos? La realidad es que la muerte es un hecho y las palabras… palabras son. La verdad ciertamente puede ser un cuento y “Fargo” amplifica su discurso de pretendida veracidad sobre sus créditos iniciales potenciando una mentira sobre la credibilidad de estar basado su argumento en hechos reales. 


Esa foto de la secuencia introductoria podría servir para encerrar un universo entero… Aquel que se desplegó sobre esta brillante temporada y que sirve para ratificar que una mentira, como el arte audiovisual, puede convertirse en verdad para los espectadores. ¿Podemos decir con certeza qué ha ocurrido y que hechos ocurrieron o estamos amparados en aquello que nos cuente el gran poder? ¿Nuestra verdad está condenada a ser simples rumores e información errónea? ¿Una simple opinión? Para Varga el ser humano ve lo que cree y no al revés, dejando ese influjo de poder de los medios de comunicación y la manipulación informativa que condiciona a la sociedad. Es imposible no comentar una de las secuencias más controvertidas de la temporada en “Somebody to Love” (3x10): la muerte de Nikki Swango. Posiblemente los diez episodios se articulen sobre una serie de víctimas que va dejando a su paso Varga… como Sy Feltz y otros tantos. Pensemos en que el enfrentamiento de Nikki y Ray frente a Emmit introdujo al peligroso Varga en la ecuación frente a sus esbirros y la caza sin cuartel de nuestros protagonistas. Si lo fortuito es clave, la muerte de Ray a manos de su hermano siguió las credenciales habituales de la serie y estableció ese discurso de una mentira que se convierte en realidad. La lucha de Gloria por dar a conocer la verdad se transforma en una cruzada personal que supone un viaje para descubrirse a sí misma y dejar de ser invisible. Nikki encuentra un nuevo aliado y en “Who Rules the Land of Denial?” (3x08) surge la figura nuevamente de Paul Marrane (Ray Wise) como una especie de ángel. Ya le vimos en otra barra de bar “The Law of Non-Contradiction” (3x03) y parece que guía las heroínas femeninas de la propuesta como parte de esa batalla que libra frente a la maldad. ¿Es Varga su contrario? ¿Es realmente el diablo? Considero que la muerte de Nikki encaja en algo más oscuro ya que ese supuesto ángel tampoco reveló la absoluta verdad sino que lanzó una frase para impartir justicia (y vengarse del asesino del amor de su vida) y se topó con una inesperada interrupción que dignifica esos elementos sobre lo fortuito del guion. ¿Fue engañada Nikki realmente por un ángel o todo formaba parte de un destino impuesto? Tal vez la forma de hacer justicia no sea acabar con otro inocente y esa muerte de ambos en un fuego cruzado dejan claro que las coincidencias apestan tanto como el aliento de Varga en el mundo terrenal. A Nikki les es negado incluso el poder sobre una frase en la que quedaba enmarcada su misión para impartir justicia; como si cualquier significado grandilocuente y profundo quedara inundado de futilidad. ¿La vida es pura ironía plagada de mala hostia? ¿Solamente nos queda la esperanza de convertirnos en lindos gatitos en la otra vida? ¿Podemos entender la existencia desde la acción/reacción y que los ángeles exterminadores acabarán con aquellos como Emmit cuando comiencen a restablecer su felicidad? Ya no hay espacio ni lugar para frases… ni necesidad de impartir justicia y precisamente el silencio de Mr. Wrench (un remanente de las temporadas anteriores) es la idónea metáfora de que la muerte llega en los momentos más inesperados.


Es posible que la muerte de Nikki nos impacte por todo ese motivo pero existe en la secuencia posterior un relevo en la figura de Gloria, como si ese ángel hubiera dado la antorcha de la justicia a ambas mujeres. Gloria finalmente acabó ascendido hasta trabajar para el Departamento de Seguridad Nacional y la tercera temporada de “Fargo” se comprime en los interrogatorios que abren y cierran la entrega. Aquí yace un discurso oscuro sobre la tristeza de ver que el mundo no es aquello que pensábamos y no sabemos alcanzar una autenticidad y verdad en ese juego de réplicas en el que el tiempo pone a todos en su sitio. El pasado podemos analizarlo y retenerlo pero el futuro es inalcanzable. Puede, por el contrario, que el pasado sea impredecible y que el futuro sea seguro y cuando llegue cada uno sabrá cuál es su sitio en este mundo. Los posicionamientos de Varga y Gloria se enfrentan sin que sepamos quién tiene el control de la situación y quién representa al gran poder. Esa pregunta es hábilmente reformulada y lanzada por Noah Hawley al otro lado de la pantalla. ¿Tendrá razón Varga y el mundo ya está corrompido hasta las entrañas o es otra de sus muchas mentiras para sobrevivir y condicionar a otros? ¿Ya apenas queda bondad en el mundo y el mal y sus villanos pueden salirse con la suya? Pensemos en esa lectura sobre la mutación del capitalismo en un monstruo por culpa de la maldad innata en el ser humano e imaginemos que el sistema omnipotente del que hablaba ese interrogador en la Alemania del Este condiciona a la humanidad y, evidentemente, a esa mentira que es enunciada como verdad. Creer o no creer, he ahí la cuestión… aunque, ¿qué es su creencia más allá de un punto de vista y opinión por encima de otros hechos que han señalado otros como gran verdad? 

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Historias Bastardas Extraordinarias by Maldito Bastardo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.

3 comentarios:

  1. gracias por hacerme entender, esta serie....

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  2. "femme fatale ya visto en la segunda temporada de “Fargo” (indicar personaje)" ¿Simone Gerhardt?

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    Respuestas
    1. Hola Berkowitz!

      En realidad, quería dar a elegir entre Peggy Blumquist o Simone Gerhardt (o una combinación de ambas). Esa parte del texto se quedó en su forma embrionaria. Gracias por recordarme que tenía que actualizarla.

      Saludos bastardos.

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