Páginas Bastardas

lunes, 18 de septiembre de 2017

The Strain (4x10) The Last Stand: Y Zach salvó el mundo… sin spoilers ni destripes que valgan


El series finale de “The Strain” nos invita a disfrutar de la despedida de una de las comedias ‘tróspidas’ más inolvidables de la presente década. Sin discusión. Pensemos en que esta cuarta y última entrega del espectáculo de FX aterrizó en nuestras pantallas para redimirse de las críticas recibidas a lo largo de su andadura televisiva aunque, sin embargo, tuviera que seguir lidiando con esa marea de controversia afín a una adaptación y todo desenlace de una ficción en la pequeña pantalla. Se quiera o no, “The Last Stand” es fiel a su título como parte de ese último desafío que no va a dejar indiferente a nadie. Apartándonos de la fidelidad al material original, el décimo y último episodio de la creación de Guillermo del Toro y Chuck Hogan desea concluir esa batalla final a la misma velocidad que un hambriento Strigoi. Para ganar el enfrentamiento definitivo, nuestros protagonistas van a tener que realizar tantos sacrificios como los espectadores a lo largo del trayecto de “The Stain” en nuestras pantallas. ¿Por qué tenemos un homenaje a Abraham Setrakian y no a Nora Martinez? ¿Cómo han tenido la poca vergüenza de cubrir la cabeza de Corey Stoll para no mostrar a la rata muerta sobre su calvorota cuando fue el motivo por el que muchos nos enganchamos a la serie? Sea como fuere, el series finale de la propuesta de FX está a años luz de cualquier otro desenlace de esta temporada televisiva. Sin discusión. Si ve, por ejemplo, a un ‘hipster’ al que se le llena la boca con el broche final “The Leftovers” puede espetarle —sin compasión que valga— que la conclusión de “The Strain” fue mucho mejor. Que el capítulo de marras se emitiera, además, al mismo tiempo que los Emmys deja claro que está por encima de todas las series allí presentes y nominadas. O eso creemos, no hay debate que valga. Repasemos el monumental e insuperable (en su género de trospidez“The Last Stand”

Podríamos sintetizar el asunto retornando a ese flashback, nueve meses atrás, para que Setrakian revelara a Ephraim Goodweather que va a perder todo debido a su enfrentamiento con el Maestro. El propio provecto cazavampiros era la prueba palpable de las consecuencias de la batalla frente a una fuerza diabólica y vengativa con aquellos que osan hacerle frente. Teniendo en cuenta la concepción de “The Last Stand”, los sacrificios van a estar a la orden del día pero, no obstante, los núcleos dramáticos dan la impresión de superponerse sin que sepamos aquello que realmente desean contarnos. Para empezar, teníamos el descubrimiento de Setrakian respecto al Occido Lumen y la posibilidad de debilitar al Amo desprendiéndolo de todos sus colaboradores humanos alrededor. En cierto modo, el propio Maestro es aquel que ha liquidado, sin paliativos, a toda su troupe de traidores quedando únicamente Zach como ‘animal’ de compañía. Sobre la anterior idea llegamos a parte del leitmotiv en torno a la paternidad. El Maestro no sabemos si desea tener un hijo al que pueda controlar debido, en cierta medida, a la traición de Mr. Quinlan y el conflicto que establece. Aquí también surge una línea de debate ya que los motivos del gran villano del espectáculo de FX son demasiado ambiguos. ¿Desea mantener cerca a Zach para adiestrarlo en ‘lado oscuro de la fuerza’ en los márgenes de esas constantes referencias warsianas o, por el contrario, es el perfecto escudo para defenderse de sus enemigos? ¿De verdad que es la futura ‘vasija’ del Maestro o tiene otro tipo de planes para fortalecerse según las inscripciones que descifró Setrakian del Occido Lumen? Quizás nunca lo podamos saber porque Zach fue aquel personaje que destruyó el mundo y, posteriormente, lo salvó sin despeinarse demasiado… Él es así. 


Es normal que “The Last Stand” sea cuestionado y criticado a partes iguales. La razón es que no hay demasiado sentido en las acciones de Zach, el Maestro o Eph (y otros protagonistas) para llevarnos a ese punto sin retorno. Aquello que queda claro es que el arma nuclear era necesaria por mucho que dijera Setrakian y Guillermo del Toro y Chuck Hogan establecen una mezcla de economía narrativa, redención a modo de caramelo envenenado y ‘fanservice’ a la carta. Ello es debido a que muchos sacrificios que vamos a vivir junto a un contenido dramático fortalecen esas líneas argumentales un tanto manidas y peliagudas acerca del poder de amor. Y el amor (u odio) de Zach, evidentemente, puede ser más destructivo que mil bombas termonucleares. Te odio, BOOM. Te amo, BOOM. THE END. 


Vayamos a un repaso rápido de “The Last Stand”, que retome lo vivido en The Traitor” (4x09), para que comprobemos que el Maestro volvió a engañar a nuestros protagonistas por 1.568.437 vez en lo que llevamos de serie. Ahora, han de proteger el arma nuclear de un ejército de nuclear mientras Mr. Quinlan lidia con el enésimo enfrentamiento verbal con su padre. Por supuesto, más secundarios (de los pocos que quedan) perecerán. Nada nuevo. Mientras que Gus, Roman, Marcus y otros miembros de la banda se quedan a contener esa armada Strigoi surgida de la nada, Eph y compañía huyen a un escondite perfecto. Se trata del túnel de agua de la ciudad de Nueva York número 3. Fue construido, a más de 240 metros de profundidad, para reemplazar a dos túneles más antiguos y, de este modo, convertirse en el túnel principal que trajera toda el agua a la ciudad de Nueva York desde embalses a 100 kilómetros de distancia. Ese largo proyecto, cercano a 50 años de duro esfuerzo, quedó inacabado al estar programado para concluirse en 2020. El escenario, muy en la onda “Resident Evil”, va a ser parte del clímax que nos aguarda mientras que, al mismo tiempo, los personajes y protagonistas se reagrupan para su misión suicida. Mr. Quinlan no tiene nada que perder y ve en la destrucción de los Ancianos una vía para replicar el mismo plan que utilizó el Amo para destruirlos. De este modo, la ciudad de Nueva York podrá sobrevivir a la explosión aunque, no obstante, el Maestro ha optado por finalizar la mascarada de la coexistencia de las dos especies y hacer que su ejército Strigoi arrase Manhattan. Su idea es encontrar a sus enemigos y el arma que esconden a cualquier precio aunque, por el contrario, Zach comenzará a ver al monstruo que le ha tentado en el pasado. Desde luego, yo no encabronaría a Zach y el Amo lo está haciendo cada vez que abre su boca y colmillos. Zach va a apretar el botón en 3, 2, 1



Con todas esas tramas fusionándose y una trampa un tanto infantil para atraer al Maestro, el combate final es inevitable. Zach, como buen Judas despreciable, acude también sin que sepamos a cuántas personas (o vampiros) va a traicionar (y putear) en el proceso. Aquí la idea es que todos acaben sacrificándose los unos por los otros. Mr. Quinlan abre la vía a la autoinmolación para dar sentido a su plan y librar a sus compañeros de aventuras de los peligrosos de ese ataque sonoro del Maestro haciendo versiones de metal de los éxitos de Kiko Rivera. En esos lares, Zach quedará inconsciente dentro del ‘pack’ de la fase final de “Resident Evil” y su padre será aquel humano que descienda también a los infiernos permitiendo a Fet y Dutch permanecer cual agapornis en celo en la superficie. Nada nuevo con la salvedad de que Quinlan, previamente, arrancó de la garganta de su padre cualquier posibilidad de victoria. Incluso el enfrentamiento final entre el Amo y su hijo evocará los fantasmas de la destrucción el Androide Número 16 a manos de Cell. O algo parecido. 




Eph, que pasaba (o bajaba) por allí, trató de escabullirse para activar el arma nuclear en ese quiero y no puedo. ¿Descendió a los infiernos en un viaje sin retorno para tratar de salvar a su hijo o, por el contrario, para acabar con el traidor y mocoso de su vástago activando el arma nuclear? El Maestro, por su parte, desea que Zach dé su paso definitivo al lado oscuro asesinando a su propio padre. Pero si algo hemos aprendido de los 46 episodios de “The Strain” es que Zach es un ser indomable. Él siempre hizo lo que le dio la gana y si algo no salía como quería destruía un planeta. O dos. De este modo, nuestro odiado personaje decidirá disparar a su padre de pega provocando que éste trate de utilizarlo como nuevo recipiente. Y Eph, obviamente, no va a dejar que su retoño se lleve el vómito de gusanos para su cuerpo serrano. Ante tal amorosa y extravagante situación, Zach y su papá encuentran un resquicio para la reconciliación en esa extraña secuencia en la que Eph está condenado a ejercer como el nuevo Maestro. Al final, el villano consiguió su objetivo de ser el padre (en el sentido físico) de Zach. Como hemos comentando, nadie puede domar a una bestia capaz de merendarse a Cthulhu y veremos a Zach remidiéndose ante la audiencia (o ante él mismo) apretando el botón en una escena difícil de digerir ante tanto empacho de gusano. ¿Por qué el Maestro sigue obsesionado con conseguir el ‘amor’ de Zach y no lo destruye en esa oportunidad? Si algo ha demostrado Zach es que ha sido el mayor monstruo y villano de la serie. Que sus padres deseen destruirlo y salvarlo al mismo tiempo no deja de ser absurdo. O divertido. El abrazo de Judas se saldará tanto con una frase póstuma para el recuerdo, ante ese padre que ha perdido, como simultáneamente con una declaración suicida de intenciones. Zach nunca quiso ser un héroe sino que simplemente fue un adicto de apretar botones que activan armas nucleares. Y esta vez no iba a ser una excepción. BOOM! THE END? 

¡A TOMAR POR CULO TODO!


Los guionistas de “The Strain” han pensado que sin el Amo lo mejor que le podía pasar a los Strigoi es convertirse en ‘dummies’ que pudieran ser derrotados por los humanos. ¿Un leve plagio al desenlace de Guerra Mundial Z? Un momento, ¿cuántos plagios hemos tenido en este series finale?

El epílogo nos traer bellos momentos:

— Todos los ‘hijos-de-puta’ desparecieron de la faz de tierra. Paz y amor everywhere.

— Gus protagoniza un anuncio de coches tras la postapocalipsis. Los tiempos nunca cambian. Sigue buscando a su amor perdido en carreteras desiertas. Muy bien.


— A Roman le dieron un premio por ser el primer secundario de la serie en sobrevivir tanto tiempo. ¿¡Y Nora qué!? 

— La luz solar regresó a Nueva York o, lo que es lo mismo, quitaron el filtro de fotografía de color sepia radioactiva.

— Algunos Strigoi fueron adoptados por científicos como animales de compañía para exprimir su leche de vampiro con propiedades curativas. ¡Qué asco!


— Las ratas regresaron a las alcantarillas para regocijo de Fet y dejaron cagadas en todas partes. 

— Dutch, la peor hacker de la historia, restableció internet… aunque los gatitos y los memes habían quedado extinguidos. Internet cerró al día siguiente porque carecía de sentido. 

— Fet y Dutch dieron un paseo dejando claro que los lazos de amor derrotaron al Maestro y ambos prometieron levantar una estatua de Zach en lugar de la Estatua de la Libertad. Al fin y al cabo, el niñato la destruyó y el mundo tiene derecho a conocer quién fue su destructor/salvador.


—El mundo post-postapocalipsis, al final, resulta ser muy bonito y maravilloso… pero tendrán que ponerse a follar todos como conejos, ¿no?

Pero la pregunta del millón es simple y sencilla: ¿cómo llega ahora el agua potable a Nueva York si destruyeron todos los túneles que transportaban el agua? Además, ahí tiene que haber todavía gusanos de Strigoi radioactivos ¿Y el alcantarillado? ¿Zurullos mutantes? No se hagan preguntas porque Zach es un experto en activar armas nucleares y solamente destruyó aquello que necesitaba ser destruido. Él trajo la paz y el amor al planeta y es todo un maestro de hacer el mal y el bien (a través del bien-mal). O algo así. Los escritores nunca han podido explicar los entresijos de un personaje que convierte a Galactus en un villano amateur a tiempo parcial. ¡Todos te queremos Zach! ¡Eres el mejor! ¡Y EL PEOR! ¡TE ODIAMOS! ¡TE QUEREMOS! Pues eso. 



Gracias Zach por salvar al mundo… aunque sea por un acto egoísta, vengativo y de puro amor a tu corte de pelo (?). Nunca te entendimos, nunca te entenderemos  pero tú te lo guisaste, tú te lo comiste. 

Y, ahora sí…

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2 comentarios:

  1. ahora entiendo lo de la rata del protagonista. Es un spoiler desde el capítulo 1. Nos indica que el será el maestro. Zach odia tanto a su padre que cuando se fusiona su amado maestro con pelo rata decide matarlo, explotando una bomba nuclear. que miedo da este niño con los botones. Resumiendo, NUNCA con su padre biológico. I hate you !!

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  2. Y al final no se entendió nada: Por qué los vampiros son hidrofóbicos y no pueden cruzar el agua? Para qué diablos sirvió el libraco de los 380millones de dólares, aparte de quemarle un al maestro (versión Bolívar) con su cubierta de plata? por qué andaba tan obsesionado el maestro con los Goodweather? Y si los vampiros sobreviven y no se evaporan con el Amo (como sí ocurrió con los de los Ancianos) no sería un escenario tipo Guerra Mundial Z con criaturas sin cerebro sedientas de sangre aterrorizando a todos? ¿de dónde diablos salió todo el plomo para exterminarlos cuando el maestro controlaba a militares y policías? Hubiera sido necesario otra bomba nuclear. No es suicida encerrarte en una isla sin humanos a los que beber tu sangre? Qué pasó con el invierno nuclear, en serio en 5 años se arregló todo? Y si la luz del Sol volvió tan rápido, como pensaba el maestro dominar el mundo por la eternidad? Y en qué quedó la historia de Oziriel el Angel devorador de su especie? Para qué diablos el Maestro fue a Manhattan? Y por qué extraño fetichismo cargaba su caja de tierra a todos lados, como Linus de Snoopy su cobija?
    Al final todos odiamos a Zach, excepto los friendzoneados que le pondrán una estatua de bronce y traficarán en el mercado negro vampiros-mascota bebedores de zorras arrogantes

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