Páginas Bastardas

sábado, 28 de noviembre de 2015

Los juegos del hambre. Sinsajo. Parte I: Adaptaciones, propaganda y otras catástrofes distópicas

“Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte I”
Título original: “The Hunger Games: Mockingjay - Part I”
Director: Francis Lawrence
EEUU
2014

Sinopsis (Oficial):

“Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte I” es la tercera y esperada entrega del fenómeno de gran éxito de taquilla que ha arrasado en las salas de cine de todo el mundo. La historia cobra un nuevo impulso para alcanzar nuevas y emocionantes cotas mientras la crónica futurista de Katniss Everdeen entra en un nuevo mundo. Los juegos han quedado totalmente destruidos para siempre, pero la lucha para sobrevivir está a punto de intensificarse. Katniss tendrá que hacer frente a obstáculos imposibles, observada por una nación llena de esperanza, y hacer uso de todo su coraje y su fuerza contra el todopoderoso Capitolio. Este es el momento en que se da cuenta de que no tiene más opción que extender sus alas y personificar en cuerpo y alma el símbolo del Sinsajo. Aunque sólo sea para salvar a Peeta, deberá convertirse en un líder. Retomamos la historia en el momento en que Katniss acaba de ser rescatada de la destrucción resultante del Vasallaje de los Veinticinco. Despierta en un mundo sorprendente que ni siquiera sabía que existía: los oscuros y profundos subterráneos del Distrito 13, que se suponía que había sido aniquilado. No tarda en descubrir la devastadora realidad que debe afrontar: el Distrito 12 ha quedado reducido a escombros y Peeta está retenido en el Capitolio por el presidente Snow, que trata de manipularlo y hacerle un lavado de cerebro. Al mismo tiempo, Katniss descubre una rebelión secreta que se está extendiendo rápidamente desde el Distrito 13 a todo el resto de Panem, por la que se verá inmersa en un arriesgado plan para piratear el Capitolio y volver las tornas contra el presidente Snow. 

Crítica Bastarda:

Las adaptaciones literarias han provocado todo tipo de turbulentas reacciones y variables. Mientras que los fanáticos seguidores de la saga deCanción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin atacan virulentamente a la mejor serie producida en la actualidad por su libertad creativa y riesgos en trasladar un material que todavía está en evolución, la trilogía de Peter Jackson para llevar a la gran pantalla El Hobbit desató todo tipo de críticas por exprimir hasta límites insospechablemente comerciales un libro de poco más de 300 páginas… “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte I” confirmó la tónica impuesta ya en anteriores sagas de éxito como Harry Potter oLa Saga Crepúsculo’, dividiendo en dos partes su despedida para maximizar ganancias y contentar a los más puristas fans del material original. Por el contrario, el film de Francis Lawrence se enfrentó a detracciones por rehuir claramente de la acción y someterse a mecanismos más melodramáticos y posicionados sobre una inteligente alegoría, respecto a la propaganda en tiempos de guerra y la construcción de mitos e iconos durante la misma. En un mundo en ruinas y paisajes claramente (post)apocalípticos, Katniss Everdeen lucha en dos frentes abiertos tras los hechos ocurridos con Los juegos del hambre: En llamas: rescatar a Peeta Mellark de las garras del Presidente Snow y nadar entre dos aguas para inspirar una revolución que sirva tanto a sus vengativos intereses como a las aspiraciones políticas de otros intérpretes que han esperado pacientemente su movimiento final. ¿Existe un precio para la libertad o todo, en realidad, trata sobre réplicas sediciosas, mentiras audiovisuales, mitos a la carta y simples cambios de poder?


Los conceptos de “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte I” son claramente imperfectos, escasamente sorprendentes pero el gran mérito del film es su arriesgado alejamiento del prototipo de blockbuster referente a toda saga distópica que se precie. Ese trance y apuesta no es solamente formal sino que su discurso trata de filtrarse en reflejos socipolíticos para revelar una mirada más adulta y profunda que en las anteriores cintas. Las numerosas quejas de sus fans y del público ‘general’ no se hicieron esperar. Calificada como irritante, insípida, lenta y aburrida, el desmarque argumental también rehúye de la acción más directa y efectiva, reflexionando sobre aquello que dictamina los puntos de giro en toda contienda belicosa. La propaganda manda y Snow y Coin posicionan a sus ‘caballeros’ mediáticos para establecer una batalla ‘televisiva’ entre aquellos que precisamente eran amantes y han sido separados a todos los niveles. Simple y efectivo. Tal y como revela el archienemigo de Katniss, aquello que más se ama es lo que acaba provocando la muerte. Se trata de un extraño sentido de la honestidad y sinceridad en ese previo dibujo a un maquiavélico plan que va a ir desmigando la película de Francis Lawrence, entre ráfagas de intensidad, el manido triángulo romántico impuesto y una manifiesta metáfora política e incluso filosófica sobre los peligros y beneficios de las revoluciones. En tiempos de artificiosidad y toneladas de explosiones y efectos visuales, el aterrizaje de “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte I” supuso una bofetada a los cánones del mainstream, ofreciendo inusuales cuotas dramáticas a través de los personajes y diálogos por encima de la acción, quebrando incluso en su cierre el ritmo pero dotando de coherencia esa formulación de separación/encuentro/vida/muerte de Katniss y Peeta. Otra lectura menos gratificante es que “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte I” tenía que establecer un prólogo y aperitivo al desenlace final y ‘rellenar’ hasta las entrañas la agitación de los Distritos de Panem. Y en ese territorio vale todo, como ejemplo una búsqueda minina y una cuenta atrás son alicantes mínimos y suficientes para gestionar todo un clímax repleto de suspense. Que se lo digan a la teniente Ellen Ripley…

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